Controversia por la liberería Elena Garro en Coyoacán

martes, 31 de agosto de 2010 · 01:00

Las autoridades del Conaculta se empeñan en levantar una librería (y centro  cultural que llevaría el nombre de Elena Garro) en una zona en que, para algunos críticos, no es necesaria. Los vecinos se oponen, pues el impacto ambiental, sobre todo por los autos, ocasionaría aún más caos vial. La pintora Rina Lazo y el cronista Luis Everaert se adhieren a ellos por esas razones, pero están a favor del nuevo recinto.

MÉXICO, D.F., 31 de agosto (Proceso).- Al tomar posesión de su cargo en marzo de 2009, la actual presidenta del Consejo Nacional para la Cultura y las Artes (Conaculta), Consuelo Sáizar, anunció la creación del Centro Cultural Elena Garro (CCEG) en el corazón del histórico Coyoacán, y aunque a la fecha no se ha movido una piedra para iniciar el proyecto ya despierta controversia.

La justificación oficial para esta obra es el fomento a la lectura, que se viene impulsando desde el mandato de Ernesto Zedillo, aunque a la fecha no se logre revertir el índice de falta de lectura para alcanzar los 12 libros por persona al año, según las expectativas de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). El índice en México es de 2.9 al año. 

El nuevo espacio se realizará adecuando una casona en la calle de Fernández Leal 43, en el barrio de la Concepción, en el Centro de Coyoacán, catalogada como patrimonio artístico por el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA). Estará dedicado a los estudios de género y contará entre sus espacios con “una gran librería” de mil metros cuadrados de la red Educal.

Tendrá también áreas para “diversos facilities” –así dice el proyecto presentado por la Secretaría de Educación Pública (SEP)– tales como auditorio de usos múltiples con isóptica, que podrá funcionar también para proyecciones de cine y presentaciones teatrales (250 metros cuadrados), y una escuela de libreros (180 metros cuadrados). No faltará un restaurante “del tipo queso, pan y vino” (200 metros cuadrados).

Al propósito general de impulsar el fomento a la lectura, este centro suma el de dar “cumplimiento de la Ley General de Fomento a la Lectura”, que entró en vigor en abril pasado. Pero también se destacan sus objetivos comerciales:

“Mejorar la posición financiera de la entidad, al incrementar los ingresos propios de la misma, con la puesta en marcha de un proyecto ‘ancla’ que además sirva como referencia del posicionamiento de la marca Educal, y con lo anterior, coadyuvar al logro de los objetivos sustantivos enfocados a la promoción de la lectura, la cultura y las artes.”

Educal es una empresa paraestatal constituida legalmente el 29 de enero de 1982. Fue en 1987 cuando comenzó a funcionar como distribuidora y comercializadora de las ediciones de la SEP, y en 1988, con la creación del Conaculta, su función se extendió a otras instituciones del país. Proceso solicitó desde principios de julio una entrevista con su director Héctor Chávez Castillo, a través de Comunicación Social del Conaculta. No hubo respuesta.

En el documento del proyecto, obtenido por intermediación del Instituto Federal de Acceso a la Información y Protección de Datos (IFAI), se habla de otras razones más vinculadas a la venta que a la lectura de libros:

Entre ellas que Coyoacán “ha demostrado a lo largo de más de 20 años, ser la zona para librerías más exitosa de toda la república debido a los altos niveles de educación de sus residentes y albergar a gran cantidad de los artistas e intelectuales de México”.

Los ingresos anuales de las dos principales librerías de la cadena Gandhi –se dice– rebasan los 120 millones de pesos al año, y se agrega que la librería Octavio Paz del Fondo de Cultura Económica (FCE) “es el punto de venta por metro cuadrado más rentable” de esta editorial, pues sus ventas alcanzan 30 millones de pesos anuales.

La tentación de construir obras de relumbrón fue el sello distintivo del gobierno foxista con la Biblioteca Vasconcelos, conocida como “megabiblioteca”, que disparó su presupuesto inicial –de mil 180 millones originales rebasó los 2 mil millones de pesos (Proceso, 1586)–. Toda proporción guardada, el proyecto del CCEG nació con un presupuesto de 30 millones y ahora se estima que requerirá de 121 millones 880 mil pesos.

Se invirtieron ya 20 para la compra del inmueble y el pago de los impuestos; un millón 880 mil más en los honorarios del proyecto arquitectónico realizado por Fernanda Canales y Saidee Springall. Para la ejecución de la obra se destinarán 70 millones, 2 millones 960 mil 100 pesos para la supervisión de la misma, y una vez terminada, 20 millones en los inventarios y 7 millones 39 mil 900 pesos en mobiliario y equipo.

Pero el proyecto ya alcanzó la polémica. Quizá sorprenda que la creación de un centro cultural sea cuestionable, pero el CCEG ha confrontado a los vecinos, no sólo de la Concepción, sino del Centro de Coyoacán. Quienes rechazan la construcción lo manifiestan con mantas a lo largo de la calle de Fernández Leal y en el inmueble que albergará al centro, y otros están a favor del centro que ocupará una hermosa casona con espacio jardinado a su alrededor.

El principal obstáculo: que el diseño arquitectónico prevé llevar hasta la acera una construcción de cristal, para lo cual tendría que derribarse la barda exterior, modificando el estilo uniforme que caracteriza a la calle de Fernández Leal. 

 

Improcedente

 

Según el proyecto o Estudio de costo-beneficio simplificado, Coyoacán cuenta con 59 librerías, 21 museos, 24 teatros, 15 centros culturales, 7 galerías, 20 bibliotecas, y 15 universidades. 

¿Por qué no una librería o un espacio cultural más? Es el periodista Eduardo Cruz Vázquez, autor del libro Economía cultural para emprendedores, perspectivas, recién editado por las universidades autónomas de Nuevo León y Metropolitana, y fundador en el seno de esta última del Grupo de Reflexión sobre Economía y Cultura, quien responde –vía correo electrónico– que el proyecto “a la luz del Estudio de costo-beneficio simplificado”, elaborado por la SEP y aprobado por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público en octubre de 2008, resulta inocuo e improcedente”:

“Una de las funciones sustantivas de la paraestatal se enfoca a cubrir nichos donde inversionistas privados no pueden, no quieren o no los dejan operar. Educal cuenta con 91 unidades económicas, 27 de ellas en la capital. En la delegación Coyoacán, según el estudio, operan 59 librerías, varias de ellas del FCE. Ello establece un contrasentido al impulsar un nuevo establecimiento que generará competencia desleal (propia de una intervención de la Comisión Federal de Competencia –CFC–) a los particulares y al mismo Fondo. Además, según el estudio, la perspectiva a ¡20 años! es tomarse el 13.31% del mercado de la demarcación gracias a una inversión de 122 millones (que seguramente ya son más).”

Cruz Vázquez no puede desligar el asunto de la librería con un contexto general, en el cual Sáizar llega al cuarto informe gubernamental sin haber presentado un programa de trabajo donde defina sus metas, y ha habido falta de transparencia:

“Sabemos de los escándalos que emparentan su gestión con las de Sergio Vela y Sari Bermúdez: el irresuelto caso de la Biblioteca Vasconcelos, las obras del Palacio de Bellas Artes, la estela de dudas sobre la labor de Arturo Saucedo, los constantes cambios de directivos (entre ellos este funcionario gordillista que no pudo ser Secretario Ejecutivo), el desorden en la relación con numerosas asociaciones civiles que impidió fincar las ayudas que requerían, la asignación directa por casi 37 millones de pesos a la empresa Índigo Films de Isabelle Tardán, cercana a Sabina Berman, amigas pues, para la producción de la serie Discutamos México.”

Y sigue con “la cancelación del Museo del Cine, la falta de firmeza para las relaciones con las secciones sindicales, el desaseo para hacer realidad la Ley del Libro, el haber recibido una condecoración del gobierno de Colombia sin previa autorización del Congreso que, dicho sea de paso, se hace de la vista gorda, la ausencia de miras para eliminar el clientelismo del Fonca, el irresuelto problema de la educación artística entre el INBA y el Cenart”.

A decir de Cruz Vázquez las autoridades han sido omisas y, en el caso de la librería, el estudio que la justifica lo es también. No brinda un diagnóstico del impacto ambiental, uso de suelo, implicaciones del desarrollo urbano, y no aclara que la zona, habitada por sectores de medianos y altos ingresos, “no demanda ni requiere de un nuevo equipamiento cultural”.

Se ha dicho, sobre todo cuando las obras se realizan e inauguran con premura, que los tiempos políticos se imponen a los que el país requiere. El arquitecto Teodoro González de León, responsable de adecuar el antiguo cine Bella Época para el Centro Cultural del mismo nombre y la Librería Rosario Castellanos del FCE, expresó su inconformidad por tener que inaugurar antes de lo previsto. Luego hubo una granizada y el plafón se desplomó.

Ahora recuerda Cruz Vázquez que la obra del CCEG se anunció sin contar con las autorizaciones requeridas, “lo cual señala el acelere del megalómano”. Y considera como la prueba más evidente de su inviabilidad que estén iniciadas las obras cuando su apertura estaba prevista para el próximo mes de diciembre.

Propone una revisión para precisar las funciones del FCE, Educal, la Impresora y Encuadernadora Progreso, la Dirección General de Publicaciones del Conaculta, y los institutos nacionales de Antropología e Historia (INAH) y de Bellas Artes (INBA) que hacen ediciones.

“Educal debe privilegiar su función original: estar en los lugares donde sólo con subsidio se puede alentar el mercado librero y de fomento a la lectura; ser un facilitador de la distribución de todo tipo de títulos, sean grandes corporativos, editoras universitarias o de las docenas de editoriales pequeñas y medianas que son las que más requieren de que el Estado les apoye para ofertar sus productos en la República, en un equilibrio en su disposición en cada tienda.”

Y para el Conaculta sugiere:

“De la mano de la Secretaría de Economía, de Nafinsa, ProMéxico y otras entidades, debería alentar a los inversionistas a jugar la aventura de poner librerías donde la sociedad más las requiere y de la mano de una fuerte campaña de fomento a la lectura. Jugar un papel activo en la economía cultural generadora de empleos es una responsabilidad tan importante como mantener el acceso al libro mediante la intervención estatal.”

 

Sí, pero…

 

El ingeniero Luis Everaert, habitante de Coyoacán desde su nacimiento hace 87 años y cronista decano de la demarcación, y la pintora Rina Lazo, también residente y presidenta de la Asociación Pro Conservación y Defensa del Barrio de la Conchita, ofrecen a Proceso sus puntos de vista vía telefónica. 

No se trata –aclaran– de ir en contra de un proyecto cultural, sino de buscar que se desarrolle en las mejores condiciones posibles y su apertura no complique el desorden provocado por el comercio ambulante, el tránsito vehicular, y asimismo el flujo de personas que asisten a las distintas escuelas, al famoso Hospital de la Ceguera, a la Delegación Coyoacán y a los espacios culturales.

El mencionado estudio calcula que el CCEG será visitado diariamente por entre 700 y 900 personas, nacionales y extranjeras. Tiene prevista la construcción de un estacionamiento subterráneo de 350 metros cuadrados para 20 autos y “adicionalmente se contará con servicio de valet parking para al menos 50 automóviles más en un estacionamiento ubicado a 200 metros del inmueble”.

Everaert habla de la ya conflictiva situación del Centro de Coyoacán, una demarcación muy concurrida: Diariamente acuden a realizar trámites a las oficinas de la delegación, en la llamada Casa de Cortés, cinco mil personas. Las calles de Felipe Carrillo Puerto y Fernández Leal son las única vías para ingresar de norte a sur al Jardín Hidalgo y viceversa, y en la práctica sólo cuentan con un carril y transitan por ahí microbuses de servicio público y vehículos pesados, lo cual hace más lento el tráfico. 

Añade los bares y restaurantes que tampoco cuentan con servicio de estacionamiento, y espacios como el Museo Nacional de Culturas Populares (MNCP) “al cual acude mucha gente, especialmente los fines de semana porque hay actividades para todas las edades y exposiciones de muy buena calidad”, y la Casa de las Humanidades de la Universidad Nacional Autónoma de México.

Qué bueno, dice, que haya un proyecto como el de la librería, pero “qué malo que no tenga resueltos estos problemas tan irritantes para el usuario que no necesariamente va ahí a comprar un libro, pues habrá afluencia de mucho público, y paga los pecados de malas administraciones que bloquearon la circulación de Coyoacán quitándole lo perimetral a la dos plazas centrales, facilitando el establecimiento de ambulantes, cuidacoches y toda clase de tamborileros”.

Recuerda además que en Coyoacán existe ya una librería de Educal, a la cual se le hizo una remodelación “muy modernizadora”, justamente en el MNCP, ubicado en avenida Hidalgo, a unos 500 metros de la que ahora se piensa crear.

Se muestra escéptico ante el futuro centro pues recuerda proyectos donde incluso se invirtió por parte de la misma delegación Coyoacán, entonces a cargo de María Rojo, en edificios para trasladar las oficinas o para solucionar el problema del comercio ambulante. Menciona en el primer caso un edificio llamado El Parián, en avenida Hidalgo y la calle de Vicente García Torres, y el otro en donde fue el Centro Benemérito Benito Juárez:

“Dos ejemplos que costaron una fortuna y no llevaron a nada, fue también por la falta de comunicación, de consulta y de no ver las cosas a corto y largo plazo.”

En cambio le parece muy bien utilizada la antigua Casa de Alvarado, donde pasó sus últimos momentos Octavio Paz, convertida ahora en Fonoteca Nacional, donde la mayoría de sus usuarios, “casi todos estudiantes”, llegan a pie, y pese a que el sonido es su materia de trabajo, “es de lo más silenciosa”.

 

Defensa de la cultura

 

Según se anunció oficialmente al darse a conocer el proyecto, la pintora Rina Lazo formará parte del Consejo Consultivo del CCEG junto con las conocidas artistas e intelectuales Sabina Berman, Carmen Boullosa, Coral Bracho, Fabienne Bradu, Mercedes de la Garza, Denise Dresser, Carla Faesler, Julieta Fierro, Margit Frenk, Margo Glantz, Susana Harp, Graciela Iturbide, Marta Lamas, Paulina Lavista, Nubia Macías, Lucía Melgar, Irma Palacios, Elena Poniatowska, Cristina Rivera Garza y María Rojo, entre otras mujeres. 

La pintora, discípula de Diego Rivera, no se opone al centro cultural, pero sí está por la defensa del patrimonio arquitectónico, por lo cual pide que se respete la barda original de la casona, la cual sería derruida para hacer desde la fachada original hasta el final del terreno, pegado a la banqueta, una especie de caja de cristal, a fin de aumentar la superficie del CCEG.

Relata la artista visual que se enteró de la propuesta por haber sido invitada junto con otras 25 mujeres intelectuales y artistas “representativas realmente de la cultura de la Ciudad de México”. En principio le pareció bien pues el edificio original se restauraría y está bien conservado. Consideró además que “una librería nunca daña a un barrio”. Ahora pide que la cafetería funcione a las horas de la librería y el auditorio sea pequeño –para presentaciones de libros–, si no complicará el problema del estacionamiento. Y es que coincide con lo expuesto por Everaert respecto al caos vial.

A decir suyo el muro de vidrio no va con la arquitectura ni con el entorno del resto de la calle y del barrio. Enumera varios inmuebles de valor como la propia iglesia de la Conchita, la Casa de La Malinche –donde ella habita– y el Convento de los Camilos.

Destaca que el barrio de la Conchita es el más antiguo del Distrito Federal. Dice que justo en la zona se aposentaron los conquistadores mientras se libraban las batallas de Tenochtitlan y Tlatelolco, y luego comenzaron ahí la fundación de su ciudad:

“Se llama Barrio de la Concepción porque Hernán Cortés era devoto de la Virgen de la Concepción, entonces este barrio debería de respetarse mucho más.”

La iglesia de la Conchita –que ahora está apuntalada– forma un eje con la de San Juan Bautista ubicada en el Centro de Coyoacán, a través de la calle de La Higuera, que lamenta ha sido también muy afectada por el tránsito pesado.

Lazo aclara que el Conaculta dio a conocer el proyecto al grupo de 25 mujeres, pero que ni este organismo ni la delegación tuvieron alguna reunión con los vecinos que ella representa para darles a conocer el proyecto con todos sus detalles e impactos. A la asociación que preside se ha unido el Patronato de Amigos del Centro Histórico, encabezado por Carmen Aguilar Zinser. Hay siete asociaciones civiles en la demarcación.

Y cuenta que ha sido por la movilización de los vecinos que algunos espacios han podido preservarse, como una parte de Los Viveros, donde querían instalarse unas oficinas. Rescató, añade, un espacio donde se proyectaban unos departamentos frente al parque de la Conchita y el Convento de los Camilos:

“Nos lo entregó la delegación como área verde. Personalmente hice la lucha y entonces solicité que se llamara Frida Kahlo y es hoy el Parque Frida Kahlo, que hemos estado defendiendo porque dos veces han tratado de hacer ahí un teatro.”

–Se ha llegado a decir que usted se opone a la cultura.

–Les puedo decir que no me puedo oponer a la cultura porque toda mi vida he sido pintora, si me opusiera a la cultura sería un contrasentido. Quienes dicen eso quieren abrir cantinas, ese ha sido el pleito.

“Han habido muchos antros que hemos logrado evitar, y hemos evitado que un parque, un área verde, se convierta en un teatro. Eso sí, yo lo he encabezado y me da mucho gusto haberlo ganado dos veces ya, porque hay muchos predios que la delegación puede convertir en teatros, muchísimos, y no tomar los parques porque es ilegal, por eso hemos ganado, nosotros nos basamos siempre en las leyes.”

Y enfatiza finalmente:

“Quiero decir que no estoy en contra de que se construya ese centro cultural, si así fuera lo hubiese dicho desde el primer día cuando nos presentaron el proyecto, pero sí creo que sería muy conveniente que no llegara el edificio de vidrio hasta la calle y que dejaran aunque sea una pequeña área verde, para que armonice mejor con el entorno.”

 

 

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