Noche árabe

lunes, 19 de diciembre de 2005 · 01:00
México, D F, 19 de diciembre (apro)- Una dramaturgia enigmática, fascinante, que no termina de resolverse de manera absoluta a lo largo de la historia, que embruja al espectador y que revela las almas de cada uno de sus personajes lanzados a la maldición, al sueño, al cuento y al misterio para enfrentarse a sus miedos y fragilidades, es la esencia de Noche árabe, obra del alemán Roland Schimmelpfennig, dirigida por Mauricio García Lozano con la compañía El Farfullero Cinco personajes muestran al público lo que ocurre en su interior, sus debilidades, pensamientos ocultos, aspiraciones y luces, como un mecanismo de revelación de potencias humanas, todo ello a partir de una anécdota simple, una mujer que pasa mucho tiempo dormida, la imposibilidad de la realización de una cita amorosa por una serie de equívocos para, repentinamente, dar un giro del mundo concreto hacia los laberintos de la mente, en la frontera de lo real y lo onírico Este proyecto inició como lectura dramatizada para rescatar el fondo de su virtud estrictamente textual, sonora y musical "Esa primera versión --comenta Mauricio García Lozano-- era muy hilarante, la gente se moría de la risa por lo absurdo, ridículo y desorbitado de las situaciones de los personajes Pero a mí me interesaba algo más, darle una dimensión de mayor conflicto y densidad a cada una de esas identidades, y eso fue lo que hicimos" Se trata de un texto esencialmente narrativo pero que, al pasar a la escena en la versión de García Lozano, gana en acción teatral Los personajes prácticamente no se comunican entre sí, pocas veces se miran, pero la corriente energética fluye en el escenario a partir de un trabajo corporal y gestual que hace innecesaria cualquier parafernalia escenográfica García Lozano construye con sus actores una poderosa convención escénica que estimula la imaginación de los espectadores y crea de la nada una multiespacialidad y multitemporalidad que cambia con velocidad sin perder verosimilitud "La intención --afirma el director-- es regalarle un buen viaje al público a partir de explotar la potencia expresiva de los actores a un nivel absolutamente despojado, que sean ellos, su expresión, su universo interno, su capacidad imaginativa y de comunicación, la que nos llevé finalmente a esta convención de un sueño colectivo en un infinito juego de espejos" Para ello, el autor realiza un entramado de textos, imágenes y arquetipos provenientes de la cultura árabe, que combina con mitos occidentales, como la princesa dormida que sólo despertará con un beso de amor, el universo de los harenes, la mujer que le aúlla a la luna enloquecida de celos, todo en un edificio de departamentos de cualquier gran ciudad del mundo La soledad, la incomunicación, las frustraciones, los anhelos y las esperanzas, son algunos de los temas derivados de esta obra que se desarrolla en un espacio desnudo arropado exclusivamente con la iluminación de Víctor Zapatero, el vestuario diseñado por Alejandra Ballina y la música en vivo de Mariano Cossa Las actuaciones están a cargo de Miguel Flores, Aída López, Juan Carlos Vives, Carlos Corona Las funciones se realizan los lunes en La Gruta del Centro Cultural Helénico

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