Tiranía contemporánea
El premio Herralde de Novela 2010, creado por la editorial Anagrama, fue concedido a Antonio Ungar (Bogotá, 1974) por su obra Tres ataúdes blancos (Col. Narrativas hispánicas No. 481; Barcelona, 2010, 284 p.). El colombiano es poco conocido en nuestro país y autor de las novelas Zanahorias voladoras y Las orejas del lobo. Además escribe crónicas y reportajes para periódicos y revistas de Colombia, Estados Unidos y Europa.
La novela Tres ataúdes blancos se ubica dentro de la tradición de novelas hispanoamericanas que tratan sobre tiranos, dictadores, caudillos, caciques y hombres fuertes, como Facundo (1845) de Faustino Sarmiento, Tirano Banderas (1926) de Ramón del Valle Inclán, La sombra del caudillo (1929) de Martín Luis Guzmán, El señor presidente (1946) de Miguel Ángel Asturias, La muerte de Artemio Cruz (1962) de Carlos Fuentes, Maten al león (1969) de Jorge Ibargüengoitia, Yo el supremo (1974) de Augusto Roa Bastos, El recurso del método (1974) de Alejo Carpentier, El otoño del patriarca (1975) de Gabriel García Márquez y La fiesta del chivo (2000) de Mario Vargas Llosa, entre otras.
La anécdota ocurre en Miranda un país imaginario latinoamericano. Ahí el líder de la oposición es asesinado por denunciar la corrupción del presidente de la república y sus allegados. El narrador José Cantona, por su gran parecido con el inmolado, es propuesto por los contrarios para suplantarlo y hacer creer que el atentado fracasó. También para continuar en la lucha política e intentar derrotar al tirano en las urnas. A partir de ahí se desencadena una lucha encarnizada entre los rivales. En ella los poderosos recurren al secuestro, los asesinatos, los infundios y la utilización de grupos terroristas de izquierda y derecha para provocar la desconfianza entre la población y desalentar a los antagonistas. En este terrible pandemóniun la única luz para Cantona será Ada, la mujer que lo asiste y le da su amor a pesar de los duros presagios.
En Tres ataúdes blancos Ungar caracteriza a la tiranía contemporánea en Latinoamérica. El poder se concentra en el dictador, quien somete al poder legislativo, así como controla a los aparatos de justicia y represivos. También crea otros cuerpos violentos que disfraza con diferentes ideologías para amenazar y reprimir. De esta manera realiza actos terroristas en ciertas zonas que le permiten al tirano intervenir para encarcelar o suprimir a los adversarios. Igualmente domina la radio, la televisión y la prensa e impone una visión de la realidad que le es favorable.
No obstante, la negación de la libertad provoca que varios se rebelen y combatan al despotismo, a través de mostrar la injusticia y arbitrariedad del gobierno o recurran a las armas para establecer un orden diferente.
En Tres ataúdes blancos Ungar continuamente sorprende al lector con acciones inesperadas que libran a la trama de caer en lo predecible. Las mutaciones mantienen la tensión y hacen la lectura cautivante. Además logra una caracterización notable de las modernas dictaduras latinoamericanas encubiertas con velos democráticos.