Esclavo de sus palabras

miércoles, 8 de febrero de 2006 · 01:00
México, D F, 7 de febrero (apro)- Hoy, cuando la posibilidad de un debate entre los candidatos presidenciales todavía parece relativamente lejana, lo que paga es exigir ese debate Hasta a Roberto Campa le urge contrastar proyectos de nación A Patricia Mercado debe apetecerle como a ningún otro candidato presidencial, porque ella tiene mucho que ganar y para perder únicamente lo habitual Por supuesto que tan sólo el hecho de que aparezcan en el mismo foro con los representantes de los tres partidos mayores, ya tiene su impacto Ambos, Campa y Mercado, con la ligereza del competidor que no trae sino unas decenas de votos a cuestas, reaccionaron de ?botepronto? ante la aplicación extraterritorial o francamente ?patiotraserista? de la ley Helms-Burton en el hotel Sheraton Los otros candidatos seguramente consultaron primero en su cuarto de guerra: ¿No estamos rentando oficinas en ese hotel? ¿No es el María Isabel Sheraton un lobby de la embajada estadunidense? Una vez aseguradas las respuestas, reiteraron su defensa de la soberanía nacional y condenaron la decisión de ese mal anfitrión, a quien ya le pedirá cuentas Odín el peregrino Por su parte, el presidente de la República y su secretario de Relaciones Exteriores parecen considerar a la Ciudad de la Esperanza como territorio extranjero Sólo tal sentido puede atribuírsele a ese nuevo "¿Y yo por qué?" Pero volviendo a las expectativas del debate, lo más que pueden ganar los competidores es una buena imagen momentánea, traducida en simpatías en encuestas del momento que se irán diluyendo conforme se acerque la hora de cruzar boletas Porque desgraciadamente las palabras de unos no valen lo mismo que las de otros, aunque nada garantice que alguno de los candidatos sea congruente con sus posiciones ¿No fue en el año 2000 cuando Teresa Vale regañó a López Obrador por hablar "con faltas de ortografía", y en el posdebate lo acusó de sexismo por decir que respetaba a las damas? ¿O cuando Creel, a quien los letrados creían dueño y señor del discurso y la buena imagen, hizo el triste papel del burócrata que luego ya no pudo abandonar? Sin embargo, entre López Obrador y Creel Miranda disputaron la jefatura de Gobierno (¿alguien recuerda a Jesús Silva Herzog?) Claro que para manifestar la decepción que suele provocar la prudencia de los candidatos cuya palabra sí pesa , los diarios suelen dar como ganadores de la honra a los candidatos con menos probabilidades de triunfo electoral Así puede ser en esta ocasión, salvo que el candidato de Acción Nacional de verdad esté preparado para recapitular aquel debate de finales de octubre de 1988 con Andrés Manuel López Obrador en el noticiero radiofónico Monitor Seguro que Calderón se acuerda: el tema fue el Fobraproa Ahí, frente a José Gutiérrez Vivó y en ocasiones por encima de él, ambos dirigentes de partidos se gritaron sus convicciones, sus sospechas, sus profecías Andrés Manuel: el PAN "aprobará con el PRI la legalización de la defraudación que significa el Fobaproa; avalará la impunidad de los funcionarios y exfuncionarios que permitieron las operaciones fraudulentas del fondo, y pasaran el costo del rescate bancario a la mayoría de los mexicanos" Y Felipe: no hay acuerdos secretos con el PRI; la propuesta que aprobarían no sería la del gobierno sino la del PAN, y el Fobaproa "tiene que ser una instancia mixta, con funcionarios responsables de la hacienda pública, y tenemos que pactar quiénes van a ser, pero el órgano de dirección no estaría en sus manos, sino en las de tres ciudadanos independientes y otros que tengan el poder en esta materia especializada" Además, Calderón negó que el instituto fuera a respaldar la impunidad Si Calderón puede hacer entonces su ?labastidaseñal? de las manos limpias y responderle a López Obrador que sus nefastas profecías no se hicieron realidad, cobrará interés el desplume, porque los dos favoritos de los presuntos encuestados se pelearían puntos decisivos Vale acotar: decisivos, pero no necesariamente definitivos Por lo pronto, señalo un punto en el cual se equivocó el perredista: los acuerdos del PAN con el PRI no fueron secretos, sino de sobra conocidos Si en las últimas semanas de la campaña Calderón se siente con arrestos para gritar como en sus tiempos de San Lázaro y se enfrenta a un López Obrador sin necesidad de desafueros ni de ayudaditas madracistas, se ganará no sólo un aplauso del ya muy aplaudido y nunca recompuesto exjefe Diego, sino también mi atención a los pormenores de su mercadotecnia

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