Piñera no ha logrado mantener la gobernabilidad del sistema: Gabriel Salazar, historiador chileno

jueves, 31 de octubre de 2019 · 14:14
VALPARAÍSO, Chile (apro).- “Estamos ante un problema de fondo cuya única salida es una reforma profunda del modelo, lo que necesariamente pasa por un proceso constituyente, abierto a la ciudadanía”. Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado el sociólogo e historiador y académico de la Universidad de Chile, Gabriel Salazar, en relación con el movimiento social que sacude el país -desde el viernes 18 de octubre- y al que define como “revolución ciudadana” o “de la sociedad civil”. En entrevista con Apro Salazar estima que no hay en toda la historia de Chile un proceso revolucionario comparable con el actual. “Hubo reventones sociales por situaciones parecidas en 1903, 1905, 1957. En los años ochenta, bajo el régimen dictatorial de Augusto Pinochet (1973-1990) se registraron 22 jornadas nacionales de protesta, pero nunca había existido un estallido como este”, señala. Complementa: “No hay duda que este es el ‘reventón social’ más extendido, violento y significativo que ha tenido Chile en toda su historia”. Gabriel Salazar estima que las protestas de los ochenta se diferencian de las actuales en el hecho que aquellas tenían un objetivo político muy claro: que se fuera Pinochet; en cambio las de ahora -asegura- “son protestas nacionales que atacan un modelo”. El académico sostiene que el modelo neoliberal -que se instaló en Chile tras el golpe militar de 1973- “generó un cansancio ciudadano” que distintas agencias han venido registrando, desde 1991. Aquel año, el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD) publicó una investigación en la que se sostenía que “el 54% de los chilenos adultos rechazaba, no creía o no confiaba ni en el Estado ni en los partidos políticos, y, menos aún, en los políticos”, destaca Salazar. Según los antecedentes que él maneja, este descontento ha ido creciendo hasta llegar a más del 95%, en 2017. Por lo mismo, afirma: “hay aquí una caldera de fondo muy profunda, muy potente, que casi abarca el 100% de la ciudadanía. Y eso ha venido siendo ignorado por la clase política civil”. Lo anterior daría origen -en su opinión- “a una crisis gravísima de representación lo que tiene que generar –necesariamente- un reventón revolucionario, si lo miramos con los patrones históricos tradicionales”. “(Tras los últimos sucesos) lo que está claro es que este gobierno no ha logrado mantener la gobernabilidad del sistema. Lo que le pasó a Pinochet en los años 80’, está pasando con el modelo neoliberal en los años 10’, desde el 2011 hasta el día de hoy”, dice el investigador. Según él, los sucesos recientes cuentan con un agravante: “es evidente que la policía no fue capaz de mantener el orden frente a la explosión de este malestar social; y que el Ejército, al entrar en acción en el toque de queda (19 de octubre) tampoco fue capaz… o ambos no quisieron hacerlo, que es una hipótesis que está dando vueltas en mi cabeza, que es muy difícil comprobar”. Salazar (1936), que obtuvo el Premio Nacional de Historia en 2006, es considerado uno de los historiadores sociales más prolíficos de Chile. Estudió en el Liceo de Aplicación (Santiago) y luego en la Universidad de Chile donde, además de Historia, se tituló en Sociología y Filosofía. Fue ayudante de Mario Góngora, uno de los historiadores chilenos más importantes del Siglo XX. Tras el golpe militar de 1973 fue apresado y torturado en el centro de detención Villa Grimaldi, de Santiago. En 1976 emigró a Reino Unido donde se doctoró en Historia Social y Económica (Universidad de Hull). Volvió a Chile en 1985, año en que publicó su obra más importante: Labradores, peones y proletarios. Ha estudiado con mucho detenimiento las revueltas populares y los procesos constituyentes verificados a lo largo de la historia de Chile. Por lo mismo, es una de las voces más autorizadas para opinar sobre la “revolución de la sociedad civil”, como también define al presente ciclo de protestas, iniciada el 18 de octubre. Los secundarios “muestran el camino” El “octubre chileno” partió con protestas de estudiantes secundarios contra el alza del pasaje de Metro, materializada el 6 de octubre. A estas manifestaciones se sumó el conjunto de la ciudadanía luego de contemplar, con espanto y rabia, la brutal represión policial ordenada por el gobierno del presidente Sebastián Piñera. En la entrevista, Salazar sostiene que el gobierno “está claramente superado porque está encerrado en ciertos clichés y no logran desprenderse de eso”. Expresa que el más recurrente de estos lugares comunes es echarle “toda la culpa a ‘vándalos’, asumiendo que ellos son seres poco menos que extraterrestres”. Reprocha Salazar: “No asumen la crisis del modelo o el fracaso de su propio gobierno. Eso ni siquiera lo piensan”. El sociólogo e historiador identifica en las protestas una debilidad que puede ser su fortaleza. “No tienen una dirección política clara, porque en Chile ya no hay izquierda, ni parlamentaria ni extraparlamentaria, porque toda la ideología de izquierda está demodé (…) y no ha surgido una alternativa profunda en el plano político… que se pueda plantear y definir objetivos”. A su entender “ese problema hace que esta crisis sea extremadamente compleja”. No obstante, el autor de Violencia política popular en las "grandes alamedas" (1990) opina que la alternativa política “existe larvada en la masa ciudadana, en las comunidades locales, en muchos lugares donde la juventud ha logrado desarrollar más sus críticas (al modelo)”. Le consultamos a Salazar en relación con la virulencia y extensión del estallido social, en que centenares de supermercados, bancos y todo tipo de oficinas de empresas concesionarias de servicios básicos (agua, luz, telefonía) y de transnacionales como McDonald’s, han sido quemadas, en un proceso que se ha extendido por todo el país. “Cuando tú estás en una situación de opresión extrema, en que no te dan canales de salida, válvulas de escape por el lado político partidista, la reacción es contra la materialidad del problema”. Continúa: “en una sociedad como la chilena, que pone el énfasis en los supermercados, en el consumo, la tendencia -igual que en la época en que los trabajadores incendiaban las faenas, destruyendo las máquinas y haciendo sabotajes- es atacar la materialidad del sistema, porque no hay alternativa clara para alcanzar objetivos políticos”. Pese a que ya han transcurrido casi dos semanas del inicio del estallido, las protestas se mantienen firmes y se expanden por todo el territorio. El viernes 25 más de un millón de personas se concentraron en la emblemática Plaza Italia de Santiago; y otros tantos protestaron en otras ciudades de este país de 17 millones de habitantes. Este miércoles 29 hubo huelga general convocada por la coordinadora Unidad Social -que agrupa a un centenar de agrupaciones sindicales, sociales y ambientalistas- la que tuvo gran acogida entre empleados fiscales y sectores productivos privados. Pese a que las manifestaciones han derivado en desabastecimiento de bienes básicos, el respaldo a estas alcanza niveles insospechados. De acuerdo con el sondeo Pulso Ciudadano, de la consultora Activa Research, realizado el 22 y 23 de octubre, un 83.6% de la población está de acuerdo o muy de acuerdo con las manifestaciones. Este mismo estudio evidencia que la aprobación del gobierno de Piñera es de un 13.9%; y su desaprobación, de un 78.8%. Esta es la peor cifra de apoyo registrada por un gobierno desde el inicio de la transición a la democracia, en 1990. “El gobierno está claramente superado… están encerrados en ciertos clichés de los que no logran desprenderse. Toda la culpa la echan a ‘vándalos’, asumiendo que estos son seres poco menos que extraterrestres, que aparecen de ninguna parte. No asumen que la causa del problema es la crisis del modelo o el fracaso de su propio gobierno”. Asamblea constituyente El radical cuestionamiento al modelo neoliberal que se evidencia en las movilizaciones ciudadanas, ha puesto en cuestión el conjunto de la institucionalidad de la transición, que tiene en la Constitución Política dictada por Pinochet, en 1980, su pilar fundamental. Importantes referentes de la oposición política y del propio oficialismo -como el senador Manuel Ossandón- han señalado que la solución a la crisis pasa por dotarse de una nueva carta magna. Este miércoles 30 el vocero de la Corte Suprema, Lamberto Cisternas, en entrevista con CNN Chile, abordó la materia. “El clamor de la ciudadanía es tan grande, que deberíamos abocarnos a eso”, sostuvo. Piñera, al ser requerido en relación con los dichos del alto magistrado, expresó: “No lo descarto”. Con el historiador Salazar -a quien entrevistamos bajo el incansable bullir de las cacerolas- abordamos este punto. “Si la ciudadanía no toma consciencia de que ella tiene que pasar ahora, de la protesta o el mero saqueo a una actitud soberana de convocarse a una gran asamblea constituyente para cambiar este modelo que tanto le estorba, va a seguir teniendo la vieja alternativa de desfilar por las calles pidiendo, protestando o saqueando de vez en cuando, de pura rabia, por las cosas que no se pueden resolver… Y sería muy triste para nosotros continuar en esta línea”. Salazar -que es autor del libro En el nombre del Poder Popular Constituyente (Chile, Siglo XXI), editado en 2011- dice que para que una nueva constitución refleje los anhelos de la ciudadanía movilizada “a los políticos hay que dejarlos fuera”. Arguye: “Los políticos creen que ellos tienen la soberanía. Se han convencido de eso, porque tienen que mantener su negocio que es ser político, que es un gran negocio en Chile, en este momento. Por tanto, si la ciudadanía no toma consciencia que ella es la soberana y que ella tiene que controlar el proceso constituyente, vamos a repetir el cuento del proceso constituyente de Bachelet (2017), que fue un chiste y que –por supuesto- Piñera no recogió ni continuó”. Salazar estima que Piñera “no va a ser capaz de iniciar un proceso constituyente legítimo. Si no lo hacemos nosotros, vamos a caer de nuevo en lo mismo de siempre”. --¿Se necesita un líder para que haya una revolución? -- le consultamos. “Sería muy lamentable que así fuera. Generalmente, cuando las revoluciones se personalizan en un líder, se acaba la democracia interna… para que haya una revolución que llegue hasta el final, triunfante, no tiene que mandar un líder, si no que una asamblea. Sin una asamblea de bases, que se mantenga, se van a producir diferentes movimientos caudillistas, escapistas, personalistas, individualistas (…) Entonces, la única posibilidad que seamos capaces de manejar todos los procesos de cambio, es desde abajo. Si no lo hacemos, vamos a repetir lo que pasó en Venezuela y hasta en Bolivia”.

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