El riesgo de ser sepulturero en Puebla

viernes, 1 de noviembre de 2002 · 01:00
Puebla, Pue (apro)- Más allá de la celebración, del recuerdo hecho ofrenda y de la limpieza que año con año se hace en las criptas del panteón municipal, hay hombres y mujeres que día con día trabajan de cerca con los cadáveres; los conocen bien y saben de los riesgos que enfrenta su salud ante las condiciones con que opera el anfiteatro ubicado dentro del camposanto, que no son las mejores, como lo reconocen las autoridades El número de sepulcros a lo largo de dos siglos en el terreno ubicado en la 11 Sur da cuenta del tamaño de esta ciudad y de las necesidades de espacio para el eterno descanso de quienes se van, pero, además, evidencia la precaria situación en que deben operar sepultureros y médicos legistas Hasta hace poco, los sepultureros laboraban sin las mínimas condiciones de seguridad e higiene, sin equipos para protección de su salud, sin máscaras, overoles, guantes y, lo que es peor, debían de manejar los cuerpos sin las bolsas plásticas con las que deben ser enterrados “Así se iban a la fosa común, desnuditos, sin bolsas y así los teníamos que cargar nosotros”, dice el encargado del almacén en el panteón municipal, quien se identifica sólo como el “señor Gárate” Sus funciones para las que fue contratado, al igual que otros 30 empleados, nada tienen que ver con el manejo de cuerpos Al respecto, el líder del Sindicato de Trabajadores del Ayuntamiento de Puebla, Israel Pacheco, comentó: “A ellos se les contrató para cavar las fosas, para dar mantenimiento al panteón, no para cargar los cuerpos y menos sin las medidas de seguridad e higiene indispensables” Sin embargo, desde la administración del panista Gabriel Hinojosa (1996-1999) se pidió el apoyo a los empleados municipales y desde entonces no han dejado de acarrear los cadáveres, “muchas veces en estado de putrefacción, al grado de que van dejando un camino de gusanos por donde se les lleva hasta lo que será su tumba”, apunta Pacheco Aunque se les da una pequeña compensación para completar sus sueldos, que oscilan entre los dos mil y los tres mil 600 pesos mensuales, dependiendo de si son trabajadores de confianza o de base, nada garantizaba la integridad de los sepultureros “Tuvimos que pelear que se les diera equipo y hace cuatro meses conseguimos que se les diera todo: guantes, mascarillas completas, overoles desechables y las bolsas para los cuerpos”, señala el líder sindical Los equipos están en el almacén del panteón, en donde también se tiene un registro de los cuerpos que deben ir a la fosa común al no ser reclamados ni reconocidos por algún pariente o conocido Antes, prácticamente se echaban los cuerpos amontonados en las fosas “Cuando se menciona la fosa común mucha gente piensa en un enorme agujero donde se avientan uno sobre otro los cuerpos, como en las guerras, pero no es así Se trata de fosas donde se entierran entre cuatro y cinco cadáveres Antes no se llevaba un registro y eso significaba un problema cuando alguien reclamaba a su difunto porque había que sacar todos los cuerpos y algunos ya estaban en pésimo estado “Por eso se empezó a llevar un registro de los cuerpos Ahora se numeran, se entierra el primero y se echa una capa de tierra de unos 20 centímetros, luego el otro y así, quedando el cuerpo de más arriba a un metro sesenta por debajo del nivel del piso”, explica el encargado de almacén, que lo mismo la hace de electricista, enterrador, o de lo que haga falta “Estamos como el dicho: siete oficios y catorce necesidades”, ironiza Si bien reconocen un logro al tener el equipo de seguridad, hay otro problema que hace difícil trabajar en un lugar donde la muerte y la naturaleza mandan: el refrigerador del anfiteatro Es un aparato viejo que permanece más tiempo descompuesto que en operación efectiva, lo que es sabido por todo aquel que trabaja en el camposanto, aunque se niegan a comentarlo por temor a perder su empleo Según el líder de trabajadores sindicalizados del Ayuntamiento, esa es una de las exigencias que deben cumplirse ahora por parte del gobierno, pero se trata de un trámite complejo, pues todo lo relacionado con el servicio médico legal lo maneja directamente el Gobierno del estado y no el municipio ENFRIAR A LOS MUERTOS Dentro de las instalaciones de médicos legales, encargados de realizar las necropsias de ley, hay unas planchas para trabajar sobre los cuerpos inertes y al fondo una gaveta con capacidad para seis cadáveres La función de ésta debería ser mantener fríos los cuerpos para retrasar el proceso de descomposición, pero no siempre opera debidamente Según Israel Pacheco, el refrigerador es muy antiguo y más que un apoyo para la labor de médicos forenses y sepultureros es un verdadero problema “porque no detiene la putrefacción de los cuerpos y así los deben manejar los compañeros poniendo en riesgo su salud” Las propias autoridades reconocen que las condiciones y la infraestructura del anfiteatro no son las mejores Jaime Tepoz Martínez, subdirector del Servicio Médico Legal, perteneciente al Tribunal Superior de Justicia (TSJ), admite que las instalaciones no corresponden a las necesidades de una ciudad del tamaño que ha alcanzado Puebla, aunque asegura que ya se trabaja en los planes para remozarlas “Hasta ahora no es ajeno para nadie que las condiciones son atrasadas y distan mucho de lo que debería ser un anfiteatro moderno”, subraya Con un año en el cargo y convencido de que la medicina forense es un campo cada vez más profesional, el funcionario dice que se trabaja mejor que antes, “aunque difícilmente tendremos alguna vez instalaciones de primer mundo como la morgue en Francia o los depósitos de cadáveres estadunidenses, que buena falta harían” Mencionó que existe un acuerdo de trabajo entre el ayuntamiento y el TSJ para modernizar el área de medicina legal, en donde las planchas son de mampostería recubiertas de azulejo y la gaveta es de modelo muy antiguo, aunque, según Tepoz Martínez, no es tan problemática como afirma el líder sindical del municipio “Lo ideal sería tener planchas de acero inoxidable y todo más nuevo (incluido el refrigerador) para poder trabajar mejor”, abunda LA HUELLA DE LA MUERTE Trabajar con cuerpos inertes todos los días, lejos de volver indiferente al médico forense, lo sensibiliza, dice el subdirector del Servicio Médico Legal “Mucha gente –explica-- piensa que por estar todos los días en contacto con cadáveres, muchos de los cuales perdieron la vida en forma violenta, nos hace insensibles, pero no es así Lo que sucede es que dejas de ver a los muertos con morbo y lo haces de una forma profesional, porque ese es nuestro trabajo: analizar las causas que pudieron provocar la muerte y, en caso de homicidios o delitos culposos, aportar los elementos necesarios a los grupos especializados de la Policía Judicial para que inicien sus averiguaciones” Asegura sentirse satisfecho con el trabajo que realiza y ve con buenos ojos el hecho de que cada vez se profesionalice más esta área de la medicina, en la que anteriormente podían incursionar estudiantes de los últimos semestres de las facultades de medicina “Ahora un gran porcentaje son médicos con posgrado y eso, obviamente, habla de una profesionalización en serio del forense” Las condiciones no son las mejores, hay retrasos evidentes y hasta hace cuatro meses los sepultureros trabajaban como en el siglo pasado, acarreando cuerpos apilados, desnudos y descompuestos en carretillas, sin las mínimas medidas de higiene Todo en los mismos panteones en donde estos días campean las flores coloridas, los niños que lavan tumbas y un ambiente ceremonioso que no toma en cuenta a quienes a diario laboran con quienes se han ido 01/11/02

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