California: Cárceles inhumanas
LONDRES (apro).- Las condiciones penitenciarias en las celdas de aislamiento máximo de California, en Estados Unidos, son inhumanas y están provocando al sufrimiento de miles de prisioneros, en clara violación con las leyes internacionales y los estándares de trato humano, según denunció este jueves 27 de septiembre en Londres el organismo defensor de los derechos humanos Amnistía Internacional (AI).
En un informe de 68 páginas titulado “The Edge of Endurance: Conditions in California’s Security Housing Units” (Al borde de la resistencia: Condiciones en las unidades de seguridad penitenciarias de California), AI reveló que los prisioneros en aislamiento de ese estado estadunidense son conferidos por al menos 22 horas y media al día en celdas que miden menos de ocho metros cuadrados, en muchos casos que podrían considerarse de “tortura”.
En la prisión de Pelican Bay State, más de mil presos son destinados a celdas en solitario sin ventanas, con pobre acceso de luz natural y en condiciones inhumanas. Amnistía denunció, además, que el ejercicio físico para estos presos es muy limitado, a sólo una hora y media diaria, y se reduce a ejercitar solos en un patio de concreto con paredes de 6 metros de altura, sin casi poder ver el cielo.
La ONG con sede en Londres basó su investigación en evaluaciones a unidades de aislamiento de California y dio a conocer la situación unos tres mil prisioneros, incluidos 78 que pasaron más de dos décadas en celdas de aislamiento.
AI sostuvo que dichos presos no cuentan con acceso alguno al trabajo, a programas de rehabilitación o a actividades grupales de algún tipo.
También denunció que se les impide tener cualquier contacto con el mundo externo, consultas con expertos médicos o visitas de familiares, abogados o amigos. Además, se les prohíbe mantener conversaciones telefónicas regulares con allegados, un derecho que deberían tener todos los presos.
“Las condiciones y extensión del encarcelamiento en las unidades de aislamiento de California son simplemente shoqueantes (sic)”, afirmó Ángela Wright, investigadora de Amnistía Internacional que visitó un número de prisiones de ese estado.
“Privar a prisioneros que pasan mucho tiempo en celdas de confinamiento de luz natural, ejercicios físicos adecuados o contactos humanos significativos es una medida punitiva innecesaria e injustificable en toda circunstancia. El acceso a la luz natural y al ejercicio físico son necesidades básicas, esenciales para la salud física y mental de una persona”, continuó la experta.
De acuerdo con cifras provistas por el Departamento Correccional y de Rehabilitación de California, en 2011 más de 500 prisioneros pasaron diez o más años en celdas de aislamiento, más de 200 fueron encerrados por más de 15 años y 78 superaron las dos décadas en dichas unidades aisladas de prisiones.
Incluso, cuando las celdas de aislamiento tienen como intención albergar a casos extremos, muchos prisioneros allí terminan padeciendo enfermedades mentales y problemas de comportamiento severos, informó AI, al indicar que en algunos casos los prisioneros enviados a dichas celdas cometieron infracciones menores o de desorden público.
Más de dos mil prisioneros están cumpliendo penas en celdas de aislamiento luego de haber sido considerados o “validados” como miembros o asociados de bandas criminales en prisiones.
Un prisionero, que pasó 22 años en una celda de aislamiento extrema de la cárcel de Pelican Bay, contó a Amnistía Internacional que los investigadores de la ONG habían sido las primeras personas “del mundo exterior” que veía en años.
Un preso de origen mexicano escribió en diciembre de 2011 que no tenía visitas de sus padres mayores de edad desde que había sido sentenciado a una celda de aislamiento en Pelican Bay en 1999.
Durante años el hombre, cuya identidad no fue dada a conocer por razones legales, pidió ser transferido a una prisión más cercana a la vivienda de sus padres ancianos, pero fue informado que sólo se cumpliría con ese pedido “si proveía información (sobre otros miembros de bandas criminales dentro de prisión)”.
“En noviembre de 2009 mi madre murió y nunca pude verla. La última vez que hablé con ella fue en 1999”, dijo el mexicano a Amnistía.
En ese sentido, Ángela Wright sostuvo que AI “entiende perfectamente” los desafíos que enfrentan las autoridades penitenciarias de California a la hora de lidiar con bandas criminales dentro de las cárceles, y agregó que reconoce que algunas veces es necesario segregar a prisioneros por razones disciplinarias o de seguridad.
“Sin embargo, las condiciones actuales de aislamiento son extremadamente severas y utilizadas demasiado frecuentemente. La segregación de los presos debería imponerse sólo en circunstancias excepcionales y por cortos períodos en lo posible”, destacó la experta.
Los prisioneros consultados por Amnistía en sus celdas de aislamiento, en Pelican Bay, denunciaron una serie de problemas físicos y mentales como consecuencia de su aislamiento extremo.
Las consecuencias psicológicas severas y muy negativas del aislamiento de presos quedaron reflejadas en datos de distintas jurisdicciones a los que tuvo acceso AI, y que muestran que los suicidios suelen ocurrir más frecuentemente en unidades de aislamiento que en las celdas generales.
En California y durante un período de cinco años, entre 2006 y 2010, el número de suicidios en prisiones fue de 34 promedio por año, con 42% de ellos que ocurrieron en unidades de aislamiento o segregación extrema.
Además, estudios recientes dieron cuenta de los efectos negativos como consecuencia del aislamiento prolongado, incluso después de la liberación del preso, y de cómo la falta de programas de transición o rehabilitación de los reclusos previo a su salida de unidades de aislamiento dificulta mucho su integración en la sociedad.
En el informe dado a conocer el pasado 27 de septiembre, AI reveló además que en la prisión estatal californiana de Corcoran (CSP-COR) hay una población incluso mayor a la Pelican Bay de presos confinados en celdas de aislamiento extremo.
Dicha cárcel, abierta en 1988, alberga a mil 350 presos en centros de aislamiento desde noviembre de 2011, la mitad de ellos que admitió son miembros de bandas criminales dentro del centro.
“Las recientes propuestas de reforma al sistema penitenciario no van lo suficientemente lejos para resolver las muchas y muy serias preocupaciones que tiene Amnistía Internacional por las unidades de aislamiento de California, si no se hacen cambios como los que proponemos, California estará violando las leyes internacionales y los estándares de trato humano a prisioneros, como también incumpliendo con la prohibición contra la tortura y otros malos tratos”, concluyó Wright.
En su reporte, AI exhortó a las autoridades de California a limitar el uso de las celdas de aislamiento y sólo aplicarlo “en casos de última necesidad” a prisioneros “cuyo comportamiento constituya una amenaza constante a la seguridad de otros”.
También pidió mejorar las condiciones de todos los presos confinados en celdas de aislamiento, incluida una mayor provisión para ejercicios físicos y contacto con otros humanos, “incluso en los casos más restringidos”.
Amnistía exigió a las autoridades de Estados Unidos que les permitan a los presos de dichas celdas comunicarse telefónicamente con sus familias y poder acceder a programas de rehabilitación y transición, con el fin de que puedan reinsertarse mejor a la sociedad una vez fuera de las prisiones.
Finalmente, sostuvo que aquellos presos que pasaron varios años en celdas de aislamiento “deben ser retirados de allí de inmediato” y ser transferidos a otras celdas comunes.
Como explicó uno de los presos de Pelican Bay que pasó casi siete años en una celda de aislamiento:
“Es tortura...torturan a la gente. No hay programas de rehabilitación, ni iglesias, ni educación o materiales para artistas. Nos dicen que no podemos estar en celdas comunes porque somos demasiado peligrosos, pero eso no es cierto. No es cierto cuando dicen que todos los detenidos en unidades de aislamiento somos ‘lo peor de lo peor’. Muchos de los presos han sido destinados a celdas de confinamiento solitario por más de 15 años, algunos hasta por más de 20. Incluso a mí, que pasé casi siete años en esas celdas, el dolor de la soledad sigue resonando dentro mío... así que imaginen el efecto que esto tiene en nuestras mentes”.