Rápido y furioso: El reto Tokio

lunes, 3 de julio de 2006 · 01:00
México, D F, 3 de julio (apro)- No es una buena película y, sin embargo, tiene un "no sé qué" que engancha, y en un abrir y cerrar de ojos nos encontramos casi casi "rezando" para que al protagonista le vaya bien Por su puesto, cuando entramos en razón descubrimos que fuimos víctimas del cliché y de la sensualidad de las imágenes y que, en realidad, deseábamos ver algo de más calidad, pero por mientras nos fue relativamente sencillo entretenernos con Rápido y furioso: El reto Tokio (The Fast and The Furious: Tokyo Drift, EU, 2006), la tercera entrega de una serie de historias, donde los coches y las chicas son el principal atractivo El protagonista de la cinta, dirigida por Justin Lin, es el clásico rebelde sin causa: un joven llamado Sean (Lucas Black), quien debido a una familia disfuncional, termina metiéndose en problemas constantemente Las cosas dan un giro dramático cuando Sean es detenido por tercera vez por cometer un ilícito durante una carrera de automóviles (su pasión) Su futuro será la prisión Sin embargo, los encantos de su madre y un viaje a Tokio, donde vive su padre, le brindan una segunda oportunidad Sin embargo, ni tardo ni perezoso, Sean se las arregla para pertenecer a un grupo de hampones, cuyo hobbie es un tipo de competencia automovilística llamado "Drifting", algo así como "patinar"? El punto es que corren a gran velocidad en espacios llenos de curvas: deslizar o patinar el automóvil es la única solución para poder librar los obstáculos Pero no sólo eso: se las arregla para enamorarse de la novia de un poderoso ladronzuelo, sobrino de un miembro de la mafia japonesa Durante la cinta Sean se mete en problemas, y el chiste es ver cómo sale de cada uno de ellos Por supuesto, casi todos tienen que ver con automóviles No hay personajes profundos, no hay moraleja, ni historia Pero eso sí, hay muchos flameantes autos y un rebelde sin causa, un incomprendido cuyo destino, si es que todo sale bien, se vislumbra lleno de fama y mujeres, o bueno, una mujer llamada Neela (Nathalie Kelly), pero de todas maneras alrededor de él se encuentran muchísimas japonesitas de ropas ligeras En el fondo, es el lado aspiracional --bastante primitivo, por cierto-- el que nos mantiene enganchados a la cinta Así que si el panorama aquí descrito le parece atractivo, deje su cerebro fuera de la sala y entre a ver Rápido y furioso: El reto Tokio Pasará un rato agradable

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