Retos para la alternancia en el Estado de México
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El hartazgo y el descontento social con el PRI en el Estado de México (y en grandes porciones del país) es notorio. No me cabe duda que la candidata de Morena, Delfina Gómez, tiene el mayor número de simpatías por encima del candidato del PRI, Alfredo del Mazo. De ese presupuesto se pensaría que, por lo anterior, la profesora Gómez está a punto de ganar las elecciones el próximo 4 de junio. Sí y no. Si estuviéramos en Colombia, en Uruguay o Argentina probablemente así sería, pero estamos en México, donde a pesar de que el PRI tiene los mayores negativos entre los partidos, puede ganar la elección. Suena absurdo. Pero existen elementos que me permiten sostener esa tesis. Veamos. Para que haya alternancia se requiere de varios elementos que deben concatenarse.
1. Es probable que la mayoría relativa de las simpatías electorales la tenga la candidata de Morena, pero ese hecho en México no es garantía de nada. Las instituciones electorales –tanto las locales como las federales– en sus vertientes administrativa y jurisdiccional (el Instituto Nacional Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación) son inversamente proporcionales a lo que dice la Constitución, la ley y la publicidad; es decir, son parciales, partidistas y actúan en función de los intereses a los que responden. Ni usted ni yo nombramos a sus representantes; por tanto, no nos deben nada. Fueron los partidos políticos, y particularmente el PRI, el PAN y, en menor medida, el PRD, los que los pusieron en esos cargos. No hay mayoría, ni siquiera representatividad mínima de Morena en la toma de decisiones de esos organismos que deciden la verdad legal –en otras palabras, quién gana y quién pierde las elecciones– armados, en el mejor de los casos, con un bagaje argumental lleno de sofismas para disfrazar la mentira como verdad. Por ello, la candidata de Morena no se puede dar el lujo de ganar con pocos puntos porcentuales sobre su contrincante del PRI. Requiere que haya una gran participación ciudadana y el 52% de abstencionismo se reduzca a su mínima expresión para encarecer el costo a esas instituciones y a los operadores políticos del régimen. Si eso se logra podrá avanzarse, si no, el señor Alfredo del Mazo será el gobernador del Estado de México a pesar del descontento.
2. La pobreza del sistema educativo que instruye, pero no educa, ha sido una de las razones que explican por qué somos como somos los mexicanos: agachones, resignados, tolerantes a la corrupción y alérgicos a la defensa de sus derechos. Ni siquiera opera la reflexión de Nicolás Maquiavelo en Los discursos de la primera década de Tito Livio: el agradecimiento pesa, la venganza satisface. Esa conducta se entrevera, además de la escuela, en los antivalores familiares y en las convicciones religiosas que, por increíble que parezca, juegan como mecanismos de asimilación del sufrimiento y de las carencias como destinos cuasi fatales. No en balde los principales estudios internacionales sobre la felicidad ubican a los mexicanos en los primeros lugares, muy por arriba de Estados Unidos, Japón o Corea, que forman parte de los países más ricos del mundo. Y eso pasa porque mientras en México el ciudadano promedio necesita muy poco para sentirse feliz (tener trabajo y alimento, no ser objeto de violencia y tener un lugar para dormir y comer), en los países desarrollados esos requerimientos del mexicano los dan por hecho. En Japón, para alcanzar ese sentimiento de sentirse a gusto consigo mismos en momentos más o menos recurrentes el ciudadano necesita reconocimiento social, vivir en forma holgada y contar con una amplia gama de satisfactores que los mexicanos ni siquiera saben que existen. De ahí, paradójicamente, las altas tasas de suicidios en ese país asiático. El reto entonces es inocular, al menos, una dosis mínima de conciencia social sobre la importancia del voto y cómo sortear los medios de control del gobierno y el PRI el día de las elecciones para que el sufragio efectivo no sea sólo una frase de consigna.
3. La Fiscalía Especializada para la Atención de Delitos Electorales de la Procuraduría General de la República (FEPADE) puede ayudar en parte porque su titular es una persona que se presume razonablemente imparcial. Bien decía Aristóteles que es mejor tener buenas personas con instituciones débiles que malas personas con instituciones fuertes. El problema en México es que, salvo las honrosas excepciones de siempre, no se cuenta ni con unas ni con otras. Se vive un grave escenario. El titular de la FEPADE no vive en una cápsula; está inmerso en la sociedad y la política, con las que interactúa; por ende, las presiones políticas de las que es objeto por las diversas expresiones del gobierno federal y de la partidocracia no son fáciles de vencer ni de evadir. Es necesario que el titular de la FEPADE cuente con un acompañamiento social, que hoy no existe porque sufre del déficit de confianza de todo aquello que huela a gobierno. Hay que reconstruirla para bien de la propia sociedad y garantizar que su representante no se aparte de su deber.
4. Y si todo lo anterior no fuera poco, si el señor Alfredo del Mazo obtiene una victoria legal en el Estado de México, si el hartazgo social no adquiere la forma de enojo y protesta, en sus grandes números, que inhiba la acción indebida de las instituciones electorales, es poco menos que imposible ver, por lo menos a 100 mil personas, dejando trabajo, escuela y todo para irse por tiempo indefinido a una protesta que día con día dejaría de tener espíritu de cuerpo y sería atacada con técnicas de comunicación política de pánico moral (aquellas que son orquestadas por quienes influyen en los medios para crear enemigos públicos dignos de aislamiento) y operaciones psicológicas para minar el estado de ánimo de los inconformes. El reto es cómo evitar que eso pase cuando no se tiene una sociedad educada. (Hay un excelente documental de cómo una sociedad educada, con conciencia, puede ganar una batalla en la defensa de sus derechos, cuyo título en inglés es Winter on Fire: Ukraine’s Fight for Freedom, producida por Netflix y que se puede ver, sin embargo, en varios sitios web traducida o subtitulada al español.). Tengo la convicción de que la infinita mayoría no quiere al candidato del PRI, Alfredo del Mazo, pero el dilema es cómo pasar de la percepción a la acción, del dicho retórico a la expresión pública de ese estado de ánimo de ira contra el PRI y su gobierno.
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