"Más vale tarde"

martes, 7 de julio de 2015 · 15:04
MÉXICO, D.F. (apro).- Santo Padre Francisco: felicitaciones por embarcase en el navío CASA COMÚN, en el que hace tiempo no faltan los que murmuran, incluso también los que conspiran y hasta los que se están amotinando contra la oficialidad que lo manda, es decir, los que de una u otra manera están luchando desde hace décadas contra lo que usted critica en LAUDATO SI, su última encíclica. Es para regocijarse, lo admito, su adhesión, el que sea uno más de los que cuestionan el pensar y el actuar de esas élites que gobiernan en las sociedades de la Tierra, nuestra casa común, en las que se combinan las altas jerarquías de las finanzas, la industria, el mercado y la clase de los profesionales de la política y… cuando es necesario… salvaguardadas por la fuerza militar… Élites que tienen en sus manos las decisiones y también el imponerlas… que a todos afectan… mismas que tienen por rumbo y puerto el mantener… cuando no el de aumentar… los muy particulares intereses y privilegios de los que las toman. Santo Padre: le asiste toda la razón al afirmar que la Tierra, “nuestra casa común” es una hermana con la que compartimos la existencia, que “maltratada, saqueada, clama, y sus gemidos se unen a los de los abandonados del mundo”… Tiene sentido, igualmente, cuando critica que el conocimiento humano alcanzado con el tiempo “se pone al servicio de las finanzas y del consumismo”… y es de alabar su dura crítica al paradigma tecnológico que tiende a someter y dominar a la política y la economía, pues no facilita y más bien impide reconocer que el mercado por sí mismo no garantiza el desarrollo humano integral, ni la igualdad ni la inclusión social… Asimismo está en lo cierto al cuestionar la validez de la ciencia y la tecnología, ya que al ser aplicadas con fines de lucro, con pocas o ningunas previsiones contra el riesgo creado por las mismas, por las élites del poder, están convirtiendo la casa común en un basurero, como bien dice usted, en un lugar en que la tierra, el agua y el aire están contaminados en gran medida… y continúan contaminándose… poniendo en peligro incluso la sobrevivencia de ese aprendiz de brujo que es la criatura humana. Todo lo anterior, le vuelvo a decir, es digno de alabanza, pero usted, papa Francisco, por su parte, tiene que admitir que los temas de su encíclica no son nuevos, que cientos de personas, miles, llevan años cuestionándolos… y también debe aceptar que durante la preponderancia de las iglesias cristianas durante la llamada Edad Media y parte del Renacimiento en el Mundo Occidental… o sea por unos 1000 años… en poco o nada las mismas tuvieron en cuenta a la ciencia, pues la consideraban como sirvienta de la teología… Más bien la persiguieron, fue juzgada y condenada en no pocos casos, como lo demuestran los ejemplos de Roger Bacon, M. Servet, G. Bruno y Galileo, cuyas vidas y obras reflejan la dramática ruptura que se fue dando entre la Edad Media y la Moderna del Mundo Occidental… tiempo… ¡mil años!, recalco… en que la preponderancia del cristianismo le permitió enseñar, propagar… y hasta imponer… sus valores espirituales… Tiempo en que los más no fueron más felices de lo que lo son la masa, los más de estos días… pues con su ideología de que todo proviene de Dios, educó a la masa para vivir resignadamente sometida a la voluntad de las élites del poder de esa época… entre ellas de la propia iglesia cristiana… que entre sus enseñanzas propagó la de que había pueblos elegidos por Dios… mismos que tenían el derecho y hasta la obligación moral de imponer su ideología a otros y, en caso que se negaran a recibirla, podían agredir, despojar de sus bienes… y hasta asesinar a los integrantes de otras tribus, de otros pueblos… Mala semilla que persiste en nuestros días… en lo que se da la paradoja de que religiones que tienen el mismo Dios… y son las preponderantes, las que mayor influencia tienen en este mundo… la judía, cristiana y mahometana… tienen convertido en un infierno su lugar de origen: el Medio Oriente. A lo anterior hay que añadir que su encíclica para nada menciona otra mala semilla, un elemento altamente pernicioso que en gran medida ha contribuido y contribuye a hacer un basurero del planeta… pues es el agente más activo de la constante contaminación de la tierra, el agua y el aire: el humano… elemento que una evaluación seria y realista de la capacidad de tolerancia de la Tierra, lleva a la evidencia de que los seres humanos deben tener un estricto control de sus nacimientos. Es cuestión de rigurosa estadística. Papa Francisco: deseándole que, por el bien de todos y en especial de los más pobres, las malas semillas de su doctrina no contaminen sus buenos propósitos. EL ABOGADO DEL DIABLO

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