Ángeles Ortiz: Todas las desgracias, todo el éxito…

jueves, 8 de septiembre de 2016 · 20:05
A María de los Ángeles Ortiz, un automovilista ebrio le cortó la pierna. Hijo de influyente, evadió su responsabilidad. Su desgracia la enfrentó con el deporte. El 19 de noviembre de 2011, en su edición 1829, la revista Proceso publicó un reportaje sobre la lanzadora de bala que este jueves ganó la primera medalla dorada en Los Juegos Paralíompicos Río 2016. Se proclamó vencedora con un registro de 10.94 metros en la categoría –F56/F57. Ortiz es triple medallista paralímpica, tricampeona parapanamericana y bicampeona mundial. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- A las 9:30 horas del 30 de junio de 2004, María de Los Ángeles Ortiz, estudiante de licenciatura en comercio internacional, caminaba por las calles del puerto de Veracruz rumbo a la escuela cuando la arrolló un automóvil deportivo que invadió la acera. El vehículo era conducido por Ricardo Márquez Aguirre, de 18 años, quien se hallaba ebrio. No viajaba solo: en el asiento del copiloto iba su primo y en la parte trasera dos jovencitas. Venían de celebrar juntos su fiesta de graduación del bachillerato. Ahí comenzó el drama para María de los Ángeles, quien quedó prensada entre la defensa del auto y una pared. A pesar del brutal impacto no perdió el conocimiento. Luego del accidente, el conductor bajó del vehículo. “Estaba tan ebrio que apenas alcanzó a verme. Hacía un gran esfuerzo por mantenerse de pie, sonrío y me dejó abandonada. Entonces le grité al copiloto, quien también intentaba darse a la fuga. Fue la persona que finalmente movió el auto”, relata María de Los Ángeles. En cuanto quitaron el vehículo, la barda se derrumbó y la joven cayó entre los escombros. Asegura que estuvo a punto de desmayarse y que en ese momento se encomendó a Dios: “Me dio las fuerzas para volver a abrir los ojos, estar consciente de todo lo que pasaba y darle a la gente números telefónicos para que pudieran avisarle a mi familia”. En medio de la conmoción pudo darse cuenta de los daños que había sufrido. Vio su pierna derecha que ya no tenía tobillo y tampoco las uñas ni las yemas de los dedos del pie. La joven no sólo perdió la pierna derecha sino también a su abuela materna Claudia Peralta, quien no soportó la pena de ver mutilada a su nieta. También estuvo a punto de perder a su padre, que sufre diabetes y por este mal ya le amputaron una pierna y está ciego. Salvó la vida gracias a que le colocaron un marcapasos. Por esa fecha, la hermana de María de los Ángeles sufrió parálisis facial y su madre no ha podido superar el trauma. “Cuando llego muy orgullosa a casa con mis medallas se pone a llorar y me dice: ‘Cambiaría esas preseas por verte con tus dos piernas’”. Para colmo, la justicia no funcionó. “Los apellidos Márquez Aguirre pesaban demasiado. Ricardo, el conductor del automóvil deportivo, es familiar del subprocurador de Justicia de Veracruz”, asegura María de los Ángeles. También comenta que horas después de haber ingresado a urgencias de la unidad del IMSS Cuauhtémoc, del puerto de Veracruz, intentaron secuestrarla. Agrega que al tercer día de estar en la clínica una enfermera le dijo que debía marcharse de ese lugar, pues las estaban dejando morir intencionalmente: “Usted vale más muerta que viva, porque así no hay escándalos”. Asegura que durante los días que permaneció internada en las instalaciones del Seguro Social no recibió atención médica, y atribuye ese hecho a que el padre del joven que la atropelló es médico en esa unidad hospitalaria, mientras que la madre fungía como subadministradora en el hospital de gineco-obstetricia del Seguro Social ubicado en la calle Díaz Mirón, en Veracruz. “Así estaba todo el tráfico de influencias en pleno. Tras la advertencia de la enfermera me asusté muchísimo. Fue cuando me puse las pilas. Mis familiares me sacaron de ahí a la fuerza y me llevaron a una clínica privada. Llegué con la pierna derecha vendada y todavía con tierra en las heridas. Los médicos se sorprendieron de que siguiera con vida y de que no tuviera ninguna infección, como una peritonitis. Tenía 2.5 puntos de hemoglobina. Ya con 5 puntos corres el gran riesgo de morir. Sobreviví porque Dios es muy grande; me quería aquí, donde tengo una importante misión que cumplir”, afirma. Al cabo de año y medio de luchar por que se le hiciera justicia, María de Los Ángeles decidió darle “carpetazo” al asunto, abrumada e impotente por la actitud de las autoridades: “La justicia legal nunca llegó. Parecía que yo había sido quien incurrió en delito. Me hicieron ir a la delegación en muletas tres, cuatro y hasta cinco veces. “Hubo testigos presenciales que fueron llamados a declarar hasta en seis ocasiones. La compañía General Motors realizó un peritaje sobre la velocidad a la que conducía el responsable. Se determinó que iba a más de 100 kilómetros por hora. En el peritaje de alcohol se descubrió que el joven iba completamente borracho. Aun así, con todas las pruebas disponibles, no se pudo hacer nada. “La juez de distrito, Aracely Estrada, que Dios la bendiga, dictaminó que mi pierna valía 30 mil pesos y que no era necesario privar de su libertad al agresor, porque simplemente fue un accidente no culposo”, lamenta Ortiz. La vida sigue El mismo año del accidente a María de los Ángeles le diagnosticaron cáncer por varios tumores que se le presentaron en varias partes del cuerpo. “Me han abierto cinco veces; la más reciente fue en un seno el año pasado. Por fortuna, el cáncer está encapsulado y me permite la posibilidad de que transcurra un año y medio para volver a operarme”. En 2004 terminó la licenciatura gracias a una beca que le otorgó la Escuela Superior de Comercio Internacional. Se tituló con cuadro de honor por el mejor promedio de su generación (9.9), y con mención honorífica por haber presentado el mejor examen de titulación. Nació en Comalcalco, Tabasco, hace 38 años. Vivió 17 años en su estado natal. Luego se mudó a Veracruz, entidad a la que representa en estos Juegos Parapanamericanos. Desde los siete años incursionó en la disciplina del lanzamiento de bala. A los 15 fue seleccionada, pero su padre nunca le permitió viajar a certámenes internacionales. “Me corrieron del equipo tabasqueño porque de nada servía entrenar si no me dejaban competir fuera de casa. Me dediqué a estudiar, al folclor y al volibol”. En Veracruz, y tras graduarse en su carrera, impartió clases entre 2005 y 2006. Después fue invitada por su compañera Estela Salas Marín –campeona paralímpica en Atenas en lanzamiento de bala en la categoría F53– para incursionar en esta modalidad del deporte. Y decidió dedicarse al lanzamiento de bala. Ahora es una de las mejores exponentes de la historia, campeona mundial, subcampeona paralímpica y monarca parapanamericana que establece marcas en todas partes. En su debut internacional, la atleta ganó el oro con récord mundial y marca paralímpica en los Juegos Parapanamericanos de Río de Janeiro 2007, con un lanzamiento de 10.23 metros. Cuatro años después, repitió el éxito en Guadalajara 2011, y al igual que en Brasil cedió la plata y el bronce a las mismas competidoras que ascendieron al podio en el mismo orden: la mexicana Catalina Rosales (plata) y la brasileña Roseane Santos, en las categorías F57 y F58. De nueva cuenta logró marca mundial y de las Américas: 10.24 metros, que ella misma impuso en enero pasado en el Campeonato Mundial, donde conquistó la presea dorada. Con su triunfo en Guadalajara aseguró su boleto para los Juegos Paralímpicos de Londres 2012. “No compito contra mis compañeras, a quienes no veo como rivales. Compito contra mi propia cinta métrica, contra mi propia marca. Cada vez que me preparo digo: ‘El récord mundial ya quedó atrás, ahora vamos de nueva cuenta por esa marca’. Esta estrategia la aplico desde mi primera competencia, en Brasil. Gracias a Dios me ha funcionado hasta el día de hoy”, apunta Ortiz. Esta deportista se hizo acreedora al Premio Nacional del Deporte 2011, Premio a la Trayectoria –condecoración que le otorga el gobierno de Veracruz–, y le correspondió el honor de encender el pebetero en los Juegos Parapanamericanos Guadalajara 2011.

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