Una narcoserie distinta

viernes, 10 de enero de 2014 · 09:29
BOGOTÁ (Proceso).- En Alias El Mexicano, la nueva serie “narcorrealista” de la televisión colombiana, Gonzalo Rodríguez Gacha aparece como un narcotraficante inescrupuloso que mata, corrompe y acumula cientos de millones de dólares gracias a sus socios mexicanos, a quienes envía cinco toneladas de cocaína al mes con su flota de aviones. Una escena de la serie, producida por Fox Telecolombia para la cadena RCN, da cuenta de la fructífera relación: “¿Cómo ves? ¿Te gustó mi biblioteca?”, pregunta a Rodríguez Gacha el jefe del Cártel de Guadalajara, Miguel Ángel Félix Gallardo, interpretado por el actor mexicano Rodrigo Oviedo. Ambos están en una habitación de una hacienda del capo sinaloense en algún lugar de México. Los fajos de dólares colman una mesa y un enorme librero de madera. –¿Cuánto hay aquí? –pregunta el colombiano.­ –250 millones de dólares. Son tuyos, cabrón. ¿Cómo te los vas a llevar? –expresa Félix Gallardo con una gran sonrisa. Se trata de un pago por los envíos de cocaína de Rodríguez Gacha, El Mexicano, a quien da vida en la serie el actor colombiano Sebastián Calero. El director de Alias El Mexicano, Diego Mejía, dice a Proceso que esta no es una serie sobre el narcotráfico sino sobre gente que vivió alrededor de ese fenómeno, lo sufrió, lo padeció o sacó provecho de él. “Hay cantidad de capítulos en que no se ve una muerte”, afirma, “y en que no se habla de coca. Se habla de las personas, del terror que sienten de vivir en un mundo así, sometidos al poder del narco. En eso hay mucha diferencia con otras teleseries de este género.” El rating de la serie ha rondado los 11 puntos desde su estreno, el pasado 5 de noviembre y se ha ubicado entre los 3 programas más vistos de la televisión colombiana en horario estelar. El historiador colombiano Carlos Medina Gallego, experto en temas de seguridad y defensa, es un crítico de las llamadas “narconovelas” que produce la televisión colombiana desde 2006, cuando fue lanzada Sin tetas no hay paraíso, a la cual le han seguido El Cartel de los Sapos, El capo, Las muñecas de la mafia, Los tres Caínes y El patrón del mal, esta última sobre la vida del extinto jefe del Cártel de Medellín, Pablo Escobar. “Los canales privados de televisión han convertido en un espectáculo la tragedia del narcotráfico” de Colombia”, dice el académico, “y han propiciado una narcotización de la cultura. Eso me parece muy grave porque propicia que la juventud, la niñez y parte de la población que no encuentra oportunidades en la economía convencional se inclinen hacia prácticas ilegales y criminales”. Mejía, quien fue productor ejecutivo de El Capo, acepta: “El gravísimo error de todas las series de narcotráfico que se han producido es que acaban por hacer, desde mi punto de vista, apología del delito y de los personajes mafiosos. Los malos se vuelven agradables para determinados tipos de audiencias”. Autocrítico, dice que las narcoseries –productos estelares de las cadenas colombianas RCN y Caracol– han sido realizadas “con la finalidad de vender capos cosméticos, agradables, un capo-rating que venda, y en ese camino se corre el peligro de idealizar el mal, el narcotráfico”. Acepta que él mismo pudo haber cometido ese error. “Pero ahora me llegó la oportunidad de dirigir esta serie sobre la vida de Gonzalo Rodríguez Gacha y tomamos la decisión de no hacer apología, y creo que lo logramos”. Para el realizador –cineasta con estudios en la Universidad de Hamburgo– Alias El Mexicano logra retratar a Rodríguez Gacha “como un personaje detestable, un personaje que es una porquería, un corrupto, un mafioso, una mierda, un narcotraficante asqueroso, un perro que le hizo muchísimo daño a mucha gente, y la audiencia lo está viendo como eso, como lo que fue, porque además aquí las víctimas son muy visibles”. El Mexicano fue más acaudalado que su principal socio, Pablo Escobar, y llegó a tener más hombres armados que el jefe Cártel de Medellín, a quien incluso brindó servicios de seguridad en los momentos de mayor acoso en su contra. De acuerdo con el congresista Iván Cepeda, activista por los derechos humanos, Rodríguez Gacha fue uno de los principales apoyos financieros de los paramilitares que sembraron el terror en Colombia desde los ochenta. Como jefe militar del Cártel de Medellín construyó un ejército privado entrenado por mercenarios ingleses y por el exteniente coronel israelí Yair Klein. Con miles de hombres a su servicio combatió a las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia cuando decidió dejar de pagar a esa guerrilla un “impuesto” por los cargamentos de cocaína que enviaba a Estados Unidos, y participó en el exterminio del izquierdista partido Unión Patriótica, con resultado de más de 3 mil muertos, entre ellos los candidatos presidenciales Jaime Pardo Leal y Bernardo Jaramillo. “Cómo sería de malo que hasta Pablo Escobar le tenía miedo”, dijo al comentar el lanzamiento de la serie Alias El Mexicano el exdirector de la Policía Nacional de Colombia (PNC), general Rosso José Serrano. Para el periodista Gerardo Reyes, en cuya investigación sobre la vida de Rodríguez Gacha está basada la teleserie transmitida por RCN en Colombia desde noviembre pasado, El Mexicano fue más rico que Escobar y tuvo una visión financiera “mucho menos parroquial” que la de éste.   Obsesión por México   Según la teleserie, a finales de los setenta El Mexicano acudió con Verónica Rivera de Vargas para que lo pusiera en contacto con Félix Gallardo a cambio de un porcentaje por los envíos de cocaína que negociara con él. “México es el futuro”, exclama Rodríguez Gacha en el capítulo cinco de la serie rodada en locaciones de Colombia, México y Estados Unidos. En la negociación entre Rivera de Vargas y El Mexicano, ella le dice que los capos mexicanos “son bien jodidos (cabrones); me toca llegar allá y presentar al nuevo socio, y pues esa vaina lleva tiempo, plata y cama... no, no me mire a mí, a esos tipos no les gustan las mujeres, les gustan las niñas con cara de gringas, y hay que comprárselas”. –Pero no me diga que con el 60 (porcentaje de los envíos) no le va a alcanzar –plantea el capo. –Setenta –propone ella. –Cuente con el 70. Rivera, quien acabó asesinada por Rodríguez Gacha al cabo de los años, viste en la escena un entallado overol que trasluce su cuerpo de mujer madura. En la pantorrilla esconde una pistola calibre .25 amartillada. Ambos sellan el trato cuando acuerdan que el capo en ciernes le dará un adelanto de 5 millones de dólares y le repondrá un jarrón chino de la dinastía Ming que hizo caer su ayudante. Mauricio Navas Talero, guionista de Alias El Mexicano, define la teleserie como un “drama de ficción” basado en la acuciosa investigación de Reyes, director de la Unidad Investigativa de la cadena Univisión y exreportero de asuntos especiales del Miami Herald. En Alias El Mexicano Rodríguez Gacha hace negocios con otros capos además de Félix Gallardo, entre ellos con El Señor de los Cielos, “los de Sinaloa”, “los del Golfo” y “los de Baja California”, según se les menciona en la teleserie. En la producción de Fox Telecolombia –la cual consta de 80 capítulos y costó cerca de 20 millones de dólares– abundan las escenas en una gran hacienda mexicana, supuesta propiedad de Félix Gallardo. Allí el colombiano y su socio del Cártel de Guadalajara beben tequila, oyen canciones rancheras y departen con hermosas mujeres. Las grabaciones en México tuvieron lugar en Lagos de Moreno, Jalisco, y en las inmediaciones de León, Guanajuato. En una mesa de cantina en la fronteriza Ojinaga, Chihuahua, Félix Gallardo le presenta a Rodríguez Gacha al Señor de los Cielos, a quien se refiere como “Carrillo”. Éste desconfía del colombiano y se lo dice en su cara. –Lo que pasa es que yo no soy colombiano –asegura Rodríguez Gacha. –¿Ah, no? ¿Entonces? –pregunta “Carrillo”, mal encarado. –Yo soy mexicano –sostiene el extranjero con una sonrisa y mucha seguridad. Ahí se corta la escena y acto seguido el colombiano aparece en la hacienda de Félix Gallardo, quien le coloca un sombrero de charro y expresa: “Bienvenido a tu segunda patria, Mexicano”. Un mariachi interpreta México lindo y querido. Un charro florea una reata. Todos beben tequila. Al regresar a Colombia, Rodríguez Gacha coloca en una pared de su casona de los Llanos Orientales dos banderas, una mexicana y una colombiana, con un sombrero de charro en medio. Mejía está convencido de que la teleserie nunca se exhibirá en la televisión abierta mexicana pese a que RCN es aliada de Televisa. Para el realizador la televisión mexicana “maneja una doble moral absoluta y Televisa se quedó en las telenovelas de cuentos de hadas”.

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