El Estado Desarrollador

sábado, 26 de octubre de 2019 · 09:43
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- El Colegio de México ha puesto en circulación el libro Estado Desarrollador. Casos exitosos y lecciones para México. Su publicación es muy oportuna en momentos en que el desconcierto ante el camino que sigue la política económica del gobierno de la 4T es el sentimiento dominante entre gran parte de la ciudadanía. Hace dos años, cuando las encuestas anunciaban el triunfo de López Obrador, las reflexiones sobre la política económica que debía seguir un líder decidido a trazar nuevos rumbos para la economía nacional fueron muy animadas. En ellas ocupó un lugar central la pregunta sobre los mecanismos que utilizaría el Estado para lograr, al mismo tiempo, crecimiento económico y combate a la desigualdad y la corrupción. Sin embargo, un año después de haberse iniciado el gobierno de López Obrador no hay hechos que despierten optimismo. Las cifras de crecimiento económico son alarmantemente bajas. Los proyectos económicos que puedan tener efecto positivo en mayores oportunidades de empleo y bienestar para grupos mayoritarios de la población son difusos y poco convincentes respecto a su sustentabilidad y efectos a largo plazo. Teniendo en mente esas preocupaciones, el libro mencionado resulta de enorme interés. Los casos estudiados son Alemania, China, Corea del Sur, Finlandia y Vietnam. Se trata de casos históricamente muy distintos, por los niveles de atraso en que se encontraban, por la destrucción sufrida durante enfrentamientos bélicos o por la ayuda procedente del exterior. Sin embargo, todos comparten la característica de haber salido adelante, de manera exitosa, a través de la acción de lo que se ha denominado el Estado Desarrollador. Llama la atención que el interés por las experiencias señaladas surja en estos momentos. Aparentemente la enorme aceptación del neoliberalismo desde finales el siglo pasado hacía intrascendentes las discusiones sobre el papel del Estado en la economía. No se olvida la convicción con que se afirmaba: “La mejor política industrial es no tener política”; la idea de desaparecer al Estado para fines de política económica sigue teniendo entusiastas seguidores. Sin embargo, dos condiciones están llevando a cuestionar seriamente los puntos de vista anteriores. La primera es el desencanto con los resultados de las políticas neoliberales, cuyos efectos negativos son evidentes, en particular en lo relativo a la distribución de beneficios; pocos tienen grandes fortunas, muchos están al borde de la pobreza. Contrariamente a lo que algunos creen, las críticas al neoliberalismo no ocurren solamente en las mañaneras de AMLO. Son un tema muy importante de discusión –desde luego a otros niveles– en los principales centro de pensamiento del mundo occidental. Una amplia bibliografía al respecto lo confirma. Lo segundo –y por ello es muy llamativo el libro que reseñamos–: los resultados que se han obtenido mediante la participación vigorosa del Estado para orientar la actividad económica han sido muy positivos. Uno de los ejemplos que mayormente llamó mi atención fue el caso de Vietnam, cuyo estudio estuvo a cargo de Mauricio de Maria y Campos. La historia de Vietnam, con sus largos periodos de dominación colonial, su división en dos países, los dramáticos momentos vividos durante la guerra llevada a cabo por los Estados Unidos contra el Vietnam encabezado por Ho Chi-Minh no se pueden olvidar. Constituye uno de los capítulos más dolorosos de la época contemporánea e influye, sin duda, en los valores, los sentimientos nacionales y la cohesión que se advierte entre los diversos grupos sociales en torno al proyecto nacional del Vietnam actual. Ahora bien, el estudio de su recuperación a partir de 1986, cuando según nos señala el autor se pone en marcha el proyecto económico encabezado por el Estado Desarrollador, es sin lugar a dudas muy aleccionador. Empecemos con algunos resultados. Durante todo el proceso de reforma y fortalecimiento del Estado Desarrollador, Vietnam ha logrado una tasa promedio de crecimiento anual de 7%, al mismo tiempo que combate extraordinariamente bien los problemas sociales. Entre 1993 y 2014 ocurrió en Vietnam una muy rápida reducción de la pobreza (de 80% descendió a 18%) lo que prácticamente eliminó la pobreza extrema de 50% a sólo 3%. El suministro equitativo de salud y educación y la construcción de infraestructura básica de electricidad, vivienda, agua y saneamiento, apoyada por una política que igualó transferencias fiscales a lo largo de las diversas provincias y localidades (que tenían diversos niveles de desarrollo) y un bien implementado programa de crecimiento de pequeñas empresas, ayudaron a cerrar la brecha de desigualdad. Vietnam ha dado la más alta prioridad a la educación y desarrollo de recursos humanos. Durante los últimos 30 años ha privilegiado la cobertura de calidad de la educación y la capacitación para el trabajo, incluyendo la educación para toda la vida. Las empresas vietnamitas invierten en capacitación montos superiores a los que invierten en adquisición de tecnología; la educación es considerada una inversión básica. En las pruebas PISA de la OCDE, los estudiantes vietnamitas han obtenido sistemáticamente calificaciones de excelencia en comprensión de lectura, matemáticas y ciencias. En la de 2015 obtuvo el octavo lugar de 72 países participantes, superando a Alemania y los Países Bajos. No cabe reproducir aquí los diversos puntos que De Maria y Campos identifica para explicar el éxito anterior. Enumeraré rápidamente algunos que me llamaron la atención: congruencia y consenso en el liderazgo político, apoyado por el profesionalismo de los funcionarios de alto nivel que deben haber pasado por la Academia Nacional de Administración Pública; formas eficientes de organización del sector empresarial y la sociedad civil, participantes activos de la planeación de la política económica; movilización de recursos fiscales para el desarrollo tanto a través del presupuesto como de la banca de desarrollo; reforma del sector financiero, que ha permitido que los principales bancos comerciales estén controlados por bancos estatales; la investigación, el desarrollo tecnológico y la innovación, cuya importancia para los planes futuros en actividades manufactureras y agropecuarias es fundamental. El objetivo de los autores de este libro no es ofrecer recetas. No obstante, volver los ojos hacia experiencias con modelos de desarrollo exitosos permite salir de debates estériles en pro o en contra del neoliberalismo. Da elementos para la indispensable reflexión sobre qué caminos se pueden seguir en México, aprendiendo de lo ocurrido en otros países. Felicidades a El Colegio de México por la publicación. Este análisis se publicó el 20 de octubre de 2019 en la edición 2242 de la revista Proceso

Comentarios