MÉXICO, D.F. (apro).- Mientras continúan los esfuerzos para realizar una nueva conferencia en Ginebra en la que se encuentre una salida negociada a la guerra civil en Siria, Rusia envió una partida de cohetes de defensa C-300 a Damasco, en lo que ha sido tomado como una muestra más del callejón sin salida al que ha llegado la situación en el país árabe.
Rusia alega que está cumpliendo con un acuerdo de provisión de armamentos defensivos firmado en 2010, antes de que el conflicto empezara, pero es un hecho que el envío de dichos sistemas se aceleró en los últimos seis meses. La información se conoció después de que, a comienzos de mayo, Israel bombardeara varias ubicaciones en Siria, y cuando distintos gobiernos occidentales han propuesto la creación de una zona de prohibición de vuelo.
Las armas rusas
Según fuentes citadas por el diario ruso Nezavisimaya Gazeta del 16 de mayo de 2013, además de los nuevos y modernos sistemas de defensa, en las divisiones antiaéreas sirias actúan asesores militares rusos. Los nuevos C-300 tienen un radio de acción de 75 a 150 kilómetros. Esto significa que pueden ser usados contra Israel o la guerrilla interna.
En 2007, los anticuados sistemas antiaéreos de la época soviética emplazados en Siria demostraron su inutilidad, cuando los israelíes bombardearon instalaciones donde sospechaban que había un reactor nuclear, en el noreste de Siria. Desde entonces, el régimen de Assad decidió renovar su armamento con Rusia. Los bombardeos israelíes de comienzos de este mes volvieron a mostrar las debilidades del sistema de defensa antiaéreo sirio.
Los nuevos misiles permitirán al régimen impedir que fuerzas extranjeras provean de armas a la oposición por vía marítima. Esto empujará cualquier actividad militar occidental más lejos de la costa.
Aleksei Victorovich Sarabiev, del Instituto de Estudios Orientales de la Academia de Ciencias de Rusia, dijo a Proceso desde Moscú que “la provisión de armamento no ofensivo es una demostración de la decisión de Rusia de defender su punto de vista.
“La posición de Moscú, aunque puede ser vista como una agudización del conflicto, es más que nada una exigencia de que se tome en cuenta a un jugador de peso mundial como Rusia.”
Yezid Sayigh, del Centro Carnegie en Beirut, dijo a Proceso que el envío de armas por parte de Rusia es “una reacción a los recientes golpes israelíes y a las amenazas estadunidenses de armar a la oposición, para reforzar la idea que han mantenido desde el principio: no van a permitir una intervención militar en Siria.
Indirectamente esto fortalece al régimen, porque Assad sabe que los rusos no permitirán una escalada militar contra ellos. Pero los rusos pueden pensar que a medida que le aseguran al régimen que no van a permitir intervención militar, esto permitirá negociar seriamente”.
La conferencia sin fecha
El secretario de Estado de Estados Unidos, John Kerry, y su par ruso, Serguei Lavrov, anunciaron el 7 de mayo la propuesta de realizar una nueva conferencia internacional en Ginebra para destrabar el conflicto sirio —que ya ha provocado cerca de 80 mil víctimas— y sentar en la mesa de negociación al gobierno y a las fuerzas opositoras.
Desde entonces, Lavrov, Kerry, Ban Ki-Moon —secretario general de las Naciones Unidas— y Lakhdar Brahimi, su enviado especial, han estado viajando por todas las capitales árabes para encontrar un consenso. El viernes 24 de mayo, Lavrov anunció que el gobierno sirio participaría en la Conferencia, al tiempo que Irán también anunciaba su disposición a formar parte del esfuerzo diplomático.
En junio de 2012 se realizó una primera conferencia, en la cual se llamaba a una negociación de las dos partes, pero fracasó por la negativa de la oposición, respaldada por Estados Unidos, de negociar con el régimen de Assad, ya que ponen como condición que éste renuncie antes de llegar a ningún acuerdo.
Ahora, parece que Estados Unidos ha vuelto sobre sus pasos, y aceptaría una posible negociación con el régimen de Assad. Sin embargo, nada está confirmado.
Para Yezid Sayigh, “existe una gran posibilidad de que la conferencia de Ginebra no se celebre. Los rusos y los estadunidenses han dicho que quieren sostener la conferencia sobre la base de la conferencia de Ginebra del año pasado, pero no veo que ninguna de las partes, ni el régimen ni la oposición, estén dispuestas a negociar en ese marco”.
“Rusia presiona a Assad para hacer algunas concesiones, pero no va a permitir que la oposición, a la que ve inspirada por Arabia Saudita y Estados Unidos, fuerce un cambio por medios militares. Así las cosas, la oposición no acepta discutir con Assad, y los rusos dicen que tiene que haber una negociación entre las dos partes”, agrega.
De esta manera, la conferencia sería “una forma de poner la situación en un limbo diplomático y no hacer nada más, admitir el fracaso, que la oposición siga luchando con algún apoyo de Arabia Saudita y de algunos países occidentales, pero nada más serio. La única posibilidad de que haya éxito es que Assad se mantenga hasta la próxima elección y conserve el derecho de presentarse. Esto es inaceptable para la oposición, pero no veo que el régimen acepte otra cosa, porque ahora se siente confiado”.
“Si la conferencia fracasa, Estados Unidos va a decir que hicieron lo máximo posible. Es un mensaje a la oposición, de que los van a apoyar políticamente y con algunos fondos, pero no van a ir más allá, porque no les interesa el asunto sirio”, señala Sayigh.
Siria se fractura
Tras más de dos años de conflicto, Siria está empezando a romperse entre una variedad de grupos armados, y pareciera que ninguna autoridad puede volver a juntar el rompecabezas. El gobierno, apoyado por Irán y por Hezbollah en el Líbano, refuerza su control desde Damasco —en el sur— hasta Homs, en el centro, y la franja costera en el occidente. En el norte, la minoría kurda, vinculada a los separatistas kurdos en Turquía y en Irak lucha por establecer un Kurdistán independiente. En el resto del país se afianza la mayoría sunita, influenciada por Arabia Saudita y las dinastías del Golfo Pérsico, donde cada vez tienen una mayor influencia los grupos islámicos y más radicales, como Jabet al-Nusra, la rama local de Al Qaeda.
El problema para Estados Unidos y la OTAN es que, si bien mantienen el objetivo de sacar a Assad, no tienen mucho en común con las brigadas rebeldes que pretenden reemplazar al actual régimen por un régimen islámico.
Además, según Yezid Sayigh, la Coalición Nacional de Oposición, que ha sido reconocida por Occidente como la representante del pueblo sirio, está en una “crisis terminal” por las diferencias entre los distintos agrupamientos. El Ejército Sirio Libre, que actúa dentro de Siria y que está aliado a la Coalición, está enfrentado con la Hermandad Musulmana, la organización política más fuerte.
Las profundas discrepancias en el seno de la Coalición han puesto en duda el anuncio de formar un gobierno provisional en las zonas sirias que controla. Frente al debilitamiento de la Coalición Nacional, la representación pasará cada vez más a los grupos que están adentro de Siria, incluyendo a los grupos islamistas más radicales, provocando una fragmentación mayor.
Visto desde Moscú, el principal problema para llegar a una salida negociada en Siria no es la posición rusa, ni la provisión de armamento al régimen de Assad. “Las dificultades para una negociación no son los pasos legítimos que da nuestro país, sino la total ausencia de unidad en la oposición siria y el excesivo apoyo político e incluso la dependencia ideológica de algunos países árabes”, dice Aleksei Victorovich Sarabiev.
Mientras tanto, la crisis humanitaria continúa profundizándose. Según Naciones Unidas, a comienzos de mayo el número de desplazados internos de Siria se duplicó y más en los últimos dos meses, y uno de cada tres sirios necesita asistencia inmediata. El Alto Comisionado para los Refugiados de las Naciones Unidas (ACNUR) cree que cerca de 50% de la población de 24 millones de personas puede llegar a ser desplazada de sus hogares a fines de 2013.