Refugiadas de la violencia

sábado, 1 de enero de 2005 · 01:00
México, D F, 31 de diciembre (apro-cimac)- Guadalupe ya no puede usar su nombre real, ha desaparecido muchas veces de su patria: México La primera vez que desapareció fue a los 9 años, cuando su padre, un burócrata del Distrito Federal, se le metió entre las sábanas y le dijo al oído que ella era mucho más bonita que su mamá; y que los juegos que se harían ellos dos serían un secreto de amor Esa primera noche la niña canceló su inocencia y cerró los ojos repitiéndose “no es verdad, no es verdad, yo no soy bonita, yo no existo”; y durante lo 5 años que su padre manoseó su cuerpo ella, cada noche, desaparecía del mundo para no sentir el cuerpo “Mi padre me dijo que cuando yo cumpliera 15 años me iba a llevar a un hotel muy bonito y allí me haría mujer, como me lo merecía; con mucho amor Por eso seis meses antes de cumplir los 15 conocí a un hombre, no me importó nada, él era amable conmigo y yo preferí casarme, diez días antes de mi cumpleaños, un 7 de noviembre me fui con Francisco y nos casamos Mi papá no pudo hacer nada”, recuerda Guadalupe vivió su primera experiencia de violencia la noche de bodas, ella no sentía nada en sus genitales, el marido se puso furioso y la maltrató Ella no se atrevió a explicarle que desde que su padre le tocó “allá abajo” eso ya se quedó para siempre muerto, como quien dice desapareció al sensación de vida en su “parte femenina” La violencia era la “normal” Según Guadalupe, era menos peor que la de la infancia Cuando Francisco cumplió 25 no tenía un buen trabajo, aunque estudió administración de empresas; así que le ofrecieron un trabajo en la policía Descubrió que era muy bueno en la investigación y se metió a estudiar, tanto que lo ascendieron y la familia se mudó al norte del país Allí participó en la creación de un cuerpo especializado de la policía y aprendió técnicas de interrogatorio muy especializadas Aprendió a torturar, avalado por la Policía Judicial Mientras esto sucedía Guadalupe despareció nuevamente cuando su primer hijo cumplió 6 años y ella se lo llevó a jugar a un MacDonalds; llegó dos horas tarde y Francisco le propinó la primera golpiza de su vida Con un brazo fracturado y el rostro hinchado, él mismo la llevó al hospital, se identificó con el médico como policía y dijo que unos tipos habían atacado a su mujer Luego despareció el expediente médico y ella dejo de existir ante el sector salud Al llegar a casa, Guadalupe le dijo que quería el divorcio, ella no estaba dispuesta a sufrir así Francisco fue a la recámara, sacó los papeles de Guadalupe: su acta de nacimiento, las de sus tres hijos, las cartillas de vacunación, el certificado original de sus estudios de preparatoria y les prendió fuego en un basurero frente a ella “Tu eres mía, y si tratas de irte o llevarte a los niños, te vas a quedar tan desfigurada antes de morirte que ni tus padres van a reconocer el cadáver”, amenazó Siete meses después, mientras la violencia psicológica aumentaba y Guadalupe era vigilada día y noche por una patrulla del equipo de su marido, una amiga la mandó al DIF Se envalentonó pensando que lo peor que le podía pasar era que el hombre la matara En el DIF contó la historia, la abogada la envió ante el MP de la Policía Judicial del estado, prometiéndole que si levantaba denuncia la ayudarían Guadalupe comenzó a narrar los hechos; el agente del Ministerio Público de la mesa de al lado levantó el teléfono y dijo: “aquí está tu vieja cabrón, te viene a acusar” Diez minutos después Guadalupe salió del MP escoltada por una patrulla A llegar a casa su esposo llamó a los tres hijos, frente a ellos con la cacha de una pistola golpeó el rostro de la madre “Esto es lo que sucede a quien no me obedece”, fueron las últimas palabras que Guadalupe escuchó Una semana después de lo ocurrido la mejor amiga de Guadalupe fue a su casa Logró sacarla a escondidas ayudada por otro amigo judicial que era enemigo acérrimo de Francisco La amiga envió a Guadalupe a un “refugio” para mujeres víctimas de violencia, en Monterrey En el hospital le hicieron cirugía para sanar la retina desprendida El tímpano estaba perforado por los golpes y el médico dijo que había perdido el 70% de su capacidad auditiva Guadalupe no tenía papeles, y si se intentaba conseguirlos las posibilidades de que su esposo, ahora perteneciente aun cuerpo especializado de la AFI, la encontraría eran absolutas Cualquier denuncia daría pistas del paradero de Guadalupe, las alianzas del agresor eran inconmensurables en el territorio mexicano De la Procuraduría de Justicia recomendaron a las encargadas del Refugio que sacaran a la mujer del estado Nadie puede contra ellos, las van a matar a ustedes también, dijo un miembro de los altos mandos judiciales Con un dispositivo de seguridad armado por la Red Nacional de Refugios que pertenece a grupos del movimiento de mujeres de la sociedad civil, Guadalupe llegó al “refugio” de Cancún Allí pasó cuatro meses reconstruyendo su vida, en terapia psicológica Sus hijos recibieron terapias especiales diariamente, estudiaron la primaria y asistieron a la Escuela para la Paz, en la que aprendieron a negociar los conflictos con otros niños y niñas sin el uso de la violencia Perfilando al agresor, el equipo del “refugio” descubrió que tenía, desde la AFI, nexos con el crimen organizado Un asesor del FBI recomendó que no denunciaran, no había forma de que la AFI permitiera que un elemento de su cuerpo especializado antisecuestros fuera encarcelado por un “delito como la violencia familiar” Las abogadas argumentaron intento de homicidio, tortura, violación Los asesores dijeron: “No, si ella declara y se hace visible terminará muerta, miren Ciudad Juárez” El equipo trabajó con Guadalupe Tenía dos opciones: que a través de la Interpol se solicitara enviarla con sus hijos a Estados Unidos como asilada política por violencia y que fuera de alguna manera testigo protegida, tendría que cambiar su identidad y rehacer su vida, nunca más ver a sus padres o amistades La segunda, jugársela y rehacer su vida Guadalupe trabajó arduamente con su terapeuta, con sus hijos La decisión final fue inapelable: “No voy a abandonar mi patria por haber sido víctima ¿En qué país vivimos que las mujeres tenemos que huir de los hombres protegidos por el sistema? No me voy a inmolar, no voy a ser heroína pública y denunciarlo Me merezco una vida libre de violencia, eso he aprendido aquí Así que me quedo, con las consecuencias que ello implique” Lo que quedó fue levantar la denuncia ante la CEDAW Durante un mes más se le capacitó para el trabajo dentro del “refugio” Ahora Guadalupe tiene un trabajo en algún lugar de la República Mexicana que ella eligió para vivir, sus hijos están en la escuela, ella se ve más radiante que nunca y por primera vez es feliz En el “refugio” aprendió a hacer su plan de seguridad, sabe qué hacer en caso de que el agresor la encuentre, y sabe que si establece una nueva relación amorosa ahora tiene herramientas para detectar un perfil de hombre violento Cada mes en las oficinas del “refugio” una trabajadora social le llama para saber cómo se encuentran ella y sus hijos La última vez ella reportó que estaba teniendo sueños eróticos y por primera vez deseaba hacer el amor y gozar su cuerpo “!Ahora si soy una sobreviviente, ya no soy víctima! En un mes el CIAM Cancún AC, la organización que cuenta con un centro de atención externo para mujeres que viven violencia atiende en promedio a 90 mujeres La organización pertenece a la Red Nacional de Refugios de la Sociedad Civil, al igual que otros 29 centros de refugio similares Todos ellos son manejados por mujeres, muchas de ellas sobrevivientes de violencia de género La feminista Claudia Fronjosá, coordinadora del departamento de psicología del CIAM Cancún nos dice que las mujeres que llegan al refugio salvan sus vidas; que en un país en que la violencia de Estado se permea en todas las instituciones y en la sociedad, los Refugios de la Sociedad Civil se han convertido en centros para rescatar y salvar las vida de miles de mujeres Miles de mujeres de todas las edades en promedio piden ayuda siete veces antes de lograr escapar de la violencia que viven Fronjosá asegura que éstas son mujeres que se enfrentan a una sociedad y un gobierno permeado de un doble discurso, que es en el fondo, profundamente sexista Mujeres de todas las clases socioeconómicas que se enfrentan a un sistema de justicia machista, a leyes que no las defienden, a fuertes alianzas entre los agresores y los cuerpos policiales, ministerios públicos y jueces de lo familiar Mujeres que todos los días se enfrentan a la posibilidad de ser asesinadas por no respetar las reglas sociales en las cuales, al final del día, el hombre es su dueño y es capaz de todo para demostrarlo La abogada Verónica Acacio, presidenta de la Asociación Civil Protégeme, que defiende a niños y niñas víctimas de abuso sexual en Cancún, asegura que los Centros de Refugio de la Sociedad Civil Organizada no son la única respuesta a la violencia contra las mujeres en México; pero son una de las respuestas fundamentales para proteger y salvaguardar su integridad física: “Son un oasis para las mujeres que habían pensado en quitarse la vida al enfrentarse a las puertas cerradas de la justicia, a la mediación del DIF en que el agresor retoma el poder, a miles de abogados sexistas que siguen creyendo que la mujer es ‘provocadora de la violencia’, a la insensibilidad social ante las verdaderas causas de la violencia contra las mujeres” Fronjosá, por su parte, asegura que los Centros de Refugio trabajan en cuatro áreas fundamentales: prevención, educación, intervención especializada y protección profesional Ante la pregunta de que algunas feministas famosas han dado por llamar a los refugios “cárceles para mujeres”, la especialista en psicología, sexualidad y perspectiva de género en terapia con mujeres violentadas, responde: “Es muy sencillo: en Quintana Roo, en el curso de dos años 90 mujeres han sido asesinadas, la mayoría por hombres conocidos, el sesenta por ciento fue violada antes de asesinarla “Tenemos dos alternativas: una es usar nuestra energía y poder para proteger, y dar a la mujer viva y sus hijos e hijas un espacio de seguridad para recuperar su salud física y emocional; y hallar las herramientas para empoderarse, mientras levantamos denuncias y elevamos los indicadores reales de violencia contra las mujeres; es decir salvamos sus vidas, al tiempo que trabajamos a mediano y largo plazo en políticas públicas para que algún día los refugios no sean necesarios “La segunda es usar esta energía y poder en pelearnos con autoridades misóginas, con cárceles llenas, con jueces insensibles y descalificar el trabajo de los diversos grupos de mujeres, que finalmente estamos trabajando para un mismo fin: cambiar la cultura de violencia y misoginia por una donde las mujeres sean libres y estén seguras Nosotras, en la Red y en CIAM elegimos la primera, que se basa en la mística feminista de la sororidad y la cultura de la paz” *Directora del Centro Integral de Atención a la mujer en Cancún

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