Presupuesto mundial para la educación beneficia a los más ricos, denuncia Unicef

jueves, 22 de enero de 2015 · 14:02
MÉXICO, D.F., (apro).- El Fondo para la infancia de las Naciones Unidas (Unicef) dio a conocer los resultados de un nuevo estudio sobre la educación en el que asegura que los recursos públicos destinados por los gobiernos a ese rubro benefician más a los ricos. Y da otro dato no menos inquietante: Los países más pobres reciben 18 veces menos recursos públicos para educación que los más ricos. Según el estudio dado a conocer en la cumbre de Davos, en promedio 46% de los recursos empleados en educación pública en los países de bajos ingresos beneficia directamente al 10% de los estudiantes más instruidos, mientras que en los países de renta mediana y baja la cifra es del 26%. Ese desequilibrio favorece desproporcionadamente a los niños de los hogares más ricos que normalmente alcanzan los niveles más altos de la educación, consigna el Unicef. “Hay cerca de mil millones de niños en edad escolar primaria y del primer ciclo de secundaria en el mundo. Hay por tanto mil millones de razones para invertir en la educación”, dice Yoka Brandt, Directora Ejecutiva Adjunta del organismo. Añade que muchos de esos niños no reciben educación de calidad debido a la pobreza, el conflicto y la discriminación por razones de género, discapacidad y origen étnico. “Para cambiar esto, necesitamos revisar radicalmente las prácticas actuales, proporcionando más recursos y asignándolos de manera más equitativa”, advierte. No es el único problema, el estudio destaca otra grave crisis en la educación: El progresivo estancamiento del acceso a la educación. Actualmente 58 millones de niños en edad escolar primaria no van a la escuela, con lo que “está claro que no se cumplirá el Objetivo de Desarrollo del Milenio 2”, de lograr la enseñanza primaria universal, lamenta el organismo. El problema, añade el Unicef, se agrava aún más debido a que muchos de los que asisten actualmente a clase no están aprendiendo realmente. “Los datos revelan que 130 millones de niños que llegan al cuarto grado no dominan las bases de la lectura y la aritmética”. Y esta situación, advierte, va a empeorar a medida que aumente la población en edad escolar. De acuerdo con estimaciones del organismo internacional, para lograr la educación básica universal, el mundo tendrá que matricular a otros 619 millones de niños con edades entre los tres y 15 años en 2030, lo que significa un incremento del 57% con respecto a las cifras actuales. Sin embargo, en los hechos hay una disminución en los recursos públicos para la educación. En 46 países de bajos ingresos, señala, hay un déficit de financiación anual de 26 mil millones de dólares para la prestación de la educación básica universal, y desde 2009 la ayuda oficial al desarrollo para la educación ha disminuido en un 10%. El déficit, abunda el organismo no es tan grave si se considera que para eliminarlo se requiere sólo el 5% de los beneficios anuales de las 15 empresas con mayores ingresos del mundo. Por ello hace un llamado en su informe a los gobiernos y donantes a que aumentes su gasto en educación y garanticen que los fondos se utilicen de manera más eficiente y se distribuyan de manera más equitativa. El documento exhorta a los gobiernos a que establezcan una prioridad de las necesidades de los niños más marginados, que son los pobres, las niñas, las minorías étnicas y lingüísticas, los niños con discapacidades y los que viven en zonas de conflicto. El sector privado, añade el documento, también tiene un papel vital que desempeñar en la movilización de recursos para la educación. “Hemos sabido durante mucho tiempo que la educación puede romper el ciclo persistente de la pobreza y la desventaja para los niños, las familias y los países. Pero para hacer esto, los gobiernos y el sector privado tienen que invertir no sólo más fondos, sino también invertir de forma más inteligente en la educación”, afirma Brandt. En el caso de los gobiernos, el Inicef sugiere emplear más recursos de sus presupuestos nacionales para educación; adoptar políticas de asignación de recursos destinados explícitamente a los niños y regiones más desfavorecidos para reducir la brecha de la equidad. Los países de bajos ingresos deben dar prioridad a la educación básica y los de ingresos medios deben dirigir las inversiones principalmente a la educación secundaria, técnica y profesional, mientras que los países de altos ingresos deben centrarse en la educación terciaria. Todos deben centrarse en inversiones que tengan mayor impacto posible en materia de acceso y aprendizaje. Para ello, dice el Unicef, es preciso determinar cuáles son las intervenciones y las políticas económicas más rentables sobre una base de país por país, utilizando pruebas sólidas. Además, tienen que fortalecer los sistemas de evaluación del aprendizaje, en particular para los primeros grados, y recopilar mejores datos sobre los niños marginados, en particular con discapacidad, para asegurarse de eliminar los obstáculos en el acceso a la educación. Asimismo, deben proporcionar programas no oficiales o de “segunda oportunidad” para dar a los niños y a los jóvenes excluidos oportunidades para recibir educación. En el caso de los donantes, el Unicef, advierte que deben aumentar la ayuda a la educación porque los recursos externos son insuficientes; centrar sus inversiones en países de bajos ingresos en educación prescolar, primaria y del primer ciclo de secundaria y asignar una cuota de 10% de la ayuda humanitaria mundial a la educación. Y el sector privado, puntualiza el organismo, debe invertir en educación y desempeñar un papel más importante en la movilización de recursos para el sector, así como armonizar los objetivos y prácticas empresariales con metas educativas. El informe del Unicef es el primero de una serie que presentará este año con el apoyo de la Fundación Bill y Melinda Gates.

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