MÉXICO, D.F. (Proceso).- Datos, hechos, números revelan contundentemente la superioridad del danzón sobre las demás expresiones de baile en el país, por mucho. Los aportan, así como sus características esenciales, algunas de las figuras más representativas del medio, desde estudiosos y maestros hasta intérpretes de ambos sexos, y el compositor Arturo Márquez, cuyo célebre “Danzón Número 2”, según la Sociedad de Autores y Compositores de México, es la pieza de música clásica mexicana más escuchada en el mundo, igual que la película “Danzón” de María Novaro, interpretada por María Rojo, es una de las cintas más populares.
El 18 de noviembre murió Diego Pérez y Reyes, director de la legendaria danzonera Acerina. Al día siguiente la popular agrupación debía presentarse como plato fuerte del XVII Encuentro Nacional de Danzón en la ciudad de Querétaro.
Organizado por los directivos danzoneros María Dolores Moreno y Arturo Ugalde en el Gran Salón del Hotel Real de Minas, el evento debía de comenzar a las 12:00 horas. Vestidos de gala, los grupos representativos de 15 estados esperaban en silencio con un pequeño moño negro prendido en sus ropas. No sabían si Acerina cancelaría. Se sabía de primera mano que estaban tocando en el velorio de Pérez y Reyes.
Una hora tarde llegó la danzonera, silenciosos los músicos se acomodaron rápidamente en sus lugares, se guardó un minuto de silencio, luego se tributó una ovación a su director, y arrancó el baile con el famoso grito “¡Hey familia!…”. El encuentro se convirtió en un emotivo homenaje para el saxofonista barítono.
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El Danzón Número 2 de Arturo Márquez se escucha en todos los medios, es tal su éxito que se ha convertido en una suerte de música representativa de México en el extranjero. Según datos de la Sociedad de Autores y Compositores de México (SACM), es la pieza de música clásica mexicana más escuchada en el mundo.
En entrevista, el músico explica su fascinación por el danzón:
“Veo un gran impulso danzonero con todos estos congresos y encuentros que se están dando en el país en estos últimos años. En los estados ha cambiado su rumbo, no sólo se baila en las plazas sino en salones de baile como en Veracruz.”
Márquez era un asiduo asistente al ahora desaparecido Salón Colonia:
“Me apasiona el ambiente, la comunión entre baile y música. Y el famoso ‘Hey familia’ describe a un gremio muy integrado, que en la realidad sí es como una gran familia. A eso hay que agregar el respeto que tiene el bailador hacia la música y la sensualidad de un ambiente que me parece muy nostálgico, que nos ubica en un tiempo lejano pero que continúa hasta ahora.”
El popular músico señala que el Danzón Número 2 –dedicado a su hija–, como toda su música, “le salió del alma”:
“Lo hice en 1994, cuando se levantaron los zapatistas para dar una esperanza al país, que ya entonces estaba desgarrado. Yo tuve mucha esperanza en aquellos momentos. A esas emociones les agregué toda esa parte sensual y rítmica que tiene el danzón. Cuando lo estrené fue un gran éxito. Recuerdo que al piano estaba Duane Cochran, que tocó de forma extraordinaria, con un sentimiento desbordado.
“Y mira, yo no soy un director de orquesta con gran experiencia, lo mío es componer, pero acabo de dirigir mis danzones en una función especial que se hizo en el Teatro Degollado en Guadalajara con la Orquesta Filarmónica de allá en la que se mostró una fusión entre el danzón tradicional y ortodoxo y el ballet. Se ha bailado mucho ese danzón, lo montó Cecilia Lugo, unos patinadores, el Bolshoi, es una fortuna que un baile tan apasionado tenga tanto éxito.”
No obstante, señala que el número de bailadores no es proporcional al de danzoneras:
“Hacer una danzonera tiene su chiste, hay que tener un buen arreglista y timbalero. Acerina, que perdió recientemente al gran músico Diego Pérez y Reyes, tiene un violinista que es un músico genial. Las danzoneras están formadas por músicos de élite, así como los que bailan bien también son una élite.”
Confiesa:
“A mí me gusta mucho bailar danzón, pero me chocan los danzoneros con todas sus reglas. A mí me gusta bailar libre, como sea, pero lo entiendo y respeto. Los danzones mexicanos que más me gustan son Nereidas y Mi consuelo es amarte. Pero te digo, hay danzones tan buenos musicalmente que dan ganas de sentarse a sólo escucharlos.”
La bailadora favorita de Márquez es Laura Calderón de la Barca, nada más y nada menos que su esposa. Se trata de una danzonera de imponente figura, guapa y que asombra por su destreza, sencillez y porte. La conoció tiempo después de haber compuesto sus danzones.
“Yo aprendí a bailar en el ISSSTE con el maestro Víctor Escobar –señala la también psicóloga especializada en musicoterapia–. Tuve la oportunidad de bailar con los maestros Miguel Cisneros y El Abuelo ya directamente en la práctica. Mi interés surgió después de que vi la película Danzón de María Novaro, con María Rojo, y quise conocer la magia de ese medio. Y como acompañaba a mi mamá a que tomara sus clases de baile, me inscribí y aquí estoy.”
Para Laura Calderón de la Barca el danzón es algo excesivamente riguroso: la postura, el movimiento de la cadera concentrado, el deslizado mínimo por el piso, los tiempos y remates:
“Ahora desde que soy musicoterapeuta quisiera utilizar el danzón para explicar a mis pacientes el sentido de la vida.”
Poseedora de un estilo propio que la llevó a ser recomendada por el periodista apodado Matarili para interpretar un danzón con Ernesto Gómez Cruz en el musical Aventurera durante su primera temporada, y ganadora del primer lugar del concurso de baile que hizo TVAzteca hace unos años, afirma que para desarrollar su propio estilo primero aprendió a bailar como lo hacen en el Distrito Federal: uno de los retos es escuchar las trampas y resolverlas cuando las terminaciones son cortas o largas.
“El danzón libera endorfinas, aumenta tu autoestima, cumple con muchas de las necesidades de la expresión sensual y sexual, y lo más importante es que te da un sentido de pertenencia, es decir, de identidad.”
La intérprete nunca usa el pelo suelto, se lo recoge en un chongo como bailarina de ballet y asume su entusiasmo por llegar vestida espectacularmente pero formal. No repite vestidos y siempre estrena zapatos, y sus accesorios son fundamentales. Y explica que no es por una cuestión de frivolidad, sino por verse muy bien, pulcra y arreglada siempre.
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“El danzón es el baile más popular en el país”, dice a Proceso el maestro en Ciencias Miguel Ángel Zamudio Abdala, director del Centro Nacional de Investigación y Difusión del Danzón (CNIDDAC).
“Si revisas con cuidado vas a encontrar que se baila en todo el país, en todos los estados, ciudades y en un centenar de municipios. A pesar de las reglas que existen para bailarlo y de todo lo que hay que aprender para entrar en la pista, se baila sin cesar en la mañana, tarde y noche.”
El repunte del danzón, indica el también director de la compañía Tres Generaciones de Danzón y poseedor de su propia danzonera, charanga y orquesta, viene de que al contrario de la salsa y otras formas que promueven los medios masivos, el danzón se ha venido difundiendo a través de un contacto más humano. En su lectura, el danzón ha generado un placer, un gusto, una sensación de plenitud tanto en adultos mayores, adultos, jóvenes y niños:
“Si hacemos un análisis de lo que baila la gente en las discotecas, es la música importada. Los géneros en una disco tienen que ver con el mercado. En el danzón no es así, cuando menos de veinticico años para acá, en lugar de pasar de moda va involucrando a más personas de diferentes sectores y estratos sociales en múltiples ciudades y municipios del país. La cultura popular se lo apropió.
“Y no sólo gana más adeptos sino que está regresando a la plaza pública, si bien hay grupos a quienes interesa mostrar su baile en foros. En las plazas baila todo mundo para su propio regocijo y se da un gran interés en entender los códigos del baile.”
El Encuentro Nacional de Danzoneras en el malecón del puerto de Veracruz en mayo pasado tuvo 3 mil asistentes, el de Oaxaca 2,500, Quéretaro 2 mil, Oaxaca 3 mil, y de forma similar se encuentran los eventos nacionales realizados en Chiapas, Nuevo León, Guerrero, Quintana Roo, Puebla y Estado de México, entre otros. Al mismo tiempo tan sólo en el D.F se tienen más de cien clubes oficiales de baile que, sin necesidad de publicidad, conocen exactamente los horarios en los cuales se baila danzón en el Salón Los Angeles, Club Social Romo, La Maraka, California Dancing Club, Gran Fórum, por citar los más famosos, independientemente de los rigurosos bailes en plazas, como es el caso de La Ciudadela.
“Hace mucho tiempo que logramos romper con el estereotipo de que el danzón era un baile de lupanar, modelo impuesto por el cine nacional. Ahora bailar es estar frente a una danzonera que reta al bailador a disfrutar de un rito. Probablemente la salsa puede tener muchos adeptos, pero no crece en la misma dimensión que el danzón.”
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El jarocho José Luis Juanes, de 38 años, es conocido en el ambiente danzonero nacional como uno de los mejores bailadores del gremio. Con un estilo reposado pero sensual, preciso y muy riguroso, aprendió a bailar desde cero a los 18 años durante un baile de carnaval que su tía Rosa Abdala presidía. Ahora, cuando él está presente la gente se arremolina a su alrededor sólo para admirarlo.
“Lo mío es bailar, desde que descubrí esta técnica no ha habido otra cosa que me apasione más que bailar danzón. Gracias al danzón he viajado, conocido gente e incluso conseguido empleo, si tengo trabajo es gracias al danzón. Es algo que no te puedo describir en palabras pero gracias a él aprendí lo que es disciplina, técnica y entrenamiento.”
Fue por accidente, afirma el también auxiliar contable de una agencia aduanal en el puerto de Veracruz, “ahí, en el baile, sobre la marcha Miguel Zamudio me enseñó unos pasos y aquí estoy.”
Para Juanes la disciplina del danzón lo es todo:
“Gracias al danzón me hice de una imagen pública, lo que sucede en la pista lo llevo a mi vida y ante la sociedad. Hay que entender que se trata de un ritual, en cómo te bañas, te peinas, te perfumas, seleccionas la camisa, la corbata, los zapatos, el pañuelo. En el danzón hay que ser impecable, cuidar el aliento, todo para no dar una mala imagen a la dama con la que bailas y a las personas que te ven bailar.
“Es toda una inversión, pero de vida. Mi estilo es muy cercano al de la Ciudad de México, aunque soy veracruzano, porque la música siempre es en vivo y aprendes a escuchar las notas, a entender los compases. A partir de toda esa experiencia más el estilo veracruzano hice una forma propia de bailar, sin salirme de la ortodoxia, he inventado pasos. Para que me entiendas: desayuno, como y ceno danzón y en mi tiempo libre bailo danzón.”
Juanes baila recientemente con la joven jarocha Anaid Chávez, que sostiene la elegancia porteña al extremo y cuya musicalidad la ha colocado entre las mejores bailadoras del país.
“Me costó aprender –explica Chávez, licenciada en Comunicación–, pero desde que aprendí es lo que más me interesa hacer.”
Según los diferentes portales que existen en el medio danzonero, cuando menos una vez al mes se realiza un evento nacional en algún estado, aunque según María Dolores Moreno, de Querétaro, “la Meca sigue siendo Veracruz”. Para la bailadora, quien viajó junto con su esposo Arturo Ugalde contratada para bailar en eventos especiales de la Danzonera Acerina, el danzón tiene tanta fuerza en este momento que resulta difícil decidir en qué encuentro nacional participar.
“Son miles de personas bailando danzón en el país, desde Baja California, Chihuahua (hay un grupo en Ciudad Juárez) hasta Quintana Roo, se dan clases, hay talleres en casas de cultura y se forman grupos”.
Paralelamente, la industria misma del danzón ha crecido, la venta de abanicos se ha incrementado y se ofrecen por cientos en supermercados y eventos. Lo mismo ha sucedido con los de zapatos especiales y discos con versiones originales de danzones no editadas a tres minutos.
Según Miguel Angel Zamudio, el fenómeno danzonero crecerá aún más en los próximos años y bailarlo será una manera fundamental de goce:
“Tú llegas a un lugar donde se baila danzón y te das cuenta de que la gente no va ni a beber ni a charlar. Van a bailar, y saberlo hacer es una forma de obtener estatus y respeto de quien te rodea. En el país hay muchos problemas, pero el danzón es intocable. Pase lo que pase, no dejaremos de bailar.”