Resume Enrique Vela más de cinco siglos de arqueología

martes, 10 de marzo de 2015 · 15:00
MÉXICO, D.F. (apro).- Para el investigador Enrique Vela, a diferencia de otros países del mundo donde la arqueología es una acepción amplia referida al estudio de antiguas sociedades, en México se enfoca mayormente al conocimiento de las sociedades prehispánicas, aunque también se hace arqueología de épocas posteriores a la conquista. El arqueólogo egresado de la Escuela Nacional de Antropología e Historia (ENAH), autor de Las culturas prehispánicas de México y editor de la revista Arqueología Mexicana, acaba de publicar el libro Arqueología, editado por el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta) y Penguin Random House. De 261 páginas, el volumen forma parte de la colección Historia Ilustrada de México, coordinada por el historiador Enrique Florescano, cuyo propósito es “difundir la historia y la cultura del país con un lenguaje atractivo para el lector y con un formato innovador apoyado en la imagen. Hay pocos ejemplos de divulgación de la historia por medio de las imágenes. Esta colección quiere integrar imagen y texto en un lenguaje accesible para cualquier lector”, se explica en la presentación. Profusamente ilustrado con imágenes en color y blanco y negro, fotografías de obras y sitios arqueológicos, dibujos, reproducciones de códices y otros documentos, el libro tiene a su vez el fin de “mostrar el desarrollo de la investigación arqueológica en México desde la época del contacto hasta la actualidad con un estilo esencialmente gráfico”. Vela explica en la introducción que tanto en el imaginario mexicano como en la noción que se tiene en el extranjero de México los vestigios prehispánicos ocupan un lugar especial, son parte de la identidad nacional y se debe en buena medida a una larga y sólida tradición en las investigaciones arqueológicas: “El público mexicano está habituado a la presencia de lo prehispánico. La Piedra del Sol es un símbolo nacional, la visita al Museo Nacional de Antropología es prácticamente una obligación, y existen cerca de 200 zonas arqueológicas abiertas que atraen a cientos de miles de visitantes al año, por citar algunos ejemplos. Todo ello, sumado a los distintos medios por los que se difunden los resultados del quehacer arqueológico, ha contribuido a conformar una imagen de nuestro pasado que, más allá de las connotaciones que pueda tener el uso que de ella se hace, es motivo de orgullo.” La publicación está integrada por nueve apartados cronológicos más una presentación, una introducción y la bibliografía. Los capítulos son: La conquista, El periodo colonial, El siglo XIX, 1877-1910, 1911-1924, 1925-1938, 1939-1951, 1952-1980 y 1981-2010. En las primeras páginas, el investigador explica que el interés por las antigüedades prehispánicas no inició con la conquista (pues hay referencias a éstas en las cartas de relación de Hernán Cortés y las crónicas de Bernal Díaz del Castillo). Cita a su colega Leonardo López Luján, responsable del Proyecto del Templo Mayor, quien señala que incluso las sociedades de la mis época prehispánica “apreciaban, buscaban, transformaban o imitaban los objetos, esculturas y construcciones de quienes les antecedieron”. Como ejemplo menciona piezas olmecas con inscripciones mayas, cuando se trata de dos culturas que no ocuparon los mismos territorios ni coincidieron en el tiempo. Otra muestra es el Templo Mayor en el cual hay construcciones y esculturas que imitan al sitio de Teotihuacán o Tula, que fueron anteriores. El libro de Vela habla de cómo en los diferentes periodos de la historia del país, la arqueología ha recibido mayor o menor atención o se ha dado prioridad a determinadas zonas o culturas. Habla desde luego de la fundación del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), en el gobierno de Lázaro Cárdenas, el 3 de febrero de 1939, y la ENAH, fundada en 1938, que es hasta la fecha “el principal centro de formación de arqueólogos en México”. Destaca el arqueólogo que la última década fue particularmente abundante en trabajos, “su sola enumeración rebasaría por mucho el espacio disponible ya no se diga en este capítulo, sino en este libro”. Optó por ello por incluir solamente varias imágenes del Proyecto Atlas Arqueológico Nacional, del mural de Cacaxtla, hallazgos en Teotihuacán y entierros en la pirámide de la Serpiente Emplumada en Teotihuacán, entre otros.

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