Diez años sin Boris Rosen

martes, 27 de enero de 2015 · 20:27
MÉXICO, D.F. (apro).- En el volumen I de “Escritos literarios” de Manuel Payno, con prólogo de Adriana Sandoval, aparece en la página de presentación, con brevedad y suma discreción, que la compilación y notas se deben a Boris Rosen Jélomer, el historiador de origen ucraniano que falleció hace una década en la Ciudad de México. El libro, correspondiente al tomo XIII de las obras completas de Payno, es sólo una muestra de la forma en que Rosen Jélomer recibía el crédito por su profundo y dedicado trabajo que le ganó el reconocimiento como “el mayor y más tenaz investigador del pensamiento liberal del siglo XIX”. Nacido en Ucrania en 1917, el estudioso de origen judío llegó a México en 1928 cuado apenas tenía 12 años. En 1957 contrajo matrimonio con la crítica de arte Raquel Tibol. A Boris Rosen se debe la compilación de la obra completa de Ignacio Ramírez El Nigromante en 9 tomos, de Francisco Zarco en 20, Guillermo Prieto en 33 y 19 tomos de Manuel Payno. Compiló además “México y Cuba, dos pueblos unidos en la historia”, “Pedro Santacilia. El hombre y la obra” y “México y la paz. Testimonios 1810-1986”. Cuando se cumplieron cinco años del fallecimiento del investigador y también luchador social de izquierda, el 23 de enero de 2005, el Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), publicó el libro “Benito Juárez y Jesús González Ortega. Una polémica histórica”, en el marco del 150 aniversario de la Reforma Liberal. En él, Rosen Jélomer reunió documentos de la confrontación de ambos liberales tales como correspondencia entre Juárez y su yerno Pedro Santacilia, con Matías Romero, Guillermo Prieto, Francisco Zarco y el mismo González Ortega, así como la de este liberal con otros personajes de la época. También hay oficios, decretos y otros documentos, 112 en total. Tras la muerte de Rosen, el exdirector del INEHRM y ahora titular de El Colegio de México (Colmex), Javier Garciadiego, opinó sobre dicho volumen, en el semanario Proceso, del 30 de enero de 2005: “Es una antología documental muy interesante sobre un aspecto de Juárez poco tratado. Son las diferencias con González Ortega cuando éste le reclama en 1865 que, según disposición de ley, Juárez debía entregar la presidencia o iniciar un proceso de elección electoral, porque había asumido la presidencia en 1861, ese año había sido electo… “Don Boris propuso al instituto su publicación y entregó estos documentos…” Garciadiego exaltó entonces que cuando Rosen pudo haberse dedicado a su propia obra --le gustaba hacer entrevistas imaginarias con los liberales del siglo XIX y publicó la de Guillermo Prieto-- prefirió el rescate documental: “Pudo haber hecho muchísimos estudios, prólogos, hubiera hecho muchísimo del siglo XIX mexicano, pero él prefirió hacer la labor de rescate”. El ya fallecido historiador Friedrich Katz, con cuyo padre Leo Katz trabajó con Rosen en el periódico Fraiwelt, lo evocó en esa misma edición de Proceso como una persona no sólo conocedora de la cultura mexicana sino también de la cultura yidish: “Me impresionó en aquel momento su profundo conocimiento de la cultura judía, de la cultura yidish. Mi padre siempre me insistió en que Boris Rosen escribía un yidish fantástico, que conocía la cultura y la historia judía de una manera única y yo lo conocí después, muchos años seguí tratándolo”. Katz destacó su generosidad y “bondad intelectual”. A su vez, Raquel Tibol destacó que el trabajo de Rosen ha sido “como un gran árbol que está dando frutos por acá y por allá, lo cual era una gran satisfacción para Boris, que no fueran textos muertos sino que provocaran otras investigaciones, otras revaloraciones. Eso le daba enorme alegría. Que su trabajo hubiera sido útil”. Descubrió a los liberales por Jorge L. Tamayo, quien le encargó la revisión de la edición de las obras de Benito Juárez. Durante un homenaje que se le rindió en 2003 en la Biblioteca Lerdo de Tejada, Rosen explicó que su interés en la recopilación de las obras completas de los personajes se debía a que sólo así se pueden encontrar datos que resultaban valiosos. Al preferir la compilación de obras completas, la obra de Rosen no se agotó en libros propios. Seguirá, como dice Tibol, rindiendo frutos mientras existan investigadores interesados en abundar sobre el siglo XIX. Desde luego sus compilaciones son accesibles también para el público en general.

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