Estorino lleva "Pedro Páramo" al teatro

miércoles, 19 de septiembre de 2012 · 12:03
LA HABANA, CUBA (Proceso).- El reconocido dramaturgo Abelardo Estorino adaptó para la escena Pedro Páramo, de Juan Rulfo, con el título Ecos y murmullos de Comala, y también la dirigió. No se le dificultó meterse “bajo la piel de Rulfo” porque ha adecuado otras obras literarias, sin embargo fue muy fiel a la novela, nada le cambió: “Ese es un defecto que tiene mi versión teatral. Pedro Páramo me aplastó y tuve que arrodillarme frente a él.” La entrevista es en su casa. Allí, Estorino cuenta que escribió en seis meses la pieza y después ensayó, con 16 actores del Grupo Comala, alrededor de ocho meses con algunas interrupciones por diversas circunstancias, como vacaciones de la compañía, en fin. Estrenó el 11 de agosto pasado en la sala Hubert de Blanck, temporada que acaba de concluir. Toda la obra de Estorino, según los críticos, es la más significativa y audaz de la dramaturgia cubana de hoy. Pero además se han montado en otras naciones, como Colombia, España, Estados Unidos, Checoslovaquia, Chile, Inglaterra, México, Noruega y Suecia. A sus 87 años sigue apasionándose por el teatro, aunque confiesa que no volvería a montar una historia con tantos actores, sino que levantará proyectos con dos personajes o monólogos. “Lograr una unidad de actuación con 16 actores es muy difícil”, confiesa. –¿Qué lo impulsó a adaptar Pedro Páramo para teatro? –Realmente no recuerdo la razón, sólo empecé a trabajar. Años atrás había leído la novela y la volví a releer y releer. Sobre Rulfo llegué a saber más que de mí mismo. Tengo una gran bibliografía sobre él y de Pedro Páramo publicada por la Casa de las Américas y también de México. Entonces empecé a trabajar en el texto, tratando de mantener el lenguaje para no eliminar la poesía que tiene la historia. “De todas maneras al llevarla al teatro trabajé mucho porque no es lo mismo leer que oír. El teatro necesita una dinámica completamente diferente. Cuando uno lee, como en este caso, y no entiende bien en qué tiempo está todo, se puede regresar a las páginas, pero en el teatro eso no se puede hacer. Y tampoco quería crear una versión que fuera muy indirecta porque entonces falsearía el mundo de Rulfo, ese mundo mágico donde uno no sabe si está en el pasado o en el presente, si todos están muertos o vivos. Todo eso me llevó trabajo y después laborar con los actores.” Recuerda que con éstos resultó sumamente difícil conseguir la atmósfera onírica del mexicano: “Deben tener un entrenamiento especial, pero creo que logré el objetivo. Son actores muy inteligentes, para hacer una obra así se necesita a un actor que haya leído, que tenga cierta cultura. No es una comedia de costumbres, ni siquiera es William Shakespeare porque es más fácil, es otra cosa.” Vio la versión cinematográfica mexicana de Pedro Páramo, dirigida por Carlos Velo en 1966, adaptada por Carlos Fuentes y fotografiada en blanco y negro por Gabriel Figueroa, y no le gustó: “Un actor estadunidense, John Gavin, hizo el papel de Páramo, eso no me agradó. Además Susana San Juan, protagonizada por Pilar Pellicer, y otro personaje femenino, se parecen mucho. Entonces hay una confusión muy grande con eso.” Enfrentó un embrollo: “Tratar de que el espectador pudiera comprender lo que sucedía para que no se perdiera en ese mundo que cambia de espacio y de tiempo constantemente. Eso fue lo más difícil. Me parece que no es una obra para un gran público. Aún sigo trabajando en ese texto, no lo considero definitivo. “Durante los ensayos fui cambiando el guión, eliminando cosas porque algunas frases era muy largas o no tenían el dinamismo que debían tener para la escena. Ahora quiero revisarla de nuevo para ver si publico esta versión.” –¿Qué le gusta de la novela Pedro Páramo? –La poesía, no sólo la poesía del texto, sino la poesía de la imaginación. Es una gran novela porque aparte del lenguaje tan cuidado hay mexicanismos que no impiden la comprensión de lo que se dice. Jorge Luis Borges dijo que es una gran novela no sólo latinoamericana sino universal. –¿Qué opina del tema de la muerte que aquí aborda Rulfo? –En este momento ese tópico me afecta mucho porque tengo 87 años, estoy a punto de cumplir 88, y pienso con mucha frecuencia en la muerte. Pero Rulfo era muy joven cuando escribió la novela. Creo que es una cuestión mexicana. Por ejemplo, nosotros celebramos el día de los fieles difuntos de una manera muy triste. En México se baila, se canta, se come, es una alegría. –¿Qué opina del personaje Pedro Páramo, trágico y despótico cacique de los Altos de Jalisco? –Eso lo tenemos en toda Latinoamérica, en todas partes, donde quiera hemos tenido un dictador y éste es el dictador de Comala, un personaje que sigue vigente. –De Susana San Juan, ¿qué opina? –Ah, es un personaje lleno de belleza y muy sensual, pero lo que más me llama la atención es la relación incestuosa entre Bartolomé San Juan y su hija. He tenido mucho que luchar con el actor para que él la trate con sensualidad, me cuesta trabajo. Yo creo que esa relación no tiene otro matiz, sino el tono de la atracción. –El tópico del amor es muy fuerte en la novela… –Sí. El esposo de Susana, Florencio, fallece y ella cree que él está vivo. No lo conocemos, no lo vemos. Todos los personajes son interesantes. Fulgor Sedano es muy interesante porque está obedeciendo y criticando a Pedro Páramo a la vez. He tenido unas discusiones con unos amigos porque dicen que Juan Preciado (quien le promete a su madre que regresará a Comala para reclamarle a su padre Pedro Páramo lo que les pertenece) cuando llega allí está muerto y yo no lo veo así. Juan Preciado es el que va descubriendo un mundo que no existe porque Pedro Páramo al morir dice “y Cómala se morirá de hambre” y aquello se convierte en un páramo. –Esta versión teatral, con mexicanismos, ¿qué le puede ofrecer al cubano en este momento? –Dentro de ese mexicanismo, y por eso la novela ha tenido tanto éxito, hay un valor universal. Aunque se ubica en México eso puede ocurrir en cualquier parte. Esas relaciones de dominio y de querer apoderarse de todo pueden ocurrir en cualquier país. “Aquí Rulfo reduce el poder, no en significado, sino que lo lleva al campo, al tema del campesino, a un cacique, pero lo podemos ver en un presidente, en cualquier persona.” –Usted ha hecho varias adaptaciones, ¿pero que significa esta versión de Pedro Páramo? –Significa un paso más tanto del texto como de la puesta en escena, lo cual no quiere decir que esté satisfecho, siempre uno debe aspirar a más, no creo que uno vaya a llegar a la perfección. Pero esta puesta podría mejorarse en todo sentido. Hay relación entre una escena y otra que no sé si están claras y quiero aclararlas. –¿Por qué le puso Ecos y murmullos de Comala? –Para mí, llamarla Pedro Páramo era muy simple, y este otro título describe muy bien lo que sucede, es el mundo de los murmullos, no es el mundo real. Se va describiendo la historia a través de lo que la gente murmura. “Es como un sueño…”

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