Monumento a Obregón, en el abandono

viernes, 17 de diciembre de 2010 · 01:00

MÉXICO, D.F., 17 de diciembre (apro).- Dice José Emilio Pacheco que en 1927 tres generales de la Revolución aspiraron a la Presidencia de la República y ninguno pudo alcanzarla, pues los tres murieron asesinados en distintas circunstancias: Álvaro Obregón, Francisco R. Serrano y Arnulfo R. Gómez.

Aunque la historia no lo registra, se infiere que Serrano y Gómez fueron ejecutados por órdenes del entonces presidente Plutarco Elías Calles o de Álvaro Obregón, acusados de insurrección contra el régimen callista. Serrano en la famosa matanza de Huitzilac, que Martín Luis Guzmán narra en su novela La sombra del caudillo.

         El tercero, el propio Obregón, “el Rayo de la Guerra --escribe Pacheco en su Crónica de Huitzilac, del libro La sombra de Serrano, editado por Proceso en 1981-- el mejor general mexicano de todos los tiempos, el único que jamás perdió una batalla, murió a manos de un hombrecillo tembloroso, cayó de bruces en un plato de mole”.

         Así es como describe el suceso del 17 de julio de 1928 en el cual, ese “hombrecillo”, José León Toral, logró llegar hasta el recién reelecto Obregón, quien celebraba una comida en el restaurante La Bombilla en San Ángel, y lo asesinó a tiros.

         De los tres aspirantes, sólo Obregón pasó a la historia oficial y tiene para su memoria un colosal monumento en el ahora llamado Parque de la Bombilla, ubicado en la esquina que actualmente forman las avenidas de los Insurgentes y de la Paz, frente a la estación del metrobús que también lleva por nombre La Bombilla. Claro, él ya había sido presidente de la República antes de Calles, entre 1920 y 1924.

         A decir de Pacheco, Obregón es, de hecho, el “vencedor absoluto en la Revolución, el más agrande general mexicano de todos los tiempos y, como si esto no bastara, el fundador de nuestro Estado moderno”.

         Pero su monumento luce hoy sucio, deteriorado y con la pintura de la fachada cayéndose a pedazos. La fuente que se ubica frente a él carece de agua y también muestra los signos del abandono. Las puertas de esta obra que comenzó a edificarse en el gobierno de Abelardo L. Rodríguez, están generalmente cerradas y aunque el gobierno de la Ciudad de México informa en un sitio web que se puede acudir a la casa del parque, ubicada al fondo del mismo, para que el vigilante abra, no todo mundo tiene acceso a esa información, así que realmente es poco visitado.

         Quizá haya quienes encuentren poco interés en entrar a este lugar, que aunque fuese por morbo muchos visitaban porque contenía sumergida en un frasco con formol, la mano que Obregón perdió en su última batalla. Es para muchos la expresión del poder político, tal vez llevado a sus extremos: un monumento para una mano amputada.

         Estar en el interior movía a la indignación, a la incredulidad, y hasta a la risa. Se recuerda el sketch donde el cómico Jesús Martínez “Palillo” platicaba con un turista gringo y le preguntaba si conoció el monumento a Obregón, le contestaba:

--Oh, sí, el mejor presidente mexicano.

--¿Qué dice usted? ¡El presidente más honrado que hemos tenido en México!

--¿Por qué?

--Pues porque nomás tenía una mano.

En 1989 se decidió retirar la mano del sitio e incinerarla, y se colocó en el nicho correspondiente una escultura del antebrazo de Obregón con la mano extendida.

La crítica de arte Raquel Tibol ha señalado que la obra es resultado de un certamen organizado en 1934, en el cual el proyecto presentado por el escultor Ignacio Asúnsolo y los arquitectos Enrique Aragón Echegaray, Vicente Urquiaga y Francisco Gay, obtuvo el primer premio.

Las investigadoras Emma Leticia Herrera García, Elsie Mc Phail Fancer y Citlali Salazar Torres, realizaron para la Universidad Autónoma Metropolitana-Xochimilco la investigación “El monumento a Álvaro Obregón, arte y política. Una obra y un héroe mutilados”, en el cual lo caracterizan como resultado de una expresión de poder y explican cómo con su construcción se trató de capitalizar el escándalo político:

“...busca incentivar la memoria colectiva alrededor de una figura y su proeza ejemplar. La decisión de su construcción parte de un acontecimiento trágico: el magnicidio (que)... se convierte en un escándalo mediático (...) Busca incentivar la memoria colectiva alrededor de una figura heroica y, más precisamente, los elementos que lo componen serán útiles en la transmisión del mensaje y recepción de un monumento.”

         Como sea, es un conjunto arquitectónico-escultórico que vale la pena conocer. Si no se aprovechó el Centenario de la Revolución Mexicana para su remozamiento, hay que recordar que vienen nuevas efemérides relacionadas con ella, o que al margen de ellas la ciudad está obligada a mantener su patrimonio cultural e histórico en buen estado.

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