Opera: "La mujer sin sombra"

jueves, 17 de mayo de 2012 · 20:51
MÉXICO, D.F. (Proceso).- Die Frau ohne Shatten (1919) es el título de esta ópera de Richard Strauss (1864-1949), bávaro, nacido en München, Alemania. La mujer sin sombra es una ópera en tres actos con libreto del poeta Hugo von Hofmannsthal. Le llevó al compositor 10 años escribirla. Es su sexta ópera y la cuarta colaboración con Hofmannsthal (Elektra, El caballero de la rosa, Ariadna en Naxos). Se estrenó en la Staatsoper de Viena, y a causa de su extensión, argumento enredado que supone una compleja puesta en escena, y sobre todo dificultades vocales casi infranqueables no se convirtió en favorita del público ni de las casas de ópera, pero sin duda es la mejor y más aventurada de las que compuso Strauss. Su montaje supone una superproducción, y por ende súper presupuesto (10 millones de pesos), que involucra el trabajo de casi 400 personas dentro y fuera del escenario. No se había estrenado en México y de hecho se representa poco en otros países. Sergio Vela se dio a la tarea de asociar intereses, presupuestos y voluntades y logró lo que se hubiera antojado imposible: estrenarla en nuestro país a lo grande, una producción de primer mundo. Para dirigirla se contó con la complicidad y el entusiasmo del concertador Guido María Guida, quien ya había colaborado con Vela en las cuatro óperas wagnerianas de El anillo de los nibelungos, y es garantía de calidad. La orquesta está conformada por más de 100 músicos (se contrataron 20 refuerzos), hay 14 solistas, tres coros y un coro de niños. El argumento es muy complejo y abreva en las antiguas leyendas persas e hindúes de gran riqueza y admite varias interpretaciones. Es un cuento de hadas donde hay un proceso iniciático en los protagonistas que los conduce al perfeccionamiento moral, y en eso nos recuerda La flauta mágica de Mozart; la moraleja de la obra evidentemente es la procreación como resultante del amor conyugal. Sergio Vela introdujo al principio de cada acto un narrador que explica los pormenores de la pieza, y eso ayuda, además del atinado y siempre experto supertitulaje de Francisco Méndez Padilla. La masa sonora de la obra supera a la de Wagner, hay instrumentos en los palcos, también coristas, una banda interna en los palcos del tercer piso, y todo ello es una vorágine sonora de lo más disfrutable, una oportunidad única para apreciar en el Teatro de Bellas Artes esta belleza operística, increíblemente dramática y con sonoridades extrañas. Con esta masa orquestal los cantantes deben tener voces de acero, con gran volumen y sonoridad, simplemente para no ser opacados. Tanto Guida como el bajo mexicano Noé Colín coincidieron en señalar que es la partitura más difícil y compleja a que se habían enfrentado en su carrera; por ello los músicos de la orquesta merecen un gran aplauso, pues estuvieron a la altura de las exigencias de la obra, al igual que el coro de niños de Schola Cantorum de México, que cantaron como siempre extraordinariamente bien. Hay que mencionar que se trata de una coproducción con el Festival de México (Fmx) y que Vela lleva más de dos años trabajando en este proyecto al lado del escenógrafo Philippe Amand. Según Vela, en México existen todas las condiciones para presentar una obra así, aunque lo complejo es armarla. La soprano Olga Sergeyeva interpreta la mujer de Barak, ya la había cantado y es magnífica, lo mejor de la noche junto con Colín, para quien este es su primer encuentro con la ópera de Strauss. El resto del elenco, sobresaliente: Carlo Scibelli (El emperador), Rebecca Nash (La emperatriz), Malgorzata Walewska (La nodriza). Todavía este domingo 13 de mayo podrá verse la última de cuatro funciones en Bellas Artes.

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