Tres raros

lunes, 29 de octubre de 2007 · 01:00
México, D F, 29 de octubre (apro)- Pues sí, estimados lectores: resulta que en días pasados, cavilando que en esos sus tiempos el éxito divide a los hombres en ganadores y perdedores, que en los mismos las oportunidades y los contactos, en buena medida, hacen la fortuna de no pocos --¿pues qué no el nepotismo el amiguismo, la información privilegiada no a veces es escalera por donde trepan los bien conectados, los avisados?-- tiempos en que las apariencias cuentan más que las esencias, en los que la imagen mimetiza o aparenta valores que muchas vedes son fingidos --¿Pues que no hasta existe ya toda una industria e, incluso, profesionales que se dedican a "crear imagen" a políticos, altos personajes de la industria y las finanzas, artistas, que estudian el color de la ropa, gestos y palabras que más les conviene y favorecen?--; tiempos en que, como nunca antes, se tienen más en cuenta los intereses que los principios; tiempos, en fin, en que todo ?éxito, poder, ganar y perder-- gira principalmente alrededor de y por el dinero Consciente, digo, de todo eso, comprenderán mi sorpresa al toparme de repente con tres tipos ajenos, al parecer, de todo lo expuesto, pero que se movían en esa atmósfera de competencia, sobresalto y ansiedad con la libertad y placidez de peces en aguas tranquilas ¿Quiénes podrían ser esos raros? Raros, digo, y vean si no tengo razón al darles tal calificativo El primero era un individuo no muy limpio, cubierto con una simple sábana medio mugrienta; el segundo, vestido con ropas de las que se dicen: "el difunto era mayor", abundante cabellera blanca y canosa, más revuelta que peinada, rostro arrugado y ojos de perro triste, llevaba un violín bajo el brazo, y el tercero, otro anciano de escasos cabellos, de largo rostro descarnado, ojos melancólicos y bigote con barba terminada en punta, tenía todo el aspecto de esos personajes de los cuadros de El Greco También me sorprendió, aunque soy monolingüe, saber que mis tres sujetos sostenían una plática empleando sus lenguas madres: el de la sábana, el griego clásico, el del violín, el alemán; el de figura de El Greco, el castellano Este descubrimiento hizo que me maravillase al verme pensando que debían ser políglotas para que se entendieran usando cada uno su respectivo idioma Me extrañó, pero igualmente me admiró, que platicaran teniendo como telón de fondo variados letreros luminosos que se encendían y apagaban con las frases de voces que, en diferentes tonos, a veces de manera individual, por veces a coro, decían: --¡Tanto tienes, tanto vales! --¡Hay que tener contactos para poder progresar! ¡Y es de pendejos si se tienen esas oportunidades y no se aprovechan! --¡A la ocasión la pintan calva! --¿El mejor amigo?: ¡Un peso en el bolsillo! --Seamos prácticos, seamos realistas, aprendamos a conformarnos con lo que puede ser y olvidémonos de lo que "debe de ser" --¡El dinero! ¡El dinero es el hombre! Como les decía; sobre este telón de fondo, fui escuchando lo que mis tres personajes iban diciendo El de la sábana -Pues a mí siempre me importó un carajo eso de la amistad para prosperar y las oportunidades que las mismas me ofrecieran para lucrar Recuerdo que cuando el máximo triunfador de mi tiempo se paro ante mí y me dijo que qué quería que hiciera para favorecerme, le conteste: "Apártate de delante de mi tonel, que me quitas la luz del sol" El del violín -Por mi parte, sin ignorar que el dinero calma los nervios, no lo tuve en gran aprecio Recuero que una vez me pidieron que me fijara un sueldo; pedí lo que honestamente había calculado para vivir y poderme dedicar sin sobresaltos a mis investigaciones y, ¡oh sorpresa!, me dieron el cuádruplo de lo que había indicado Y cuando tentaron mi vanidad ofreciéndome la presidencia de Israel, puedo decir con orgullo que supe resistir tal tentación El de cara de personaje de El Greco -Pues de mí puedo decir que no les voy a la zaga Cuando, en reconocimiento a mis descubrimientos, me nombraron director de un instituto científico, con un sueldo anual de 10 mil pesetas; servidor mismo rebajó esos honorarios a 6 mil, que fueron los que recibí hasta mi muerte, ocurrida 32 años después No faltaron los que me dijeran: "¿Por qué no pide usted al gobierno un aumento para que iguale, por lo menos, el sueldo de un director de laboratorio?" Cansado de oírles, terminé por escribir "1 Porque no ansío nadar en la opulencia 2 Porque en una edad en que declinan mis fuerzas, páreseme abusivo y hasta inmoral aumentar mis emolumentos 3 Porque aun sin querer vio siempre, a través de cada moneda recibida, la curtida y sudorosa faz del que trabaja, quien, en definitiva, sufraga nuestros lujos académicos y científicos De repente, todo desapareció, mi mente se deslumbró, y sin sorpresa mi estupor, todo se aclaró Comprendí por que hablaban idiomas diferentes y por que un servidor, siendo monolingüe, entendió lo que decían Descubrí que la sábana no era tal, sino una túnica, que el que la llevaba era el filósofo cínico Diógenes; que el del violín, Alberto Einstein y el de figura de El Greco, Santiago Ramón y Cajal, los tres contribuyentes al saber colectivo universal Y eso ocurrió porque desperté Por considerar que éste mi sueño tiene más significados de los que pienso, es por lo que lo ofrezco a su consideración, estimados lectores Ojalá les sea de alguna utilidad Sin más por el momento, queda de ustedes su sincero servidor SEGISMUNDO, príncipe

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