Con georradar localizan en Sonora vestigios arqueológicos (Video)

lunes, 13 de junio de 2016 · 21:24
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Contra el tiempo y el desgaste geológico y gracias a la utilización de un georradar, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) y la Universidad de Arizona lograron explorar, por primera vez, una frágil e intacta estructura arquitectónica de antiguos agricultores del desierto de Sonora. El propio INAH informó del hallazgo e investigación que enfrenta la paradoja de la erosión que, a la vez que destruye los vestigios arqueológicos, también los descubre. Desde hace 25 años los investigadores de ambas instituciones llevan a cabo el proyecto en el sitio llamado La Playa, ubicado en el valle aluvial del municipio de Trincheras, codirigido por la arqueóloga Elisa Villalpando Canchola y John Carpenter Salavens, del INAH, así como James T. Watson, de la Universidad de Arizona. Detalla Villalpando a través del comunicado del INAH que La Playa es “uno de los sitios arqueológicos más espectaculares del norte de México y suroeste de Estados Unidos”. Tiene una extensión de 12 kilómetros cuadrados y remonta su historia a 10 mil años de ocupación humana. Es uno de los más antiguos que se han investigado en Sonora. Durante su excavación, iniciada en 2010, han encontrado materiales de los primeros agricultores (1500 aC a los primeros siglos de nuestra era), así como rastros de bandas de cazadores del periodo Arcaico (7500 a 1500 aC) y de grupos paleoindios Clovis, de hace 11 mil años. Además vestigios de fauna extinta del Pleistoceno, como el mamut, el caballo y camello, de hace 13 mil años. Encontraron también evidencia de grupos de tradición Trincheras (200 a 1450 dC), y algunos más del periodo Histórico (1600-1850 dC) La arqueóloga explica que los vestigios están entre los sedimentos del abanico aluvial que se forma al pie del monte de la Sierra Boquilla y la erosión los deja a flor de tierra. Por los estudios realizados, Carpenter considera que La Playa tuvo un periodo de sequía muy fuerte conocido como Altitermal (5500 a 2500 aC), y los grupos humanos emigraron a regiones con mejores condiciones ambientales en las cuales entraron en contacto con pobladores que tenían conocimiento del cultivo del maíz. Luego regresaron al desierto y comenzaron a desarrollar la agricultura de irrigación, desviando el agua de un arroyo (actualmente seco) a través de canales. Primero plantaron maíz, y luego, frijol y calabaza. Hablaban lengua yutoazteca. El INAH informa que desde 2010 la erosión puso al descubierto artefactos, y los arqueólogos descubrieron por primera vez una vivienda del periodo Agricultura Temprana, que ubican entre los años 800 aC a 200 dC. “En el perfil de la tierra erosionada, el piso prehispánico de la casa se marcaba ante sus ojos, educados para localizar rastros culturales entre montones de arena disgregada. El suelo de la vivienda, que se encontró íntegra sólo la mitad, estaba cubierto de material carbonizado. “Al excavar el sedimento que lo cubrió por cientos de años, se revelaron los restos quemados de una casa de bajareque en foso, elaborada con varas entretejidas y unidas con una mezcla de tierra húmeda y carrizo. Su forma era circular. Se construyó a 40 centímetros bajo la superficie del suelo. La morada sufrió un incendio y el material con que se edificó se preservó al carbonizarse.” La arqueóloga Villalpando comenta que uno de los grandes retos de este sitio ha sido encontrar entornos no alterados por la erosión. Como parte de la tesis de posgrado en geoarqueología de Rachel Cajigas, de la Universidad de Arizona, los investigadores decidieron utilizar para los trabajos de excavación de 2015 un georradar y gradiómetro para buscar bajo el suelo desértico. Las recientes excavaciones han permitido recuperar datos sobre la casa descubierta en 2010, señaló el INAH. “Podemos inferir que las paredes fueron excavadas con un instrumento de corte circular, seguramente algún palo de madera. Una vez lograda la profundidad requerida se hacía el montaje del sostén de las paredes, con troncos de mezquite o palo fierro que permitían recibir el techo de carrizo entreverado.”

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