1968 y 1971: ¿justicia o escenografía?
Algunos nos preguntamos cuál es el verdadero propósito de la Fiscalía Especial que creó el gobierno de Vicente Fox para investigar crímenes como el del 2 de octubre de 1968 y el del 10 de junio de 1971 ¿Se pretende realmente hacer justicia? Si tal es la intención, tendríamos que decir, al menos, de entrada, que ésta llegó tarde Tlatelolco tuvo lugar hace 34 años; la matanza del Jueves de Corpus, hace 31
Desde el punto de vista jurídico estricto, esa tardanza es un problema, pues los delitos prescriben como nos lo hizo recordar, casi jubiloso, el presidente de la Comisión Nacional de Derechos Humanos, José Luis Soberanes Para eludir esta restricción, la parte acusadora ha recurrido al delito de genocidio que, de acuerdo con regulaciones internacionales, nunca prescribe ¿Pero será posible demostrar la comisión de ese delito el 2 de octubre de 1968 y el 10 de junio?
Yo lo dudo, pues el delito de genocidio es algo muy específico: alude al intento de exterminación física de un grupo social específico, como fue el caso de los judíos por parte de los nazis Creo que los funcionarios autores de esta iniciativa (la de crear la Fiscalía Especial) tampoco tenían dudas sobre la inconsistencia jurídica del juicio y, sin embargo, procedieron a montarlo como si no existiera ese problema Saben de antemano que la sangre no llegará al río, que no habrá necesidad de estropearle la poca vida que les queda a los distinguidos autores de tan macabros crímenes y que tampoco habrán de enfrentar las consecuencias políticas de una sentencia condenatoria contra tan prominentes priistas
Pienso, por lo mismo, que lo que estamos presenciando no es un juicio
?sería una inferencia absurda?, sino un ritual Evidentemente sólo un motivo político perverso llevó a la determinación de montar una fiscalía para averiguar, en común, los crímenes de 1968 y los crímenes que se cometieron contra los guerrilleros de los años setenta La mezcla de estas dos órdenes de crímenes sólo puede tener una intención: confundir al público
No es lo mismo el movimiento de 1968 que la guerrilla de los años setenta En el primer caso, masas importantes de la población exigieron pacífica y legalmente el cumplimiento de la Constitución, y como respuesta fueron masacradas por la policía y el Ejército En el segundo, grupos de jóvenes radicales decidieron cambiar al país luchando con las armas contra el gobierno Los primeros defendían la democracia; los segundos la combatían con las armas en la mano y uno de sus principales gritos de guerra fue: ¡Muerte a los demócratas!
Durante 30 años, los gobiernos priistas buscaron justificar la conducta de los asesinos de Tlatelolco, arguyendo falsamente que los estudiantes de 1968 eran jóvenes violentos, comunistas o nihilistas, que intentaban destruir a México Se ha sostenido innumerables veces que en Tlatelolco el Ejército cayó en una trampa tendida por los estudiantes
A estas alturas, todos sabemos que sí hubo trampa, pero que no fueron los estudiantes los que la llevaron a cabo, sino otras fuerzas vinculadas al mundo oficial e, incluso, extranjeras Fue una matanza contra el movimiento estudiantil, aunque también hubo víctimas militares; hasta la fecha, empero, no hay evidencias de que un solo estudiante haya disparado en Tlatelolco En mi opinión, lo ocurrido fue resultado de una conspiración urdida desde las esferas del poder
El 2 de octubre de 1968 tanto la Dirección Federal de Seguridad como algunos elementos del Ejército (Guardias Presidenciales y Batallón Olimpia) realizaron una operación encubierta para simular un enfrentamiento entre estudiantes y militares Esta fue una traición a México y se hizo, además, de consuno con la Agencia Central de Inteligencia (CIA) para acabar con el movimiento estudiantil y propulsar a Luis Echeverría (que era agente de la CIA) a la Presidencia de la República
Al mezclar los crímenes de 1968 con los crímenes cometidos contra la guerrilla dentro de un objeto unificado de investigación judicial, el gobierno del PAN está actuando igual que los gobiernos del PRI: queriendo dar la apariencia de que se trata de dos expresiones irracionales y violentas y buscando exculpar de entrada a los verdugos Esta actitud, por cierto, nada tiene que ver con la postura que históricamente ha mantenido el PAN en relación con los eventos de 1968 y 1971, la cual ha sido razonable y esencialmente democrática
Otra limitación evidente de los actos de la fiscalía se relaciona con los plazos brevísimos que se ha dado para terminar su investigación y otra más con el método de investigación, misma que hasta ahora, por lo visto, se ha reducido a entrevistar a algunas personas ¿Pero acaso esas entrevistas no son en sí mismas un insulto a nuestra inteligencia? ¿Qué se pretende con entrevistar a Echeverría? ¿Acaso se espera que éste, agobiado por sus escrúpulos, se declare culpable de lo que hizo en 1968 o en 1971? Sólo un imbécil puede esperar eso de individuos cuya vida se ha distinguido por su cinismo, su frialdad y su cálculo
El señor fiscal puede no ser un Baltasar Garzón, de acuerdo, pero que no piense tampoco que los mexicanos somos un hato de ignorantes que nos vamos a tragar la píldora endulzada que nos ofrece Persiste empero un problema de fondo El problema de fondo es que no habrá investigación seria que nos diga la verdad de lo que realmente pasó y tampoco habrá castigo a los auténticos culpables, en consecuencia, todo lo que estamos presenciando es un mero ritual, un acto simbólico, una escenografía inofensiva, preparada con la mejor de las intenciones, pero que no va a producir resultados que satisfagan a las partes agraviadas
Pero no se trata sólo de agravios o venganzas personales, sino de los fundamentos morales de una comunidad que busca construirse un destino democrático ¿Es éste un buen principio para la construcción democrática que el mismo Fox propone?