Pero qué necesidad (III)

viernes, 11 de noviembre de 2005 · 01:00
México, D F, 10 de noviembre (apro)- Hay ocasiones que ni uno mismo sabe exactamente qué es lo quiere; a veces, estamos tan confundidos que no atinamos a actuar adecuadamente o a tomar decisiones acertadas; en algunas otras, ni siquiera estamos seguros de cuáles son nuestras intenciones cuando hacemos o decimos tal o cual cosa Estos pensamientos me invadieron desde el fin de semana pasado, cuando comenzó a llegar a México la información sobre la visita del presidente Vicente Fox a Mar del Plata, Argentina, para participar en la IV Cumbre de las Américas Hace unos días, me pregunté qué pensará el presidente Fox antes de cometer un gazapo verbal ¿Será a propósito para ganar espacios en los medios de comunicación, conocido su gusto por los reflectores? ¿Es tal su confusión o aturdimiento por tantos asuntos que tiene que atender como jefe del Ejecutivo federal que no se da cuenta de lo que dice y suelta la lengua, sin meditar las consecuencias de sus palabras? Como cualquier acontecimiento, alguna explicación y justificación debe tener el presidente para decir lo que dice, tanto en el extranjero como en el país (casi a diario), y crearse problemas gratuitos que lo desvían de la atención que debe poner en asuntos verdaderamente importantes para el país El fin de semana pasado, fuimos testigos de un escandalito más, de los que el presidente nos tiene acostumbrados desde que asumió el poder: No está a discusión la postura que asumió en pro del Acuerdo de Libre Comercio de las Américas (ALCA) ni su férrea defensa, sino el berrinche por no haber conseguido su propósito El coraje de Fox ante el rechazo de los países que integran el Mercosur, junto con Venezuela, fue tal que lo llevó --como lo hace invariablemente-- a disparar calificativos sin ninguna necesidad; olvidó lo que es la diplomacia para tratar asuntos espinosos entre naciones soberanas Como consecuencia, nuestro mandatario recibió una paliza verbal, tanto del presidente de Argentina, Néstor Kirchner, como del venezolano Hugo Chávez, quien lo calificó de "cachorro del imperio" Ambos personajes sudamericanos tuvieron sus razones para oponerse al ALCA ?como las tuvo Fox en pro del acuerdo--, pero la manera como reaccionó el guanajuatense, lo único que demuestra es un total desconocimiento del protocolo diplomático, ya no de una política exterior de Estado, que no se ve por ningún lado (él insiste en que la hay) Fox podrá alegar que ve por el bienestar de los mexicanos y de Latinoamérica; podrá ponderar las bondades y beneficios del libre comercio ?como los ha tenido México en algunos rubros con el TLC con Estados Unidos y Canadá--; pero no debe olvidar que, como representante de un país soberano, tiene todo el deber de mostrar respeto por la investidura de otros mandatarios Si no lo sabe, para recordárselo está el secretario de Relaciones Exteriores, Luis Ernesto Derbez, pero, al parecer, también él desconoce lo que es la diplomacia Ninguna necesidad tiene el presidente Fox de ser exhibido en el extranjero como "cachorro del imperio" ni como un mandatario que "confunde la diplomacia con la pleitesía hacia los más grandes" Ya tiene demasiados problemas en México que atender como para distraerse en conflictos creados por él mismo --y por su flamante canciller--, por no saber conducirse con la estatura de un estadista Tampoco tenía ninguna necesidad de "pelearse" con Diego Armando Maradona, sólo porque el máximo ídolo de Argentina encabezó las manifestaciones de protesta en contra de George W Bush y el ALCA Muy desafortunadas fueron sus palabras con las que descalificó al futbolista, y mucho más las del canciller Derbez, quien para defender a su jefe, atizó más la leña Decir que Maradona, por el simple hecho de ser deportista, no tiene derecho a opinar sobre política, es descalificar a toda persona común que se atreva alzar la voz sobre la manera de conducirse de sus gobernantes; y eso no habla bien de quien se dice ferviente defensor de la democracia y los derechos humanos El presidente Fox no tenía ninguna necesidad de crear otro escándalo, pues en el país se presta más atención a sus gazapos verbales que a sus logros administrativos, porque sirven como abono para el escarnio periodístico y se suman a su lista de errores Alguien debería orientar al presidente y recomendarle volver al "guión" que le impida cometer disparate tras disparate Hay asuntos más importantes para la nación que perder el tiempo analizando la ignorancia del presidente Comentarios: jperez@procesocommx

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