El rescate de Ovidio Guzmán López el jueves 17 en Culiacán evidenció que el Cártel de Sinaloa sigue teniendo fuerza, pese a su fragmentación. Comandado por El Mayo Zambada y los hijos del Chapo, el grupo criminal mantiene una extensa red de alianzas y pingües negocios en gran parte del mundo. Sin embargo, el día en cuestión los sicarios a su servicio se excedieron, lo que tendrá consecuencias para la organización que durante años intentó que la gente tuviera una impresión positiva de ella.
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- La DEA considera al Cártel de Sinaloa la organización criminal mexicana de mayor crecimiento en el ámbito internacional. Tiene presencia en más de una veintena de países y se le relaciona con alrededor de 400 empresas que utiliza para lavar dinero y mover cargamentos de droga. En México opera en 23 estados.
Pese a que en julio pasado un tribunal de Nueva York sentenció a cadena perpetua a Joaquín Archivaldo Guzmán Loera, El Chapo, uno de los dirigentes de ese grupo, el jueves 17 sus sicarios mostraron en Culiacán que siguen teniendo fuerza. Ese día lograron rescatar a Ovidio Guzmán López, quien había sido aprehendido por efectivos del Ejército y de la Guardia Nacional.
Durante el juicio al Chapo, la fiscalía neoyorquina estimó que las ganancias del capo sinaloense ascendían a 14 mil millones de dólares (alrededor de 266 mil millones de pesos). Para calcular esa cifra se sumó la cantidad de droga que el narcotraficante envió a Estados Unidos y la multiplicó por el precio en que se cotizan las drogas en el mercado negro.
De acuerdo con las autoridades de Estados Unidos, gran parte de las ganancias se quedaron en México; el resto se inyectó a las empresas que manejan los operadores financieros del cártel.
Los hijos del Chapo: Iván Archivaldo Guzmán Salazar y Ovidio Guzmán López –Los Chapitos– han estado en la mira de las autoridades estadunidenses desde hace años, luego de que ayudaron a Guzmán Loera a fugarse del penal del Altiplano.
La recaptura del capo en enero de 2016 y su extradición a Estados Unidos un año después, donde finalmente fue condenado, no frenaron el crecimiento geográfico del cártel ni mermaron su estructura financiera, pues Ismael El Mayo Zambada, socio del Chapo, apoyó a Los Chapitos, quienes resistieron los embates de Dámaso López Núñez, El Licenciado, y de su hijo, El Mini Lic, quienes intentaron tomar el control de una parte de la organización. Finalmente López Núñez y su hijo fueron detenidos por autoridades federales.
Fuentes de la Subsecretaría de Seguridad de Sinaloa, que pidieron el anonimato, descartan los rumores de que alguna vez haya existido una división entre El Mayo y Los Chapitos: “Siempre se han visto como cercanos”.
Dentro de la organización delictiva las posiciones son verticales: el mando visible lo tiene Iván Guzmán, quien es apoyado por su hermano Jesús Alfredo –ambos fueron procreados por El Chapo y Alejandrina Salazar–; también están sus medios hermanos Ovidio y Joaquín, cuya madre es Griselda López, y Aureliano Guzmán Loera, El Guano.
Los Chapitos operan en la zona centro de Sinaloa, sobre todo en los municipios de Culiacán, Navolato, Guamúchil y Badiraguato, mientras El Mayo y su gente trabajan en coordinación con ellos; ninguno tiene una zona específica.
El norte de la entidad –Los Mochis y El Fuerte– es territorio de los hermanos Beltrán Leyva, en tanto que en Concordia, Rosario y Escuinapa se encuentran Los Zetas; esa zona es disputada por Los Mazatlecos, quienes eventualmente incursionan en Los Mochis.
Hasta ahora, según las fuentes consultadas, el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) no ha incursionado en Sinaloa.
Territorio de Los Chapitos
En Culiacán la sociedad celebra que el jueves 17 las fuerzas federales se replegaran y liberaran a Ovidio Guzmán López. La percepción es que el Estado no tiene que molestarlos, señala uno de los funcionarios entrevistados.
Eduardo Guerrero, especialista en seguridad, comenta: en septiembre se registraron 35 ejecuciones en Sinaloa, una de las tasas “más bajas en el país”. Sin embargo, añade, la entidad vive “una violencia crónica porque hay mucho arraigo social del crimen organizado; es decir, hay muchos jóvenes involucrados en el cultivo de mariguana y amapola, así como en la compra y el trasiego”.
Y añade: “Los enfrentamientos son entre pequeñas células agrupadas con el Cártel de Sinaloa… Realmente había estado tranquilo, a diferencia de 2008, con los Beltrán Leyva, y 2017, cuando los Dámaso se escindieron de la organización. En esas dos ocasiones el número de muertos fue mayor”.
–¿Ha registrado división entre El Mayo y los hijos del Chapo? –se le pregunta al investigador.
–No. Nunca. Mi impresión sobre la situación del Cártel de Sinaloa (aun cuando no hay un estudio sistemático sobre éste) es que no se ha expandido los últimos dos años. Mi impresión es que los hermanos Guzmán se centraban en el juicio de su padre en Estados Unidos; por lo tanto, en lugar de crecer se la han pasado defendiéndose del Cártel Jalisco Nueva Generación, tratando de contenerlo en plazas como Manzanillo, Nayarit, Tijuana y Ciudad Juárez, en donde hay conflicto… Digamos que (el Cártel de) Sinaloa sólo se ha limitado a reaccionar ante el ánimo expansionista del Cártel Jalisco.
Guerrero señala que ese cártel, liderado por Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho, pelea muy fuerte en Veracruz, Tabasco y Quintana Roo, donde disputa los mercados al Cártel de Sinaloa y a los grupos locales.
El Cártel de Sinaloa, explica, es muy distinto, es mucho más conservador en términos de su portafolio de negocios. Se ha concentrado en privilegiar la exportación de droga a Estados Unidos.
“No es un cártel al que le guste mucho meterse en extorsión o secuestro. De hecho, muchas veces sus líderes han castigado a sus sicarios por extorsionar o secuestrar a civiles, como sucedió en 2011 en Durango, cuando gente del Mayo sacó a Los Emes, cuyos integrantes extorsionaban, secuestraban e incluso desaparecieron a cientos de civiles.
Subraya el investigador que a los líderes de esta organización les gusta que la gente tenga una impresión positiva de ellos; incluso tiene buenas relaciones con las autoridades y se muestra dispuesto a aportar recursos para obras sociales.
Sobre la actuación de Los Chapitos y su gente el jueves 17 en Culiacán, Eduardo Guerrero comenta: “Fue excesivo el despliegue de fuerza que mostraron; no tiene precedente. La forma en que sus hombres se metieron al fraccionamiento a amenazar a las familias de los soldados fue completamente desmedida, como que cruzaron una línea.
“El Mayo es mucho más moderado, prudente; difícilmente hubiera montado algo tan agresivo y espectacular como lo que montaron los hermanos Guzmán.”
Por lo pronto, dice, hay un éxodo de las familias de los soldados que residían en la unidad habitacional militar en Culiacán. Hasta el jueves 24 habían emigrado 60 de las 140 familias.
–¿En cuántos estados opera el Cártel de Sinaloa? –pregunta la reportera.
–En 23 estados, incluyendo la Ciudad de México.
El analista Alejandro Hope comenta que la organización que encabezan Los Chapitos conserva las características de la vieja guardia.
–¿Cuál es mapa del Cártel de Sinaloa? ¿Cómo se ha desplazado de un año a la fecha? –pregunta la reportera.
–Hay una gradualidad en este término. Sigue habiendo presencia muy importante en zonas tradicionales de producción de cultivos ilícitos, con excepción del estado de Guerrero, donde cayó la producción por el fentanilo.
Hope explica que las zonas de conflicto entre el Cártel de Sinaloa y el CJNG se ubican en los puertos de Manzanillo, Lázaro Cárdenas y Topolobampo, entre otros. Es ahí, dice, donde hay acceso a precursores, en donde fácilmente mueven mercancía.
Señala que el Cártel de Sinaloa opera en los estados de Sinaloa, Chihuahua, Durango, parte de Sonora, Baja California y Colima. Y en sus liderazgos están los hijos del Chapo y El Mayo; es probable que Rafael Caro Quintero también esté con ellos.
“Si lo comparamos con los años de la disputa con los Beltrán Leyva, el Cártel de Sinaloa puede estar menguado, pero sigue teniendo una presencia muy importante, sobre todo regional”, concluye Hope.
La lista de la OFAC
Desde 2007 el Departamento del Tesoro de Estados Unidos empezó a evidenciar a más de 250 empresas que esta organización estableció en territorio mexicano y en ciudades latinoamericanas y europeas.
La Ley de Designación de Cabecillas Extranjeros del Narcotráfico (Ley Kingpin) clasificó al Chapo Guzmán, al Mayo Zambada y a Juan José Esparragoza Moreno, El Azul, como los cabecillas.
El 17 de mayo de ese año, la dependencia difundió la lista de las empresas del cártel establecidas en Sinaloa, que funcionaban como fachada para el lavado de dinero. Ocho meses después apareció la red financiera de Cázares Salazar, que incluye a comercializadoras, fábricas, restaurantes e inmobiliarias, entre otras.
El 15 de diciembre de 2009 el Departamento del Tesoro le atribuyó al cártel nexos con organizaciones de narcotráfico en América Central y Colombia.
Meses antes, en abril de ese mismo año, la organización sinaloense fue vinculada con el capo guatemalteco Waldemar Lorenzana Lima y tres individuos más de su red en ese país. Y en Colombia fue vinculado con la red de Jorge Milton Cifuentes Villa y sus empresas, que van desde fundaciones hasta líneas aéreas ubicadas en ese país, Panamá, México, Estados Unidos y España.
En 2012 el Cártel de Sinaloa entró a la lista negra de la organización de Marllory Dadiana Chacón Rossell en Guatemala, cuyas empresas se ubicaban en ese país y en Panamá.
Ese mismo año, la Oficina de Control de Activos Extranjeros (OFAC), dependiente del Departamento del Tesoro, identificó a María Alejandrina Salazar Hernández y a Jesús Alfredo Guzmán Salazar como familiares del Chapo.
Después la OFAC señaló a la red de Esparragoza Moreno; luego vinculó al Cártel de Sinaloa con John Ángel Zabaneh y su organización en Belice, y reiteró su cercanía con Chacón Rossell y su gente en Guatemala. En el organigrama aparece también la célula de Rafael Caro Quintero, incluida el 12 de junio de 2013 y cuyas empresas la OFAC ubica en México.
En el caso de las empresas, los giros más recurrentes son el ganadero y el agropecuario, así como las casas de cambio, la importación, exportación y fabricación de ropa y aerolíneas.
De los 399 entes publicados por la OFAC, menciona 228 personas y 171 empresas presuntamente utilizadas para el lavado de dinero.
De acuerdo con la información del Departamento del Tesoro, de las 339 sociedades y personas activas, El Mayo también líder del cártel, es quien más empresas y socios tiene a su servicio, con 62 razones sociales, seguido de El Azul –quien presuntamente murió el 7 de noviembre de 2014–, con 36. Por lo que atañe al Chapo, son por lo menos 250 empresas las que se le atribuyen.
Los capos utilizan a esposas, hijos, hijas, hermanos, primos, compadres y amigos de sus respectivas familias en esas firmas. La OFAC publicó nombres completos y fotografías de por lo menos 70 personas en su famosa lista.
De acuerdo con una revisión realizada por el portal Animal Político, de las 146 empresas activas en la lista de la OFAC, al menos 12 han sido aseguradas a petición de las autoridades ministeriales y judiciales en México. En todos los casos por sospechas de haber participado en actividades ilícitas.
En el caso de México, Sinaloa concentra 108 personas y empresas que presuntamente blanquean recursos; 34 se ubican en Jalisco; 32 en la Ciudad de México; 30 en Baja California; 24 en Sonora; y el resto en Chihuahua, Durango, el Estado de México, Michoacán, Morelos, Nuevo León, Puebla y Quintana Roo.
La lista de la OFAC revela que el Cártel de Sinaloa es la organización con más presencia de socios y empresas en México y el extranjero, lo que la consolida como una fuerte red de lavado de dinero internacional.
La organización cuenta con al menos 52 empresas y presuntos socios lavadores en Colombia, 14 en Guatemala, 10 en Honduras, seis en Panamá, cuatro en Ecuador, dos en Belice, uno en Venezuela, uno en Israel y uno en España. Recientemente agregó empresas de Asia.
Durante el operativo para liberar a Ovidio Guzmán López, esta riqueza fue fundamental para mover a la “plebada”, sobre todo a los jóvenes. Iván Guzmán Salazar y Joaquín Guzmán López presuntamente ofrecieron 20 mil pesos a cada uno de los que se sumaran al rescate de Ovidio.
Este reportaje se publicó el 27 de octubre de 2019 en la edición 2243 de la revista Proceso.