El Ceprodac, nuevo elefante blanco
MÉXICO, D.F., 14 de julio (apro).- Inmerso en un sinnúmero de tribulaciones contradicciones en el último trimestre del año, el Centro de Producción de Danza Contemporánea (Ceprodac) por fin entrará en funciones.
Sin embargo, su nacimiento fue un mal parto porque es resultado de un encontronazo entre las autoridades del Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) y la comunidad dancística, ante la iniciativa institucional de crear una nueva compañía nacional de danza a los pocos meses de haberle dicho a Michel Descombey y a Gladiola Orozco que no podía incrementarse el subsidio que tenía el Ballet Teatro del Espacio.
Definidos por sus detractores como “millonarios excéntricos” que lucraban con el dinero de los bailarines, y faltos de una propuesta novedosa y transgresora acorde a los nuevos tiempos, ambos artistas cerraron las puertas de su sede, soportaron la humillación de pedir prestado para liquidar la mayoría de sus deudas y se encerraron a lamerse las heridas en su casa de la Zona Rosa.
Mientras Gladiola Orozco optó por crear un archivo digital (que puede consultarse en internet) sobre las obras de repertorio del grupo, Descombey permaneció silencioso decidiendo el nuevo su rumbo de su vida.
Un buen día el artista francés, poseedor de la presea Águila Azteca que otorga el gobierno a los extranjeros que han contribuido al desarrollo del país, fue invitado a ver el espectáculo Rain, con la compañía Circo Eloize. Ahí se derrumbó. No soportó estar frente a un foro y ver a los bailarines columpiarse por los aires.
Del teatro lo llevaron al hospital, donde estuvo a punto de morir de un infarto. Al pedir ayuda económica a las autoridades del INBA para pagar sus gastos médicos --Orozco y Descombey carecen de seguridad social--, la respuesta que recibió fue: “muy buenos deseos para su pronta recuperación”:
“No quiero pisar un teatro más. No puedo. Esto ha sido demasiado para mí. Lo peor fue desmantelar el teatro, que era un espacio vital para la danza”, señaló Descombey a esta reportera.
Entonces se inscribió a un curso de redacción especializada en autobiografía que se imparte en la librería El Péndulo. Ahí, en las letras, ha encontrado, poco a poco, cierto consuelo.
El Ceprodac
De acuerdo con autoridades del INBA, el Ceprodac será un espacio más democrático que la Compañía Nacional de Teatro (CNT), debido a que su director artístico, los bailarines que lo integren, así como las producciones y coproducciones que se realicen, serán elegidos mediante convocatorias nacionales.
“Más democrática”, pero ciertamente más marginal, pues la CNT cuenta con un elenco de 40 actores y su sede es la que fuera casa y escuela de ballet de Ana del Castillo, en pleno centro de Coyoacán, con mil 819 metros cuadrados de construcción, que incluye un teatro, vestidores, salones especiales para montaje y ensayo, oficinas, patio, etc.
Además, tiene como sede el Teatro de las Artes del Centro Nacional de las Artes, y varias obras suyas se encuentran en plena temporada, como Zoot Suit, en la UNAM.
En contraparte, el nuevo proyecto para la danza ocupará el tercer piso -- una vez remodelado-- de lo que era la Escuela Nacional de Pintura, Escultura y Grabado “La Esmeralda”, en la popular colonia Guerrero. No tiene teatro sede y mucho menos un proyecto lógico y plausible que haya sido dado a conocer.
“Es interesante la colaboración entre la institución y miembros de danza contemporánea para dar inicio a un proyecto que no tiene antecedente alguno en México”, declaró a un diario la coreógrafa Gabriela Medina.
Lo que olvida Medina es que desde que nació la danza moderna en México, la colaboración entre artistas e instituciones culturales ha sido fundamental. De no ser así, ninguno de los proyectos de Miguel Covarrubias hubiese funcionado.
El Ceprodac, según las autoridades del INBA, puede o no contar como director a un coreógrafo, pero, eso sí, “deberá tener experiencia en la producción de las artes escénicas y hablar inglés, para que sepa comunicarse correctamente en la promoción de los trabajos resultantes en el extranjero”.
Una vez más, pues, se confunde un proyecto artístico con uno administrativo. Y si la Compañía Nacional de Teatro se sostiene es porque al frente está Luis de Tavira, no un administrador que hable inglés. De Tavira ha diseñado cómo debe funcionar su proyecto, al que ha dado su propio toque de experiencia y su enorme bagaje dentro del teatro.
El director --o más bien el administrador-- al que encarguen el proyecto de danza no tiene ese perfil. Deberá dejar su puesto cada cuatro años, y para elegirlo se hará una convocatoria del Fondo Nacional para la Cultura y las Artes (Fonca).
Pero, otra vez, un centro de creación y un centro de producción deben estar dirigidos por artistas con experiencia escénica e intelectual, además de darle su propio toque personal, su aroma.
Cuatro años no es suficiente para madurar un grupo, además de que el verdadero objetivo de una compañía o de un proceso de intercambio cultural es el desarrollo a partir de un líder que artística y moralmente haga su trabajo y bajo sus propios conceptos estéticos.
Estructura
El Ballet Teatro del Espacio cerró por falta de fondos, sin embargo, se ha determinado que el Ceprodac esté integrado por 14 bailarines profesionales con al menos seis años de experiencia, además de seis recién egresados que se rotarán. Y más: estos bailarines recibirán montos que van de los 25 mil a los 40 mil pesos, equiparables a los sueldos de los integrantes de la CNT.
Así las cosas, los grupos independientes se quedarán sin bailarines. En la actualidad, los sueldos de éstos oscilan entre mil y 6 mil pesos cuando mucho. Y en el país no hay un solo coreógrafo independiente que reciba 40 mil pesos mensuales. El misterio está en cuánto ganará el director del Ceprodac.
Una vez cerrado el Ballet Teatro del Espacio, era conveniente que las autoridades de Conaculta se quedaran con las instalaciones que Michel Descombey construyó bambalina tras bambalina; no obstante, fue derrumbado para convertirlo en un estacionamiento.
En cambio, van a remodelar el tercer piso de “La Esmeralda”, que no es el mejor de los espacios para la danza. Y si el Ceprodac le pertenece a Bellas Artes, será el propio INBA el que determine cómo funcionará.
El futuro centro contará con la asesoría de Alberto Dallal, Rossana Filomarino, Claudia Lavista y Gabriela Medina. Pero habrá que preguntarse si, en medio de la crisis y los recortes presupuestales, no se está creando otro elefante blanco.
Y es que antes de crear un nuevo centro de creación coreográfica, hubiera sido necesario un diagnóstico profundo y certero que expusiera la grave situación por la que pasa el gremio.
En el sexenio de José López Portillo, su esposa Carmen Romano creó el Centro Superior de Coreografía (Cesuco) en las instalaciones de la sala Ollin Yoliztli. Llegó el nuevo sexenio y se acabó el éxito. Se rescató entonces el Centro de Investigación Coreográfica (Cico), que sobrevive de milagro.
Y, mientras, los grupos independientes no tienen foros adecuados para realizar su labor y mucho menos presupuestos que les alcancen, porque las autoridades han abierto la puerta a cualquier tipo de compañía sin someterla a un juicio artístico sensato.
Urge profesionalizar al gremio. De otra forma no habrá público en los teatros.