A 40 años de la muerte de Joséphine Baker

jueves, 16 de abril de 2015 · 18:10
MÉXICO, D.F. (apro).- El próximo 3 de junio se cumplirían 109 años del nacimiento de la gran diva negra estadunidense Joséphine Baker (St. Louis, Missouri, 1906), quien a mediados de los fabulosos veintes conmocionó París, irrumpiendo semidesnuda con danzas salvajes y un manojo de plátanos o plumajes sobre la cintura, sus gestos cómicos y voz aflautada. Asimismo, este año se conmemoran 40 años de su muerte, ya que Joséphine Baker falleció justamente en Francia, su segunda patria, el 12 de abril de 1975, por lo cual el pasado lunes 6 el televisivo Canal Judicial proyectó --en su serie “Mujeres Extraordinarias”-- un documental sobre su vida elaborado en 2006 por la alemana Annette von Wangenheim para la televisora pública germana de Colonia DWR: Schwarze Diva in einer weißen Welt. Traducido como Diva negra en un mundo de blancos, esta cinta de 45 minutos revela a una de las artistas más famosas y controvertidas del siglo XX, cuya canción “J’ai deux amours” (“Tengo dos amores”) se convirtió en su himno clásico. Si bien apenas la vemos cantar en este filme, el documental se enfoca en la vida de Joséphine desde una perspectiva que analiza sorprendentes imágenes de personajes negros en la cultura popular. La retrata vista por amigos y artistas, aunque también bajo el espejo de los clichés colonialistas europeos, presentándola también como luchadora cultural, una conductora de ambulancias durante la segunda guerra mundial y vocera del activismo opuesto a la discriminación racial, en los movimientos a favor de la raza negra desde los sesentas, bajo la guía del reverendo Martin Luther King. Para los afroamericanos, ella constituyó una reina y modelo a imitar. “Yo fui lastimada por haber nacido negra… No se me permitió ser la verdadera norteamericana que yo deseaba ser… En Estados Unidos me reprimieron… Muchos de nuestra raza debimos emigrar no por decisión propia, sino porque no pudimos tolerar el racismo del que fuimos víctimas”, contaba. De NY a París Freda Joséphine McDonald nació y creció en los suburbios de St. Louis limpiando casas y cuidando bebés de familias blancas adineradas desde los ocho años de edad. A los 13 consiguió trabajo de mesera en un bar donde conoció a su primer marido, de quien se separó dos años después. Otras historias cuentan aquella primera relación de un modo distinto. De niña, Joséphine sufrió abuso sexual aunque nada de eso se conoce con detalles; pero a los 13 años de edad jugaba a “la casita” con un tal Míster Dad (Señor papi), asistente vendedor de dulces en un carro ambulante de helados cerca de la mansión donde ella laboraba. Con él huyó para casarse el 22 de diciembre de 1919, convirtiéndose en la señora de Willie Wells. Fue entonces cuando comenzó a bailar en las calles y presentarse en sketches cómicos de la Jones Family Band y los Dixie Steppers. En 1921 se casó nuevamente, pero con Willie Baker (cambiando su apellido natal por el Baker que le daría triunfos). En el Plantation Club de Nueva York actuó con Ethel Waters en Chocolate Dandies. La carrera de Joséphine Baker despuntó en 1925 cuando se presentó en el teatro de los Champs-Elysées con el teatro de comedia La Revue Nègre, viajando luego a Bruselas y Berlín; sin embargo, en Austria fue abucheada, así que volvió a París para consagrarse en Folies-Bergère, danzando con su penca de bananas. Hacia 1926, un gigoló italiano, Guiseppe Abatino, Pepito, entró a su vida como representante y amante. Pronto, Joséphine eclipsaría a sus contemporáneas: la genial parisina Mistinguett (5 de abril 1875-5 de enero 1956), la rubia alemana Marlene Dietrich (27 de diciembre 1901-6 de mayo 1992) y la seductora sueca Greta Garbo (18 de septiembre 1905-15 de abril, 1990). Joséphine era la reina de los musicales en cine y del cabaret francés. Su película muda de 1927, Sirena de los Trópicos y la sonora de 1934 Zou Zou quedaron para la historia. Por aquella década de los treintas abrió su propio centro nocturno, Chez Joséphine. En 1935 se alejó de Pepito y dos años más tarde se casó con un francés, el empresario Jean Lion (sin jamás haberse divorciado de sus primeros dos maridos afronorteamericanos). El matrimonio fracasó en 1941, pero habiendo obtenido la ciudadanía gala, durante la segunda guerra mundial ella participó en la resistencia francesa y entretuvo a los combatientes con una condición: que juntos, tanto los soldados aliados negros y de otras razas, fueran a verla actuar. En 1936 regresó a Estados Unidos para espectáculos en Ziegfeld Follies con Bob Hope y Fanny Brice, siendo atacada por la liberalidad erótica del show, aparte de que varios hoteles y restaurantes le impidieron su entrada. Cuando regresó a París, en octubre de 1944, fue aclamada en los Campos Elíseos y la condecoraron con la Medalla de la Resistencia y de la Legión de Honor. También se involucró con el jazzista francés de raza blanca Jo Bouillon, con quien se casó el 3 de junio de 1947 (divorciándose nueve años después). Un hecho importante debe mencionarse para esta etapa con Bouillon: como ella no podía tener hijos, compró un castillo al sur de Francia, Les Milandes, y adoptaron 12 niños de diversos colores de piel (“La tribu del arcoiris”) para simbolizar la armonía entre las razas humanas. “Romance” con Frida Kahlo De las pocas referencias que las nuevas generaciones en el siglo XXI podrían tener acerca de Joséphine Baker, una aparece en la película Frida, de Julie Taymor (Masachussets, 1952), entre la actriz veracruzana Selma Hayek (en el papel de Frida Kahlo) y Karine Plantadit-Bageot (Francia, 1970). Salma sale completamente desnuda con una mano entre sus piernas, mientras Karine se desviste también y enseguida se observa los cuerpos de ambas frotándose mutuamente. Pero es una de las demasiadas libertades que se tomó la directora de Frida, señaló al criticar el filme la recientemente fallecida crítica plástica y experta de la Kahlo, Raquel Tibol (Argentina, 1923-Ciudad de México, 2015), cuando expresó a la reportera Judith Amador Tello en la revista Proceso número 1361: “Todo el asunto de las fornicaciones está puesto bruscamente, como para dejar consignado que era una persona muy dada a la cogedera, para decirlo a la manera como está dicho en la película. Los momentos en que Frida pasó en París no fueron como se plasman en el filme…” “Para hablar del lesbianismo de Frida”, señaló Tibol, “la película tiene una escena en la que aparece una artista negra en un escenario de París y momentos después está haciendo el amor con la pintora… la negra de entonces (1939, cuando la artista expone en París) era la cantante estadunidense Joséphine Baker, ridículo que se muestre a Frida viéndola bailar, corten la escena y al momento siguiente ‘¡pum!’, estén juntas en la cama, porque el lesbianismo de la pintora no era de ‘venga a mi reino cualquiera’”. Según uno de los 12 hijos adoptivos de Joséphine Baker, Jean-Claude Baker, en la biografía que en 1993 escribió con Chris Chase sobre su madre The Hungry Heart (El corazón hambriento), ella era bisexual y se vio involucrada en varios romances lésbicos a lo largo de su vida, por ejemplo, con las afroamericanas Clara Smith, Evelyn Sheppard, Bessie Allison, Ada Bricktop Smith y Mildred Smallwood al comienzo de su carrera; o después, con la escritora francesa Colette, pero no menciona nada de amoríos con Frida Kahlo. También se cuenta que en México Joséphine se casó por mera bufonada con el pintor, diseñador y coleccionista de arte Robert Brady (Iowa, 1928-Cuernavaca 1986), quien era homosexual y cuyo legado de alrededor de mil 300 piezas conforma el Museo Brady Casa de la Torre en Cuernavaca, Morelos. Wikipedia explica que en 1963 Joséphine participó en la marcha en Washington por el trabajo y la libertad organizada por Martin Luther King. Hacia junio de 1964, para salvar su castillo en la que había reunido a todos sus hijos, conmovida y molesta por la angustia de esta mujer, el símbolo sexual galo Brigitte Bardot se involucró en su rescate financiero. Joséphine estaba prácticamente en la ruina; no obstante, nunca dejó de actuar. La princesa Grace de Mónaco (quien la conoció en su visita a Estados Unidos cuando en cierto restaurante se negaron a servirle de cenar y un periodista gringo la difamó) con otro amigo de la cantante, y un artista estadunidense, le ofrecieron una casa en Roquebrune para que pasara el resto de su vida, y la invitaron a Mónaco para que asistiera a espectáculos en funciones de caridad. El 9 de abril de 1975, Joséphine se encontraba en su apartamento, tras una presentación entusiasta ante el príncipe Raniero y Grace Kelly de Mónaco. A la mañana siguiente, el 10 de abril, sufrió un derrame cerebral y fue transportada en coma al hospital Pitié-Salpêtrière, donde murió a la edad de 69 años, el 12 de abril. La muerte de Joséphine Baker contó con todos los honores militares y fue enterrada en el cementerio de Mónaco. Joséphine se había convertido al judaísmo durante su matrimonio con Jean Lion en 1937. Esta conversión no duró y recibió un funeral católico el 15 de abril de 1975, en la iglesia de “la Madeleine” en París. Su hijo, el restaurador francés Jean-Claude Baker y autor de la citada biografía de su madre, se suicidó el 15 de enero de este año.

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