Viva la vida

lunes, 16 de mayo de 2011 · 01:00

Me une a Ciudad Juárez un extraño rastro umbilical de viajes, historias y escritos, conferencias, conversaciones nocturnas, paseos por una ciudad que muchas veces de tan real me parecía irreal.

 

Aquí en Ciudad Juárez se inventó el villismo y su épica. La ciudad favorita de Pancho desde que la tomó en 1911 hasta que con un caballo de Troya encarnado en un tren carbonero la volvió a tomar en 1913. Ésta fue la ciudad de su alma, centro del contrabando de balas, lugar de las entrevistas enloquecidas con periodistas norteamericanos.

 

Aquí se reunieron apaches, chinos, alemanes, emigrantes de todas las emigraciones y ochenta años después se volvió la ciudad dormitorio de El Paso y el gran trampolín del salto hacia el norte de miles de emigrantes centroamericanos y mexicanos.

 

Fue la ciudad del absurdo y terrible feminicidio, aún ahora no resuelto, incomprensible y bárbaro, aterrador.

 

Fue la primera ciudad en caer en el caos de la guerra de Calderón contra el narco. La primera ciudad donde llegó el horror organizado, la ineficacia estatal, el nuevo gobierno paralelo de las bandas, las bajas <<colaterales>>, el toque de queda, la desesperanza.

 

Y milagrosamente se mantiene en pie y esto forma parte de una de las frecuentes hazañas de los mexicanos, una metáfora de los mejor y lo peor de este país.

 

Y hasta aquí llegan Edmond Baudoin y su cuate Troub’s, de oficio dibujantes, de oficio contadores de historias, para narrar lo imposible: los sueños de los supervivientes.

 

Y hay en ellos una tremenda empatía con los castigados de la tierra, con la ciudadanía amenazada, con los ciudadanos y su fragmentada esperanza. Y tienen una vocación de caminar y contar, registrar, dar voz a los que no suelen tenerla.

 

El libro en el que están por sumergirse es un trabajo maravilloso. No sólo por lo que cuenta, sino por haber utilizado una de los grandes artes del siglo XXI, el cómic. Ese lenguaje mixto de reflexiones, diálogos, imágenes, objetividad y subjetividad mezcladas.

 

La gráfica del libro me desconcierta, me fascina. Busco neologismos para describirla; me sale uno barato: es post-realista. Me recuerda lo que alguna vez me produjeron las acuarelas de Delacroix, los cuadernos africanos: <<Contra el realismo la acuarela sugiere, donde el realismo impone, la mancha inquieta y define por sugerencia>>. Hay viñetas que uno quisiera guardar para siempre como estampitas metidas en el bolsillo trasero del pantalón para ir por ahí, por el mundo, enseñándolas. Y estas viñetas hacen historias, y estas historias hacen uno de los frescos más interesantes que he leído en los últimos años.

 

(*)Prólogo del libro Viva la vida, los sueños en Ciudad Juárez, Editorial Sexto Piso.

 

Comentarios

Otras Noticias