El infortunio de Dominique

lunes, 23 de mayo de 2011 · 01:00

Políticos franceses y funcionarios de organismos internacionales sabían de la “obsesión” de Dominique Strauss-Kahn por las mujeres. Los medios de comunicación de todo el mundo reportaron casos en los que cometió “acoso sexual”. Pese a ello, no encontró ningún obstáculo para ser director general del FMI y posicionarse como el principal precandidato del Partido Socialista francés, de cara a las elecciones presidenciales de 2012. Pero una vez que fue detenido en Nueva York, donde enfrenta un juicio por delitos sexuales, la clase política de su país se dice sorprendida y cree que todo se debe a un complot.

PARÍS, 23 de mayo (Proceso).- Tragedia. Drama. Trueno. Tsunami. Ocaso. Hoguera de las vanidades. Descenso al infierno… De las rejas del Elíseo a las rejas de la cárcel...

Para los periodistas franceses ninguna palabra, ninguna metáfora es adecuada para calificar la detención y ulterior encarcelamiento de Dominique Strauss-Kahn, acusado de delitos sexuales. Fue capturado a bordo en un avión de Air France que se disponía a despegar en el aeropuerto J.F. Kennedy.

Hasta el sábado 14, el director gerente del Fondo Monetario Internacional era uno de los hombres más influyentes del planeta. Además, los sondeos de opinión en Francia lo presentaban como el único político capaz de vencer a Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales de 2012.

“Hoy represento todo lo que quieren los franceses: competencia profesional reconocida, serenidad, calma y experiencia internacional” enfatizaba Strauss-Kahn en una plática sostenida el pasado 28 de abril con Antoine Guiral, periodista del matutino Libération. Según su interlocutor se notaba seguro de sí mismo y de su destino como futuro jefe del Estado francés.

El lunes 16 se convirtió en el preso número M1164286Y de la temible cárcel de Rikers Island, conocida como Alcatraz de la Costa Oriental. Tres días después, el jueves 19, cambió su estatus. Un gran jurado, compuesto por una docena de electores del estado de Nueva York y escogidos al azar, determinó que las pruebas en su contra eran suficientes para inculparlo formalmente de siete delitos, entre otros, intento de secuestro, violación, felación y uso de la fuerza para perpetrar estos ilícitos contra una empleada del hotel Sofitel, de Nueva York, donde el funcionario del FMI estaba hospedado.

Ese mismo día, el juez Michael Obus accedió a otorgarle la libertad condicional. Para ello aceptó todas las garantías ofrecidas por los abogados de Strauss-Kahn: entrega de sus pasaportes personal y diplomático; renuncia a todo proceso de extradición; pago de una fianza de 1 millón de dólares en efectivo; residencia permanente en un departamento de Manhattan alquilado por su esposa y vigilado las 24 horas del día por una empresa de seguridad privada cuyos gastos corren a su cargo, y uso de un brazalete electrónico.

Además, el juez le impuso una garantía financiera suplementaria de 5 millones de dólares y exigió que el acusado contratara un guardia armado para reforzar su vigilancia permanente.

 El magistrado le advirtió que cualquier violación de esas condiciones lo llevaría de regreso a Rikers Island.

“Complot”

 

La detención de Strauss provocó un cataclismo en Francia. En cafés, restaurantes, supermercados, autobuses, el metro, radio, televisión, prensa escrita y foros de discusión en la web no se hablaba de otro asunto. Nadie tenía mayores detalles sobre los hechos, pero todo el mundo opinaba, debatía, hacía chistes de pésimo gusto o se preocupaba por la mala imagen de Francia ante el mundo.

Con base en la presunción de inocencia, la mayoría de la clase política se condolió de Strauss-Kahn y su familia. Se dijo que fue “humillado” cuando lo exhibieron esposado ante la multitud, para luego encerrarlo en una celda de 12 metros cuadrados. También hubo críticas virulentas contra la “brutalidad policiaca” y el sistema de justicia estadunidense.

En cambio, Marine Le Pen, flamante lideresa del ultranacionalista Frente Nacional y candidata a la elección presidencial de 2012, aprovechó la ocasión para condenar a DSK y manifestar su simpatía a la empleada del hotel.

Políticos de todas las tendencias comenzaron a manejar la tesis de que Strauss-Kahn había sido víctima de un complot para eliminarlo de la contienda por la presidencia gala. Incluso se dijo que en esta operación estaban involucrados la CIA, enemigos dentro del FMI e incluso Vladimir Putin.

De acuerdo con un sondeo de opinión realizado el miércoles 18, 57% de las personas interrogadas estaban convencidas de que Strauss-Kahn era víctima de una sórdida maquinación.

Un fenómeno curioso es que durante casi tres días casi nadie mostró interés en saber quién era la mujer atacada. Se le mencionó como una Mata Hari contratada para acabar de una vez por todas con la brillante carrera de uno de los políticos más inteligentes de Francia.

La explosión de chovinismo y machismo fue tan violenta que organizaciones feministas, abogadas y catedráticas y mujeres de todos los ámbitos lanzaron un contraataque para que los políticos cambiaran el tono de sus declaraciones.

Al analizar los escándalos en que se han involucrado un número cada vez mayor de políticos, Stéphanie Hennette Vauchez y Ruth Rubio Marine, profesoras de derecho en Francia e Italia, respectivamente, se refirieron a las interrogantes que plantean los casos de abuso sexual.

“¿Acaso es normal que cada vez haya más sospechas de que dirigentes importantes abusan de sus posiciones e incurran en violaciones sexuales graves sin que haya consecuencias? ¿Qué nos dice esa situación acerca de la verdadera naturaleza de nuestros regímenes democráticos? Son algunas de las preguntas que las catedráticas formularon en la edición de Libération correspondiente al miércoles 18.

E insisten: “Cabe recordar que se necesitó muchísimo tiempo para poder enjuiciar a Berlusconi. Y es en este punto donde radica el problema. Es nuestra manera jurídica pero también social, política y periodística de tratar estos escándalos la que genera impunidad, o por lo menos un sentimiento de impunidad que explica en parte la frecuencia de estos comportamientos en el mundo político… Es en ese sentido que el caso de Strauss-Kahn plantea preguntas que deben poner a prueba la democracia”.

Así, de acuerdo con lo expuesto por estas profesoras, la tolerancia que manifiesta la prensa francesa para con los excesos de los políticos alcanzó su punto culminante con Strauss-Kahn.

 

El “seductor”

 

En las redacciones de todos los medios de comunicación franceses, así como en las asociaciones de corresponsales extranjeros desde hace años se les recomendaba a las periodistas que “se cuidaran como del diablo” de Strauss-Kahn.

Sus biógrafos lo describen como un “seductor empedernido”. Él mismo ha confesado “su pasión por las mujeres”. Las reporteras que lo trataron lo califican como un “obseso sexual” en el mejor de los casos.

Un periodista tuvo el valor de poner el dedo en la llaga. Se llama Jean Quatremer y es el corresponsal de Libération en Bruselas. Cuando Strauss-Kahn se lanzó a la conquista de la dirección general del FMI con el apoyo de Sarkozy, en julio de 2007, el reportero escribió en su blog:

“El verdadero problema de Strauss-Kahn es su relación con las mujeres. Las agobia y a menudo está al límite del hostigamiento. Es un defecto que todos los medios de comunicación conocen, pero del que nadie habla (estamos en Francia). Pero el FMI es una institución internacional en la que prevalecen usos y costumbres anglosajones. Un gesto indelicado, una alusión demasiado precisa podría desatar la debacle mediática.

Un año más tarde, el Wall Street Journal reveló la relación extraconyugal del flamante funcionario del FMI con una de sus subordinadas, Piroska Nagy. El escándalo estuvo a punto de costarle el puesto.

El semanario L’Express publicó una carta de la efímera amante de Strauss-Kahn en la que explicaba que había sido objeto de un largo hostigamiento. Quatremer publicó la misiva en su blog. No pasó nada. La prensa no mostró interés en “las pulsiones sexuales mal controladas” del funcionario financiero. Lo mismo ocurrió con el Partido Socialista. Conforme transcurrían los meses, Strauss-Kahn se iba imponiendo en los sondeos de opinión como el candidato ideal para las elecciones presidenciales de 2012.

El miércoles 18, el matutino France Soir, recién adquirido por el hijo de un magnate ruso, publicó una nota casi alucinante en la que uno de los colaboradores cercanos de Strauss-Kahn afirmó en forma anónima:

“Llevaba varios meses pidiendo que Dominique estuviera acompañado por dos guardaespaldas. No había que dejarlo solo. No por temor a una agresión, sino… para impedir que mi amigo se enredara con su problemática sexual.”

 Michel Broué, periodista del prestigiado diario electrónico Mediapart, exhortó a las víctimas de Strauss-Kahn a que rompieran la ley del silencio.

Escribió: “¿Acaso amar a las mujeres es intentar abusar de ellas? ¿Acaso lo que sucedió en el hotel Sofitel no es la continuación

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