Cuba: reubicar a trabajadores

martes, 23 de marzo de 2010 · 01:00

LA HABANA, 23 de marzo (apro).- Yumio Awa, un japonés embelesado de las playas de Cuba, siempre solicita, al sentarse en cualquier restaurante de La Habana, tres bebidas frías. Y cuando se le inquiere por su exceso, argumenta: “Mucho personal y su servicio ¡lento, muy lento!”.

El turista nipón se asombra por el gran número de personas que laboran en un restaurante y se espanta con la demora en el servicio. El susto también lo resiente ahora el gobierno que dirige el presidente Raúl Castro, que anunció, a principios de marzo, el traslado hacia labores de “mayor productividad”, principalmente la agricultura y la construcción, de unas 40 mil personas que forman parte de “plantillas infladas” que inciden en la baja productividad.

El gobierno comunista de la isla reactivó sus programas de ajustes en el modelo de la economía del país: elimina el subsidio estatal a los trabajadores que quedan sin empleo; combate la baja productividad; impulsa una comercialización eficaz de productos agrícolas, y reubicará este año a más de 100 mil personas.

El pasado 15 de marzo, el vicepresidente del Consejo de Ministros y encargado de la cartera de Agricultura, Ulises Rosales del Toro, anunció que el gobierno de la isla cerraría unas 100 empresas agropecuarias calificadas de “ineficientes” y reubicaría a los primeros 40 mil trabajadores.

“Vamos a prescindir de no menos de 100 empresas que no resultan rentables en la actual coyuntura económica. Eliminaremos y reubicaremos a los más de 40 mil trabajadores indirectos que existen en el sector agropecuario”, dijo.

“Para incrementar la eficiencia y la producción, no necesitamos fuerza de trabajo de otros sectores, sino ajustar nuestros propios mecanismos y transformar la labor de los agricultores”, afirmó el también miembro del Buró Político del Partido Comunista de Cuba (PCC) en una reunión realizada el pasado 15 de marzo, con la Asociación Nacional de Pequeños Campesinos, en la provincia central de Villa Clara.

 

Riesgo de un colapso

 

El exceso del personal en empresas es, y ha sido, un dolor de cabeza para el gobierno de la isla. Las plantillas infladas es uno de los problemas que inciden en la baja productividad, en un país con una tasa oficial de desocupación de 1.7%. El año pasado, la productividad del trabajo decreció 1.1%, debido a diferentes factores.

La falta de productividad, la ineficiencia de los trabajadores en todos los sectores, pero el rechazo de los jóvenes a trabajar en sectores fuera del turismo, ha complicado aún más el desarrollo de la economía cubana que, tras un crecimiento económico de 1.4% en 2009, de 6% previsto, el gobierno admitió una grave crisis de liquidez y proyectó un discreto 1.9% para 2010.

"Nadie va a quedar desamparado, pero no podemos continuar haciendo las cosas como hasta ahora. Habrá a quien no le guste la nueva propuesta de empleo, pero el Estado no puede continuar subsidiando a trabajadores que queden disponibles (desempleados)”,, advirtió, a principios de febrero pasado, Salvador Valdés, secretario general de la Central de Trabajadores de Cuba (CTC).

El dirigente sindical afirmó que los trabajadores desempleados “deberán ser reorientados hacia labores productivas de mayor necesidad”.

         “Se debe rectificar la práctica de reenviar a los trabajadores para sus hogares bajo garantía salarial. Debe mantenerse el principio de la protección, pero a partir de que las personas desarrollen actividades útiles y necesarias, y que sean viables económicamente'', subrayó, por su parte, el secretario general de la CTC en la capital, Luis Castanedo.

Durante años, el gobierno siguió la práctica de enviar a sus hogares, hasta con el 60% del salario, a los trabajadores que quedaban desempleados en sus centros laborales.

El ministro de Economía, Marino Murillo, ratificó que los lineamientos del plan de la economía cubana de 2010 se basan en cinco factores fundamentales.

“Evitar gastos en divisas por un monto superior al de los ingresos; considerar los inventarios como fuente del presupuesto; limitar las nuevas inversiones en lo fundamental a aquellas que generen ingresos en divisas a corto plazo y sustituyan importaciones; dar prioridad a las producciones que generen ingresos por exportaciones, y reducir los gastos de la esfera social (subsidios), pues la economía no soporta sus cuantiosos montos”.

El periodista especializado en la economía cubana, Ariel Terrero, considera que los cambios en el modelo económico cubano deben poner a raya un ineficiente sistema de dirección burocrático-administrativo, que centraliza en exceso la toma de decisiones.

“El país evoluciona hacia un modelo que busca un compromiso más real de cada funcionario y trabajador con los objetivos económicos a su alcance, mediante una descentralización gradual de la administración y las decisiones y, sobre todo, mediante una descentralización de la responsabilidad”, puntualizó  

Para Terrero, no es la primera vez que Cuba ataca deformaciones que atentan contra la racionalidad de su economía, como las plantillas infladas, la baja productividad, el derroche energético o la necesidad de una comercialización eficaz de productos agrícolas.

           La misma Iglesia católica de Cuba, que encabeza el cardenal Jaime Ortega, ha advertido al gobierno de Raúl Castro que la economía cubana corre el riesgo de un colapso, pues la situación se ha “tornado bastante complicada y con visos de caer en picada”.

El sacerdote y máster en Ciencias Económicas, Boris Moreno, publico en febrero pasado en la revista Palabra Nueva un texto crítico de la economía cubana, en el que señala la desesperanza de la Iglesia porque los grandes cambios anunciados por el gobierno de Raúl Castro aún no se conocen.

“Con el cambio en el liderazgo del país y, según los pronunciamientos del nuevo presidente, algunos auguraron la rápida implementación de ciertas políticas que, sin desmontar el andamiaje institucional existente, daría un respiro y quizá un viraje en el entorno económico de la nación.

“Pasados casi tres años de esos acontecimientos no se vislumbra ninguna señal de los prometidos cambios. La desesperanza se ha expandido y el horizonte de un agravamiento de la crisis, atenazada por el entorno internacional, pudiera romper la frágil cohesión social”, señaló.

Estudiosos cubanos de la economía de su país, los medios de comunicación oficiales y los ciudadanos siempre preguntan, sin tener aún una respuesta que los convenza: “¿Has notado cuántas personas no pueden acreditar al final de la jornada un resultado productivo porque simulan que trabajan?”.

 

Mr

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