Amy Winehouse: la vida en llamas

lunes, 1 de agosto de 2011 · 00:02
El fin de la reina del soul inglés Amy Winehouse, acaecido hace una semana, era previsible. Y si bien su fama la había convertido en una figura icónica para muchos jóvenes británicos y de todo el mundo que enfrentan un futuro nada halagüeño por la falta de oportunidades, la enseñanza que puede desprenderse de su vida trágica es que los conflictos existenciales no se resuelven con el consumo de estupefacientes, que sólo conducen a la autodestrucción. LONDRES (Proceso).- Cuando el sábado 23 los servicios de emergencia británicos confirmaron la muerte de la cantante británica de 27 años Amy Winehouse, la llamada “reina del soul inglés”, en su casa del norte de esta ciudad, muchos admitieron que no estaban sorprendidos por la infausta noticia. La publicitada batalla de la estrella londinense contra su adicciones a las drogas y el alcohol eclipsó una meteórica carrera que comenzó a los 20 años, y le significó importantes éxitos internacionales con discos de gran belleza poética y musical. Winehouse nació el 14 de septiembre de 1983 en el seno de una familia judía, en la que varios de sus integrantes son músicos. La joven fue descubierta por el cantante de soul Tyler James cuando sólo tenía 16 años. Cuatro años más tarde lanzó su disco debut Frank (2003), el cual logró un gran éxito entre la crítica especializada. Su segundo álbum, Back to Black (2006), que alcanzó el número uno en las listas musicales de Gran Bretaña, incluía el tema Rehab cuya letra dice: Trataron de hacerme ir a rehabilitación. Y les dije no, no no. Tras su muerte, cuyas causas Scotland Yard aún prefiere mantener en estricto secreto –aunque sus allegados creen que se debió a un consumo excesivo de vodka y pastillas de éxtasis–, el productor de Back to Black y amigo de Winehouse el inglés Mark Jonson manifestó que aunque la cantante tenía problemas personales, “nunca le hizo mal a nadie”. Sin embargo, los paquetes de cigarrillos, las botellas de vodka, de sidra y las latas de cerveza dejados por cientos de admiradores fuera de su casa del barrio de Camden, son testimonio de cuánto influyó Winehouse en jóvenes vulnerables de Inglaterra y de otras partes del mundo. Junto a los ramos de flores y cartas de despedida, esa fue la forma en que muchos seguidores de la cantante decidieron decirle adiós a la estrella. La admiraban no sólo porque la consideraban una genio de la música con su voz grave y profunda, sino también por su estilo de vida trash (basura), con peleas callejeras y salidas nocturnas capturadas puntualmente por los paparazzi. Las botellas de vodka fueron un homenaje revestido de tragedia, pues esa bebida le habría causado la muerte. Igual los paquetes de cigarrillos, ya que Winehouse sufría de enfisema pulmonar que en varias oportunidades la puso al borde de la muerte. La adicción de Amy por el vodka cobró tintes legendarios incluso dentro de su círculo de amigos bebedores y amantes del rock and roll, quienes no habían visto a nadie tomar tanto vodka, y tan rápido, como a ella. Lo cierto es que en sus últimas semanas la cantante fue encontrada, en varias ocasiones, en estado extremo de embriaguez luego de largas sesiones de consumo de alcohol, tanto en bares de Camden como en su casa. Para el tabloide inglés Daily Mail –uno de los tantos medios británicos que publicó fotos de la cantante en estado de ebriedad o bajo los efectos de las drogas–, no sólo fue trágico que la cantante se estuviera aniquilando con alcohol y estupefacientes, sino también que fuera su guardaespaldas quien la encontrara sin vida en su casa, en lugar de amigos, su exnovio, el director Reg Traviss o algún miembro de la familia. Víctima del desamor La música de Amy caló muy profundo en toda una generación de jóvenes no sólo por el talento que desplegaba, sino porque expresaba aislamiento y dolor por la alienación en torno suyo. Winehouse fue una joven que creció en el seno de una familia disfuncional, con padres divorciados y cuyas relaciones sentimentales siempre terminaron en algún tipo de conflicto violento. De hecho pocos días antes de su muerte la cantante expresó a sus amigos estar “devastada” luego de la separación con su último novio Traviss, de 32 años, quien había tratado de sacarla del círculo de adicciones sin éxito. Una de las soluciones que la cantante creyó encontrar para resolver sus problemas existenciales fue tomar drogas y consumir alcohol. Su vida adulta giró en torno a la autodestrucción, y muchos temen ahora que esa tragedia no sólo la haya afectado a ella, sino también a muchos jóvenes que la adoraban y seguían. Winehouse hizo que el consumo de crack se volviera cool en Inglaterra y que el alcoholismo fuera una característica atractiva entre las mujeres parranderas. También generó entusiasmo entre los jóvenes por sus relaciones sentimentales violentas y abusivas. Las peleas de parejas de famosos en la vía pública pasaron a ser comidilla semanal de los principales tabloides del país. Muchas adolescentes se sintieron identificadas con ella cuando sus zapatillas de bailarina quedaron cubiertas con sangre, luego de haberse inyectado heroína entre los dedos de los pies, como documentaron fotos de agosto de 2007. Lo mismo ocurrió cuando en 2008 fue fotografiada en Londres golpeada y lastimada después de pelear con su esposo, el productor musical Blake Fielder-Civil. En octubre de 2007, ella y Fielder-Civil fueron arrestados en un hotel de Noruega por posesión de mariguana. Poco después fue abucheada en el escenario tras cantar bajo los efectos del alcohol. La pareja se divorció en 2009. Winehouse fue considerada por muchos como un pésimo ejemplo para la juventud. El meteórico éxito de su carrera musical, entre 2003 y 2009, coincidió con un peligroso aumento en el consumo de alcohol, sobre todo entre jóvenes mujeres británicas. De acuerdo con cifras publicadas por Scotland Yard, en 2009 fueron arrestadas 250 adolescentes por día debido a actos de violencia, principalmente tras sesiones de consumo excesivo de alcohol. En ese informe también se indicó que una de cuatro jóvenes británicas arrestadas por esa causa tenía entre 10 y 17 años. Durante los años en que Amy pasó de ser una joven cantante a una estrella del soul, nació en el país una nueva generación de llamadas ladettes (damas violentas), cuyo estilo de vida se identifica con el descontrol y el exceso. Ocaso de una estrella Según el Instituto de Psiquiatría del prestigioso King’s College de Londres, una de cada cinco mujeres en Gran Bretaña se excede en el consumo de alcohol. Las cifras para mujeres de entre 20 y 30 años son todavía más altas, pues 36% admitió que sufría colapsos y perdía la conciencia tras el consumo. En varias ocasiones Amy subía al escenario en completo estado de embriaguez y olvidaba la letra de sus canciones. Así le ocurrió en junio pasado, cuando decidió suspender su gira europea de regreso, tras haber sido abucheada por 20 mil personas en Belgrado, Serbia. Pero no sólo se trata del consumo de alcohol. Winehouse decía que estaba orgullosa por fumar mariguana desde los 13 años. Así lo declaró en varias entrevistas con la prensa local. Un año más tarde la cantante comenzó a componer temas musicales, muchos de los cuales surgieron de sus experiencias con cannabis. El mismo Instituto de Psiquiatría del King’s publicó en diciembre de 2010 un informe en el que alertaba sobre el vínculo entre el exceso en el consumo de mariguana y la esquizofrenia. También calificó a este enervante como “el primer paso” para la caída en drogas más peligrosas como heroína, cocaína y crack. Winehouse terminó enganchada a todos estos estupefacientes. Tres semanas después de su boda con Fielder-Civil, Amy sufrió una sobredosis de heroína que casi le cuesta la vida. Por entonces su disco Back to Black le había generado un enorme éxito de críticas, cinco premios Grammy y ganancias superiores a los 16 millones de dólares. “Ella era la evidencia viviente de que se podía tenerlo todo: drogas, bebidas, fama, fortuna y felicidad. Aunque finalmente ese no fue el caso. Aquellos que la conocían afirmaron que Amy anhelaba seguridad, amor y atención constantes”, afirmó Amanda Platell, una reportera británica del Daily Mail que siguió muy de cerca su carrera. “Las drogas, el alcohol y el éxito nunca pudieron satisfacer sus necesidades afectivas. Extrañaba a su padre (Mitch) desde que éste se escapó con su secretaria, cuando Amy tenía sólo nueve años”, agregó la periodista. En las semanas previas a su muerte, Amy había sido internada en la clínica de rehabilitación The Priory de Londres –sitio al que acudía cada vez que se excedía con las drogas–, donde los médicos le informaron que los excesos estaban aniquilando su cuerpo. De hecho, las dos últimas personas que la vieron viva fueron su guardaespaldas y su médico personal. Es posible que la muerte de Amy a edad tan temprana pueda servir como lección para miles de sus admiradores. Su estilo de vida vertiginoso terminó por aniquilarla. Sin embargo, las botellas de vodka y los paquetes de cigarrillos depositados afuera de la casa de Amy en Londres parecen indicar lo contrario. El lunes 25, la Compañía de Listados Musicales (Official Charts Company) anunció que desde la muerte de la cantante, las ventas de sus discos crecieron exponencialmente, principalmente el disco Back to Black, que se colocó en el puesto 81 en los charts británicos. En total, las ventas de los discos de Winehouse se incrementaron 37 veces entre el sábado 23 y el lunes 25. El expresidente de la discográfica Island Records, Mark Marot, afirmó ese día a la radio 4 de la BBC que la compañía musical que representaba a Winehouse “obró responsablemente”. Y agregó: “Island se portó muy bien con Amy, incluso tomó medidas que fueron del conocimiento público para impedir que ella siguiera con su comportamiento autodestructivo.” Alan McGee, a cargo de la discográfica Creation Records, que lanzó las carreras de bandas como Oasis, Primal Scream y Super Furry Animals, afirmó: “Si un músico toma muchas drogas, es su problema.” McGee, un exadicto a las drogas, sostuvo que sólo uno mismo puede dejar la adicción: “Lo demás es irrelevante hasta que uno deja de consumir, incluso el efecto que eso crea en otros.” Como explicó en su cuenta personal de Twitter el presentador televisivo Piers Morgan: “Amy Winehouse tenía un talento supremo, pero una personalidad terriblemente adictiva y autodestructiva. La lección que nos deja es muy triste, pero de algún modo debe abrirnos los ojos.”

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