El narcisismo político invade las calles de México

sábado, 8 de abril de 2017 · 20:01
Los políticos priistas son adictos a rendirse homenaje. Y les gusta hacerlo bautizando calles y lugares públicos con su nombre. Es el caso del apelativo “Alfredo del Mazo”, que puede referirse a tres personas diferentes –entre ellas el actual candidato del PRI a la gubernatura mexiquense. Hay, por lo menos, 44 calles y 93 espacios públicos que se llaman así… Y existen otros casos igual de llamativos: “Carlos Hank”, por ejemplo, es incluso más repetido. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Para llegar a Toluca –procedente de Atlacomulco– hay que pasar la Vía Alfredo del Mazo, nombre que adquiere la carretera federal 55 justo en el lugar en el que hace unas semanas terminaron las obras del nuevo distribuidor vial. Esta obra fue planeada y financiada por la administración de Enrique Peña Nieto. Ese distribuidor es uno de los nueve que la administración federal peñanietista destinó al Estado de México, señaladamente a Toluca. No fue inaugurado aunque ya está abierto a la circulación. En las inmediaciones de la obra subsiste el nombre que en cuatro generaciones se ha convertido en uno de los más relevantes de la nomenclatura mexiquense. Anhelantes de la trascendencia, los políticos en general y los mexiquenses en particular, como próceres de la patria, acaparan con sus nombres las calles, parques públicos, escuelas, bibliotecas, centros culturales, mercados, e inclusive, un asta bandera monumental. En el caso del nombre “Alfredo del Mazo” casi nadie usa el segundo apellido, que puede corresponder a bisabuelo, abuelo o papá, pero la sola nomenclatura, por su dimensión, puede servir de propaganda electoral. Alfredo del Mazo, padre y abuelo, fueron gobernadores del Estado de México y ocuparon relevantes cargos federales. El bisabuelo, del mismo nombre, fue alcalde de Atlacomulco. Ellos, como en la Edad Media, se relacionaron por vía familiar con otros políticos poderosos de la entidad, de manera que, aun sin llevar los apellidos, los Del Mazo son primos de Peña Nieto, en cuyo gobierno destacan: Alejandro del Mazo Maza, por ejemplo, es subprocurador de Protección al Ambiente; Carolina Monroy del Mazo fue alcaldesa de Metepec, diputada federal y dirigente nacional del PRI. Su esposo, Ernesto Nemer, fue subsecretario de Desarrollo Social y ahora es titular de la Procuraduría Federal del Consumidor. Y, naturalmente, el candidato a gobernar la entidad, Alfredo del Mazo Maza. En el Estado de México hay por lo menos 44 calles “Alfredo del Mazo”. Se hallan tanto en los municipios más populosos como en aquellos que ni siquiera aparecen en los mapas digitales. A través de la herramienta de mapas de Google y un cruce de datos con los mapas del Instituto Nacional de Geografía y Estadística fue posible advertir que, además de las 44 calles, 93 espacios públicos en 53 municipios mexiquenses han sido bautizados con el nombre Alfredo del Mazo. Los lugares no siempre se localizan en los mapas digitales. Por ejemplo, en San Francisco Chalchihuapan, comunidad mazahua de Atlacomulco, sólo hay una calle pavimentada y se llama Alfredo del Mazo. Pero en otros casos las referencias son más abundantes. En Ecatepec, el municipio más poblado de México, hay seis calles llamadas en honor de algún Alfredo del Mazo, además de un bulevar, dos escuelas, dos mercados, un centro deportivo y un fraccionamiento. Alfredo del Mazo pasa por Emiliano Zapata, Francisco Villa y Ricardo Flores Magón, muy cerca de Ciudad Azteca, para acabar en Carlos Hank. En el sector Granjas, Alfredo del Mazo, la calle, cruza con otra calle Carlos Hank. Así, el apelativo Alfredo del Mazo sólo es superado por el de Carlos Hank en espacios y vías. Supera por mucho, por ejemplo, a Enrique Peña Nieto, que sólo tiene dos fraccionamientos –eso sí, aún irregulares y en desarrollo, uno en Veracruz y otro en Tijuana– o a Felipe Calderón, al que sólo le han sido dedicadas dos calles, un centro comunitario y una cancha. El gabinete ensalzado Santos Lugares y una calle sin nombre forman el perímetro de un sector en el que destaca Miguel Ángel Osorio Chong (vialidad que hace esquina con Jesús Murillo Karam). En Emiliano Zapata, Hidalgo, la colonia Gabriel Ramos Millán, dedicada al político alemanista, tiene calles cuyo nombre es el de los destacados políticos de esa entidad. Ahí están, en el trazo, Manuel Ángel Núñez Soto y los dos hermanos Rojo García de Alva, aunque están ausentes los Lugo, o sea que el Grupo de los Rojo-Lugo ahí está incompleto en ese lugar… pero aunque estuviera, por su ubicación, Osorio Chong se los lleva, literalmente, de calle a todos. En el gabinete de Peña Nieto al menos siete de sus colaboradores han conseguido llegar a placas y letreros públicos. Para Murillo Karam, por ejemplo, que fue procurador general y secretario de Desarrollo Urbano, hay una calle en Huejutla, así como la Casa de la Cultura y un mercado en Real del Monte, de donde es originario. El más abundante del peñismo, en la calle, es Emilio Chuayffet, extitular de Educación. En Ecatepec, prolijo en difundir los nombres de políticos mexiquenses, hay dos calles con su apelativo. En toda la entidad, en total, se cuentan siete. Empatado con Chuayffet, Pedro Joaquín Coldwell da nombre a siete vías en Quintana Roo y supera a Enrique Martínez y Martínez, extitular de Agricultura que, en Coahuila, tiene cuatro calles… aunque otras tres y un centro de salud coinciden por homonimia, pues están dedicadas a su padre. Hasta Rosario Robles, otrora de izquierda, ahora es un alfil destacado en el gabinete peñanietista y ya cuenta con dos calles, una en Acapulco, Guerrero, y otra en Santiago Papasquiaro, Durango. En esta última ciudad Robles cruza con Cuauhtémoc Cárdenas y se ubica entre Amalia García y Heberto Castillo. El secretario de Salud, José Narro Robles, ya tiene una avenida en Saltillo, Coahuila, y a Rafael Tovar y de Teresa, secretario de Cultura ya falleció, se le dedicó el Museo de la Música Mexicana en Puebla. En la costumbre priista, las primeras damas también son objeto de veneración. A las señoras de los presidentes panistas, Marta Sahagún y Margarita Zavala, no se les pudo localizar calle, escuela o mercado, pero desde el sexenio de Ernesto Zedillo subsiste la calle Nilda Patricia Velasco en Jalapa, Veracruz, y, por lo pronto, en Metepec, ya hay una estancia infantil Angélica Rivera. El PRI, en la calle A través de su historia, el Partido Revolucionario Institucional ha tenido 38 dirigentes nacionales desde que decidió llamarse así, en 1946. De ellos, sólo nueve no tienen o no se localizó la existencia de alguna calle, museo, centro cultural o espacio público. En una búsqueda de sus nombres se ve que Luis Donaldo Colosio –asesinado en 1994– es omnipresente. Casi todo tipo de espacio público imaginable ha recibido su nombre, a lo largo y ancho del país. Y otros 29 expresidentes priistas “han bautizado” 149 sitios y vías. El exdirigente del PRI con más espacios dedicados es Jesús Reyes Heroles, considerado un ideólogo en el PRI. Cuenta con al menos 27 espacios: nueve escuelas, un centro cultural, dos bibliotecas, cinco colonias y al menos una calle y dos avenidas, en diferentes estados, sobre todo en Veracruz. En segundo lugar destaca el mexiquense César Camacho Quiroz, actual coordinador del PRI en la Cámara de Diputados. El Estado de México le ha dedicado tres escuelas, dos bibliotecas, un centro cultural, otro deportivo, un hospital y hasta un asta bandera monumental, amén de varias calles. Cuando de posicionar los nombres se trata, nadie compite con los exgobernadores mexiquenses. Ignacio Pichardo Pagaza, presidente del PRI en los años noventa, es también otro de los que acumulan nomenclatura, con 10 calles y avenidas a las que se suma el nuevo distribuidor vial con su nombre. Supera inclusive a antiguos caciques priistas como el campechano Carlos Sansores, que sólo tuvo siete espacios, o el hidalguense Adolfo Lugo Gil, que únicamente tiene cinco. Alfonso Corona del Rosal tiene seis calles. Él es el dirigente nacional priista que más tiempo ha durado en ese cargo y su trayectoria militar y política está indisolublemente ligada a los procesos represivos de los años sesenta y setenta. A él se le atribuye haber formado grupos de contrainsurgencia y haber participado en el ataque del 2 de octubre de 1968, así como la creación del grupo Los Halcones. Alfonso Martínez Domínguez –conocido popularmente como Don Halconso, precisamente por Los Halcones, pues el grupo estaba bajo su responsabilidad político-administrativa en tanto regente capitalino– también tiene varias calles dedicadas a su eterna memoria. Y también luce Roberto Madrazo Pintado. A él se le han dedicado ocho calles y supera ya por una a su padre, Carlos Alberto Madrazo, fallecido en 1969 en uno de los primeros avionazos que conmocionaron a la clase política mexicana. Incluso Humberto Moreira Valdés es objeto de homenaje. Los gobiernos priistas lo han obsequiado con cuatro vialidades, una escuela y una colonia en Coahuila, mientras Manlio Fabio Beltrones ha sido agasajado con cinco en Sonora. También de oposición La seducción por la trascendencia no respeta partido, pero a diferencia de los priistas, los militantes de otras agrupaciones dan su nombre a vialidades o espacios públicos sólo tras su muerte. En las calles, escuelas, bibliotecas o colonias destacan los primeros dirigentes del PAN, que en el mismo periodo que los priistas –es decir, de 1946 a la fecha– han tenido 23 dirigentes, de los que sólo 11 han sido dignos de nomenclatura. Los primeros dirigentes del PAN, empezando por Manuel Gómez Morín, fueron miembros de la llamada Generación de 1915 y, al margen de su participación política, tuvieron méritos intelectuales o crearon instituciones. Como sea, sólo pudieron localizarse 15 espacios públicos dedicados a Gómez Morín y dos a Adolfo Christlieb, misma cantidad que a José Ángel Conchello. En tanto, Luis H. Álvarez tiene tres calles, y Carlos Castillo Peraza, ocho. Por su parte, las izquierdas alineadas al PRD –desde su fundación en 1989– han tenido 13 dirigentes, de los cuales cinco son objeto de homenaje: Su primer líder, Cuauhtémoc Cárdenas, tiene siete calles; Porfirio Muñoz Ledo, sólo dos, las mismas que Amalia García y Rosario Robles. En tanto, Andrés Manuel López Obrador, ahora dirigente de Morena, cuenta con cuatro calles y un parque público. La desproporción es evidente. Ningún dirigente de partido supera las 44 calles, 10 avenidas, dos bulevares, 15 escuelas, un centro médico, dos mercados, un auditorio, cuatro colonias, dos deportivos y el nuevo distribuidor vial dedicado a los Alfredo del Mazo.

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