Voces inocentes, se quedó en la raya

lunes, 31 de enero de 2005 · 01:00
México, D F, 31 de enero (apro)- Como muchos saben, ya se dieron a conocer las nominaciones a los premios Óscar 2005, y la cinta mexicana Voces inocentes no se encuentra dentro de la categoría de Mejor Película Extranjera Y si bien esto no resulta una tragedia nacional como ocurre cada vez que pierde la selección de futbol, sí da un poco de coraje En primer lugar porque la película dirigida por Luis Mandoki es una gran cinta, conmovedora e inteligente; en segundo lugar, porque hay tan pocas cosas que nos hacen sentir orgullosos como nación: ver que un producto mexicano es candidato para un reconocimiento, siempre levanta la moral en un país que da la impresión de hundirse Ante esta situación necesitamos pretextos para sentirnos orgullosos Aunque, por otro lado, 21 gramos, la película de Alejandro González Iñárritu, está nominada a los premios César, en Francia, pero aceptémoslo, no son los Óscar Es como un premio de consolación --Voces inocentes ganó el Stanley Kramer Award--, como cuando Ana Gabriela Guevara obtuvo la medalla de plata: decimos “qué bien” y sonreímos, pero la verdad, en el fondo, esperábamos que fuera de oro O al menos eso es lo que nos prometieron Felicidades a Iñárritu, pero seamos exigentes: pidamos más y mejores películas que nos hagan sentirnos orgullosos de nuestro país, de nuestras historias Pongamos el ejemplo de China, un monstruo económico que recientemente ha cautivado el público internacional con su cine y sus tradiciones como lo vimos en Héroe, de ZhangYimou O la comunidad judía, que cada vez que puede se dedica a promover, reconstruir o reinterpretar su pasado y su presente; se sienten orgullosos de ser quienes son: tampoco es “de a gratis” que en donde quiera que se establecen, prosperan, tanto en lo intelectual como en lo material ¿Y nosotros? Bien, gracias Para el mundo, somos los que orinamos en la lámpara votiva del Arco del Triunfo en París; abiertos con el turista, desmadrosos, chupamos mucho tequila y somos ingeniosos para el albur (pregúntenle a Jorge Ortiz de Pinedo), y el mejor público con los grupos de rock internacional; y el mundo conoce los cuadros folclóricos de Diego Rivera y Frida Kahlo en hüipil (como si eso fuera lo cotidiano) Para con nosotros, nos encerramos a piedra y lodo, y cuando andamos en coche, tenemos miedo, porque quién sabe qué te vaya a hacer el de al lado Parte de nuestro pasado se encuentra pidiendo limosna en las calles o muriéndose de hambre en comunidades perdidas en algún lugar de nuestro territorio No los entendemos y tampoco nos identificamos con ellos, probablemente ellos tampoco lo hagan ¿Y la otra parte? Sí, la parte española, occidental, esta nación es producto de una fusión de culturas, ¿recuerdan? Pues… esa ni cuenta ¿Y qué hay de la comunidad judía mexicana y los inmigrantes sudamericanos, cubanos, españoles y demás que han enriquecido a nuestro país o a sus hijos que ya son mexicanos? ¿Y la influencia afrocaribeña --porque también llegaron negros a nuestro país? Exploremos temas, busquemos historias que nos ayuden a entendernos como nación y/o como individuos, no pensemos en los premios ni en la fama ni el éxito, esos llegan si nuestra obra está bien hecha Busquemos transmitir aquello que nos ayuda a darle coherencia a este mundo, a nuestra vida cotidiana Una historia bien contada, por más insignificante, trivial o cotidiana que parezca, llegará a mucha gente, traspasará fronteras sin importar lo local que sea Ok, ya sabemos de la corrupción y discriminación gracias a Todo el poder, De la calle, Amarte duele y Perfume de violetas ¿Pero es todo? Dónde está lo bueno, lo interesante, lo sorprendente, lo maravilloso de nuestro país y de sus habitantes sin meter el tan desgastado realismo mágico Hagamos eso, hagamos lo que encontró el protagonista de 12 años de Voces inocentes en medio de la guerrilla: busquemos lo maravilloso de la vida en medio de la tragedia y busquemos la esperanza Pero no lo hagamos como escape de la realidad, sino como un vehículo para encontrarla y encontrarnos a nosotros mismos

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