La disputa por la UACM

jueves, 21 de marzo de 2013 · 20:23
MÉXICO, D.F. (Proceso).- El conflicto en la UACM duele. Una indispensable universidad pública desgarrada por un complicado conflicto interno. Tengo amigos en lados opuestos, he escuchado sus argumentos y lo que en verdad no puedo entender es la imposibilidad de llegar a un acuerdo. Me da la impresión de que en la UACM la disputa se personalizó a tal punto que fue imposible encontrar una salida política. Y mucho me temo que la intervención de la comisión tripartita (GDF, ALDF y CDHDF) al respaldar a Enrique Dussel como rector interino propicie el típico caso donde el remedio es peor que la enfermedad. Al entregar este artículo (el jueves 14) todavía no tengo suficiente información para valorar la votación del Consejo Universitario; por ejemplo, si el 26 de 50 cumple con el requisito legal para destituir a la rectora. Sin embargo, una parte de mi reflexión sobre lo que pasa en la UACM gira en torno al extremo atascamiento del conflicto. Cuando los problemas no se resuelven, se atascan, y para desatascarlos lo más común es recurrir a la fuerza, y así el problema empeora. Mucho me temo que el ¿ilegal? nombramiento de Dussel solamente implique un desatasco provisional, pero con serias consecuencias. No hablar y no escuchar son síntomas de atascamiento. Adam Kahane, un facilitador en conflictos graves, que trabajó en Sudáfrica durante el proceso de reconstrucción nacional, y posteriormente en el País Vasco, con grupos de personas que perdieron un familiar a manos del grupo opuesto, afirma que la violencia imposibilita la comunicación. Kahane encontró algo que ya sabemos: cada parte cree tener la razón y está convencida de que la contraria está equivocada, y por lo tanto es la que debe cambiar. Kahane plantea que la única manera de desatascar un conflicto es que las partes comiencen a hablarse y a escucharse para encontrar un camino y avanzar juntos hacia una resolución. El diálogo no puede imponerse, y hay que construir lenta y cuidadosamente las condiciones para que las partes estén listas para hablar y escuchar. Cuando Kahane estuvo en el País Vasco encontró que las partes todavía no estaban listas, mientras que en Sudáfrica los sudafricanos de posturas opuestas sí estuvieron dispuestos a probar y, aunque lo hicieron a regañadientes e incrédulos, los resultados fueron espectaculares. La experiencia de Sudáfrica, donde el apartheid había herido brutalmente a la sociedad, convenció a Kahane de que es posible resolver problemas lacerantes y complejos sin recurrir al uso de la fuerza. Por eso insiste en que no hay otra manera de destrabar situaciones atascadas que un proceso de diálogo. ¡Y vaya que sabe de lo que habla! Pero como es muy difícil construir las condiciones para el diálogo y además éste produce resultados muy lentamente, por eso la fuerza se convierte en la opción más socorrida, como podemos ver en la UACM. Fragmento del análisis que se publica en la edición 1898 de la revista Proceso, ya en circulación.

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