La llegada de Enrique Peña Nieto a Los Pinos renovó los afanes del gobierno estadunidense para combatir al narco en territorio mexicano. Para lograrlo, el Pentágono desempolvó y rediseñó un plan antiterrorista ofrecido inicialmente a la administración calderonista y que incluía la captura de Joaquín El Chapo Guzmán. Documentos del Departamento de Defensa indican que el propósito es fortalecer el Comando Norte de Operaciones Especiales para ampliar y mejorar el adiestramiento de efectivos de las fuerzas de seguridad de México... y ese adiestramiento incluye técnicas de espionaje, secuestro y tortura.
WASHINGTON (Proceso).- El regreso del PRI a Los Pinos le volvió a dar alas al Pentágono, que como parte de su estrategia de combate al narcotráfico intenta aplicar en México las tácticas antiterroristas que usa en Medio Oriente desde hace varios años, para lo cual ya ha entrenado a numerosos efectivos militares y policiacos mexicanos.
“El objetivo es que las fuerzas de seguridad de México tengan la capacidad de ejecutar cinco tácticas esenciales en esta lucha: componer, terminar, explotar, analizar y diseminar”, sostiene uno de los documentos, obtenido por Proceso, del Comando Norte de Operaciones Especiales, perteneciente al Comando Norte (Norcom).
Uno de ellos revela que “con la venia” de Felipe Calderón, desde 2010 y hasta mediados de 2012 el Pentágono instruyó a soldados, marinos y policías mexicanos en métodos de espionaje, tortura, ataques sorpresa y secuestro.
Personal de esa institución llevó a Afganistán, Guantánamo (isla de Cuba), Irak, Kuwait y Pakistán a por lo menos tres grupos de las fuerzas de seguridad de México para que “observaran y aprendieran” las tácticas que utilizan los grupos de operaciones especiales estadunidenses para “ubicar, aniquilar, atrapar, secuestrar e interrogar” a miembros de organizaciones terroristas como Al Qaeda, indica el documento.
“Los grupos especiales de México que aplicarían las tácticas contra el narcotráfico y el crimen organizado deben estar integrados en 85% por miembros de la Secretaria de Marina-Armada de México (Semar), 10% de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y el resto por policías federales, agentes de inteligencia y personal civil especializado”, expone otro de los textos elaborados por el Pentágono, del que el corresponsal sólo pudo tomar algunas notas.
Con el argumento de que los cárteles del narcotráfico y los grupos del crimen organizado mexicanos representan una amenaza para la seguridad de la frontera sur y para la estabilidad nacional de Estados Unidos, la dependencia consiguió que Calderón aceptara el adiestramiento de policías y efectivos de las Fuerzas Armadas mexicanas en tácticas antiterroristas.
El Departamento de Defensa incluso diseñó un plan de captura de Joaquín El Chapo Guzmán Loera, líder del Cártel de Sinaloa en territorio mexicano, que sería ejecutado por un grupo de élite de las Fuerzas Especiales del propio Departamento de Defensa. En un principio Calderón aceptó, pero terminó por descartarlo ante la oposición de la Sedena (Proceso 1867).
No obstante el rechazo del gobierno calderonista, la llegada del PRI a Los Pinos con Enrique Peña Nieto hizo que el gobierno estadunidense retocara su antigua propuesta para desmantelar el narcotráfico y el crimen organizado con métodos antiterroristas.
Desde el arranque de su mandato, Peña Nieto expresó su intención de desmilitarizar la estrategia heredada de su antecesor para concentrarse en el uso de mecanismos de inteligencia más efectivos que ayuden a disminuir la narcoviolencia que dejó más de 100 mil muertos en los últimos seis años.
Con este propósito contrató a consultores estadunidenses y de otros países especializados en seguridad nacional para crear el Centro Nacional de Inteligencia (CNI) que, según los planes, tendría seis sedes y estaría a cargo de la Secretaría de Gobernación (Proceso 1889).
El memorando de Panetta
Enterado de los planes de Peña Nieto el 31 de diciembre pasado, Leon Panetta, secretario de Defensa de Estados Unidos, firmó un memorando con el que autoriza el fortalecimiento del Comando Norte de Operaciones Especiales (CNOS, por sus siglas en inglés) dentro del Norcom, para ampliar y mejorar el adiestramiento que se proporciona a las fuerzas de seguridad de México.
“Estamos listos para seguir trabajando con el gobierno del presidente Peña Nieto y en este sentido estamos llevando a cabo diversas conversaciones con nuestras contrapartes mexicanas”, dice a Proceso el capitán de la Marina estadunidense Jeff Davis, jefe del Departamento de Relaciones Públicas del Norcom.
En entrevista vía telefónica asegura que la ampliación del CNOS estrictamente es sólo “un cambio de organización” de esta entidad militar, pero no en el “sentido operacional”.
Según el capitán Davis la ampliación del CNOS “es para fortalecer la cooperación con nuestros aliados de América del Norte (Canadá y México) sobre la seguridad y estabilidad de la región, por medio de la cual tenemos intercambios directos y proporcionamos entrenamiento militar que no se concentra únicamente en los militares mexicanos o en planes para este país”.
Sin embargo el entrevistado no confirma ni desmiente el argumento central del plan para México: Que las fuerzas de seguridad del país “apliquen tácticas antiterroristas en el combate al narcotráfico y al crimen organizado”.
Sólo dice: “Cuando se habla de grupos especiales del Pentágono la gente tiende a imaginarse situaciones de combate como las que se hacen en las películas; pero lo que se llevará a cabo en este caso es simplemente hacer concordar lo que realizan los demás comandos de Estados Unidos en el mundo, entre ellos el africano y el del sur”.
Y puntualiza: “El CNOS será el más pequeño con respecto a todos los que existen”.
Los documentos elaborados por personal adscrito al Pentágono consultados por Proceso y cuya autenticidad confirma Davis indican que el objetivo clave para el caso de México es dotarlo de una fuerza militar y civil especial que se concentre en el desmantelamiento de las redes criminales que operan sobre todo en su frontera norte.
Conforme a lo estipulado por Panetta, la intención es que Peña Nieto acepte el plan de atrapar a capos como El Chapo Guzmán aplicando métodos antiterroristas similares a los que utilizó el Pentágono para localizar y matar a Osama bin Laden, líder de Al Qaeda.
En los tours organizados por personal del Pentágono en las zonas de conflicto de Asia, Oriente Medio y Guantánamo a militares, policías federales, personal de inteligencia, jueces, ministerios públicos y abogados mexicanos se les enseñó de todo, según los documentos consultados por el corresponsal.
“Visitaron salas de tortura, revisaron grabaciones de audio y video, analizaron protocolos de espionaje tecnológico y personal a objetivos específicos, atestiguaron la práctica de asaltos y ataques sorpresa, entrenamiento de las fuerzas especiales en escenarios de guerra y en terrenos inaccesibles; también participaron en la elaboración de análisis y diseminación de la información de inteligencia obtenida de todo esto, antes y después de lanzar un operativo de decapitación de mando o estructura de las redes terroristas”, dice uno de los textos del Departamento de Defensa.
Cuestionado sobre esos tours, Davis responde que la pregunta debe formularse a las autoridades mexicanas.
Y agrega: “El CNOS se ampliará sólo para proporcionar entrenamiento a las fuerzas de seguridad de México en Estados Unidos. Para ello se ampliará el número de personal con el que cuenta actualmente el CNOS –de 30 a por lo menos 140 personas– para que empiece a operar a principios de 2014.
Según ese plan un general de una o dos estrellas estaría al frente del CNOS. Con un general como jefe, el Pentágono quiere darle a este grupo más autonomía para desarrollar sus estrategias con México y Canadá.
Davis explica que será la Jefatura de Servicios del Pentágono la que designe al jefe del CNOS. “Su base central de operaciones estará en Colorado Springs, dentro de la Base de la Fuerza Aérea Peterson”, añade.
El personal que formará parte de la ampliación del CNOS incluye a miembros de las fuerzas de élite del Pentágono y a 15 o 20 elementos de la CIA. Dentro del Norcom, cuya sede también está en Colorado, ya hay “observadores y colaboradores” de la Sedena y la Semar trabajando en el desarrollo de proyectos para la lucha contra el narcotráfico y el crimen organizado.