Díez Morodo "compra" las relaciones México-España

domingo, 30 de abril de 2017 · 02:22
El empresario Valentín Díez Morodo, señalado como una pieza clave para el llamado “cártel español” de empresarios en México, encabezará el patronato público-privado para dar forma al proyecto cultural de la Casa de México en Madrid, España. La embajadora Roberta Lajous involucró en él a Ximena Caraza, quien ya se perfila para dirigirla. Caraza es brazo derecho del empresario y cuñada de Claudio X. González, expresidente de la Fundación Televisa. Cuando ella dirigía el Consejo de Promoción Turística de México en Europa, se practicaron auditorías en las que se detectaron irregularidades. MADRID (Proceso).- Después de 25 años de la firma del Tratado General de Cooperación y Amistad entre México y España, este país cedió en comodato un palacete en el barrio madrileño de Argüelles para alojar la Casa de México, que promoverá actividades culturales, turísticas, gastronómicas, deportivas y de innovación empresarial. Se trata de un acto recíproco por la cesión que hizo en 2002 el gobierno mexicano del inmueble de la calle Guatemala 18, en el Centro Histórico de la capital mexicana, como sede del Centro Cultural de España en México. El secretario de Relaciones Exteriores, Luis Videgaray, recibió el jueves 20 las llaves del inmueble de la calle Alberto Aguilera 20, de manos de la alcaldesa Manuela Carmena, aprovechando la visita que hizo para encabezar la XII Reunión de la Comisión Binacional, en el marco del 40 aniversario del restablecimiento de relaciones diplomáticas entre ambos países. El comunicado del ayuntamiento de Madrid dice que el empresario Valentín Díez Morodo encabezará el patronato público-privado que se conformará con “personalidades de ambos países” para dar forma al proyecto de la Casa de México. Dos fuentes diplomáticas que conocen los pormenores de la iniciativa confirmaron por separado que la decisión de que el empresario consentido de Enrique Peña Nieto encabezara dicho patronato previene de Los Pinos. Añaden que, si bien la iniciativa para que México cuente con un centro que fomente su cultura ha sido recibida con beneplácito, también existen reticencias para que la encabece Díez Morodo, presidente del Consejo Empresarial Hispano-Mexicano (Cehime), quien le ha dado al proyecto un cariz personal, como si se tratara de un legado propio. Uno de los que mostró recelo fue Rafael Tovar y de Teresa, quien como secretario de Cultura nunca quiso hacer público su apoyo a la iniciativa. Díez Morodo es un habitual consejero de la clase empresarial mexicana, pero –a decir de un cabildero español que ha ayudado a empresas españolas con sus inversiones en México– también actúa como el “dueño de las relaciones empresariales México-España”. En España es conocido por dedicarse a abrir las puertas del poder político mexicano a las inversiones de los grandes consorcios españoles, que hoy ocupan el segundo lugar en el país, después de los estadunidenses. De hecho, el periodista y escritor Oriol Mallo señala a Díez Morodo como pieza clave para el llamado “cártel español” de empresarios en México. Díez Morodo protagonizó la venta del Grupo Modelo, del cual era uno de los herederos, al consorcio belga Anheuser-Busch InBev, en cuyo consejo de administración se mantiene. También es propietario del club de futbol Toluca y forma parte de una treintena de consejos de administración de empresas mexicanas y españolas, como Telefónica México, la segunda operadora de telefonía celular en el país; Zara México, la empresa de ropa del multimillonario empresario Amancio Ortega; y la Bodega Vega Sicilia, de la familia Álvarez, propietaria de la empresa de seguridad Eulen. Asimismo formaba parte del consejo de administración de OHL México, pero lo abandonó cuando el grupo se vio envuelto en escándalos por presuntos casos de corrupción en México y España. Prácticamente no hay iniciativa en la que participe la embajadora Roberta Lajous con empresarios españoles en la que no esté Díez Morodo. El 28 de abril de 2016, a petición de Abengoa, la trasnacional especializada en energía y medio ambiente, Lajous reunió en su residencia de la calle Pilar y María de Molina, en Madrid, a los ejecutivos del consorcio. En ese encuentro participaron Díez Morodo y la responsable de Proméxico en España, Ximena Caraza, brazo derecho de este empresario mexicano con familia española. El que paga, manda En el origen del proyecto de la Casa de México participó Pablo Raphael, sobrino del expresidente Miguel de la Madrid y primo del actual secretario de Turismo, Enrique de la Madrid Cordero, quien funge como director del Instituto de México, adscrito a la embajada. Raphael se encargó de definir la ruta para reactivar esta iniciativa, 25 años después de la firma del acuerdo bilateral, para buscar que España cediera un edificio para la Casa de México. Para ello mantuvo contactos con Luis Cueto Álvarez de Sotomayor, uno de los funcionarios de mayor confianza de la alcaldesa Carmena y quien facilitó la cesión del inmueble, que primero fue la Casa del Socorro, luego oficinas de Empleo y base de Emergencias. Sin embargo, en septiembre pasado la embajadora Lajous, quien aprobó el proyecto, apartó del mismo a Pablo Raphael e involucró a Ximena Caraza. La razón es que Díez Morodo se involucró en el financiamiento del proyecto, por tanto encabezaría el patronato público-privado y se prevé que la dirección de la Casa de México recaiga en Caraza, cuñada de Claudio X. González, expresidente de la Fundación Televisa, de Mexicanos Primero y ahora de Mexicanos contra la Corrupción. En febrero de 2013 este semanario publicó que Ximena Caraza fue sometida a dos auditorías cuando dirigía el Consejo de Promoción Turística de México en Europa, las cuales detectaron irregularidades en su gestión (Proceso1894). Dichas auditorías practicadas por el Órgano Interno de Control del consejo se enfocaron en presuntos casos de corrupción, dispendio de recursos públicos y la entrega de contratos ventajosos a empresas de amigos de Caraza. Y aunque la Secretaría de la Función Pública (SFP) sancionó a la diplomática con una “amonestación privada” por “abuso de autoridad”, fue nombrada por el entonces secretario de Economía, Bruno Ferrari, como responsable de Proméxico en España. A fines de 2016, pese a las reticencias de algunas secretarías para manifestar su apoyo a la Casa de México, desde Los Pinos se ordenó respaldar el proyecto: “Sabemos que el señor Díez Morodo movió sus buenas relaciones con el presidente Enrique Peña Nieto para que se dieran los apoyos desde el gobierno, ya que el proyecto sería financiado por él”, explica una de las fuentes diplomáticas consultadas. Añade que el empresario solicitó al mandatario que Lajous conservara su cargo porque ha encabezado la iniciativa junto con Caraza, aunque durante sus aproximadamente cuatro años como embajadora en España se ha mencionado con frecuencia su posible remoción en los círculos diplomáticos. Entre las tareas del patronato está la de obtener financiamiento, principalmente del sector privado en México y España para reacondicionar el edificio de 2 mil 700 metros cuadrados, construido en 1926 por el arquitecto Luis Bellido y –según un reporte del Partido Popular de Madrid– actualmente valuado en 9.4 millones de euros. En el mencionado boletín del ayuntamiento madrileño se puntualiza que la Casa de México “no es un proyecto al margen del distrito de Chamberí ni de la ciudad, sino que se sumará a una zona de la capital que alberga museos, bibliotecas, centros culturales y una numerosa oferta de gastronomía y ocio.” Además albergará las instalaciones del Instituto de México en España, la sucursal del Fondo de Cultura Económica, una biblioteca de la propia editorial y la biblioteca Octavio Paz que, con sus 14 mil volúmenes, es la más completa sobre temas mexicanos en Madrid. Aunque no se ha terminado de definir la vocación de la Casa de México, la idea es que sea una “plataforma abierta” en la que se promueva “la cultura mexicana, el turismo, el arte popular, la cooperación educativa, científica y técnica, las industrias creativas, la diversidad gastronómica y el deporte”, señala el comunicado del 15 de diciembre pasado, cuando la embajadora Lajous y la alcaldesa Manuela Carmena firmaron el convenio de cesión del edificio. Este anuncio provocó las protestas del colectivo social Okupas Patio Maravillas, que en 2015 solicitó el inmueble como sede para sus actividades culturales, talleres y activismo asambleario. La asociación de vecinos El Organillo, del distrito de Chamberí, manifestaron en un comunicado por Facebook que la cesión del edificio a México es ilegítima y contraria a los intereses de la población del área, pues se pierde “una de las pocas opciones de las que disponemos para constituir la escuela municipal de música, bibliotecas y un espacio de ‘refugio’ en la zona”. En el gobierno de Mariano Rajoy, de tendencia conservadora, tampoco fue bien recibido que la embajada alcanzara el acuerdo con la alcaldesa Manuela Carmena, quien proviene de una confluencia opositora de movimientos ciudadanos, organizaciones no gubernamentales y nuevas fuerzas políticas, como Podemos. Pese a ello, la alcaldesa ha sido una entusiasta de la Casa de México. Así lo expresó el martes 18, durante la presentación del libro de Cuauhtémoc Cárdenas (Cárdenas por Cárdenas). Ahí señaló que la cesión del edificio es una forma de que España pague la “gratitud” a México por ofrecer refugio a miles de españoles que huyeron de la Guerra Civil (1936-1939) y de la dictadura franquista (1939-1975). Por lo pronto, Díez Morodo ha empezado a “pasar la charola” entre los dueños de empresas, principalmente energéticas, asentadas en México y con el banquero Roberto Hernández, quien ofreció que la Fundación Cultural Banamex, que encabeza Cándida Fernández, ceda algunas piezas de su amplia colección a la Casa de México, cuya inauguración está planeada para el final de este año o el comienzo del próximo. Este reportaje se publicó en la edición 2112 de la revista Proceso del 23 de abril de 2017.

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