Anticiparse al terror

lunes, 22 de febrero de 2016 · 10:31
MONTREAL (apro).- “Ser radical no es en sí algo negativo. El problema es cuando la ideología se mezcla con acciones violentas”, señala a Apro Herman Deparice-Okomba, director del Centro de Prevención de la Radicalización que Conduce a la Violencia (CPRMV, por sus siglas en francés) en sus oficinas en Montreal. Deparice-Okomba está a cargo de un grupo de sicólogos, criminólogos, asistentes sociales, politólogos y sociólogos que actúan para evitar que habitantes de Quebec participen en hechos violentos por motivos ideológicos. Abierto oficialmente desde el pasado 22 de noviembre, este centro es el único en su tipo en el continente americano. A primera vista, Quebec parece un territorio alejado de las atrocidades del terrorismo. Sin embargo, ya ha sido escenario de ataques. Basta recordar al Frente de Liberación de Quebec, que causó siete muertos y medio centenar de heridos entre 1963 y 1973; a las 14 mujeres asesinadas en diciembre de 1989 en el Politécnico de Montreal; además, en octubre de 2014 un joven inspirado en grupos yihadistas hirió a un militar y mató a otro más en la población de Saint-Jean-sur-Richelieu. A esto hay que sumar que decenas de quebequenses han viajado a Siria e Irak o han buscado hacerlo para integrarse al Estado Islámico (EI). Y aunque en menor número, también algunos han deseado combatir pero desde el otro bando. “Los hechos están ahí. Debemos ser realistas y no alarmistas. Hay que insistir en la prevención”, comenta Deparice-Okomba. Violencia ideológica A mediados de 2014, la Policía Montada de Canadá (la fuerza policial federal) designó a un limitado número de agentes para entablar diálogo en caso de que familiares y amigos de una persona en vías de radicalizarse solicitaran apoyo. El problema fue que los contactos fueron muy reducidos, por miedo a sanciones penales. “La policía no podía ser juez y parte. Por eso era necesario un organismo independiente”, afirma Benjamin Ducol, responsable de investigación del CPRMV. De esta manera, autoridades de la ciudad de Montreal y del gobierno quebequense convocaron a un grupo de expertos a finales de 2014 para crear un centro especializado con plena autonomía. Primero fue inaugurada una línea telefónica anónima y, desde finales del pasado mes de noviembre, el centro opera de manera oficial ofreciendo diversos servicios. La inversión fue de 2 millones de dólares canadienses para los primeros dos años de funcionamiento de este proyecto. Ducol señala que existen instituciones parecidas en otras partes del orbe, como es el caso de Gran Bretaña, Alemania, Sri Lanka, Marruecos y Arabia Saudita, pero el de Quebec se distingue por ser completamente autónomo de los cuerpos de seguridad, además de seguir al pie de la letra un protocolo de confidencialidad y de contar con el respaldo de un equipo multidisciplinario. El CPRMV no se enfoca en una ideología en particular. Neonazis, colectivos de extrema izquierda, adeptos del islamismo radical y ultranacionalistas forman parte de los grupos en los que puede actuar un individuo con fines violentos. El CPRMV ofrece charlas en instituciones educativas para abordar con alumnos y profesores los procesos de la radicalización violenta. También difunde información sobre cómo detectar los comportamientos asociados a este tema. De acuerdo con un barómetro diseñado por sus expertos, existen diversos grados, con conductas que van desde el desinterés escolar y la aparición de amistades lejanas a la tolerancia hasta la difusión de mensajes de odio en redes sociales y los esfuerzos por enrolarse en un grupo ideológico con procederes criminales. Asimismo, el centro se dedica a recopilar datos respecto del modus operandi de varios colectivos violentos y a consultar las investigaciones académicas y gubernamentales de todo un cúmulo de países a propósito de los casos de radicalización violenta y las estrategias para combatirla. De igual manera, está prestando cada vez más atención a la necesidad de que diversos actores cuenten con conocimientos para afrontar este problema, tales como médicos, policías, profesores, sicólogos y trabajadores sociales. El servicio más recurrido hasta el momento es el apoyo telefónico para personas preocupadas de que un hijo o amigo sucumba al llamado de la radicalización violenta. Marian Misdrahi, socióloga mexicana afincada en Montreal desde hace varios años, forma parte del personal del CPRMV. Describe en qué consiste el servicio de asistencia telefónica, disponible las 24 horas del día durante todo el año: la persona que llama puede seleccionar la lengua en que desea establecer contacto. Además del inglés y del francés, algunos miembros del centro hablan otros idiomas para facilitar la comprensión, tratándose de un tema tan sensible. En todo momento queda subrayado el carácter confidencial de la comunicación. El experto funge como primer filtro para detectar si el caso corresponde o no a una amenaza real. De acuerdo con Misdrahi, gran parte de las llamadas que reciben tienen que ver con inquietudes alejadas de la violencia (dudas porque algún hijo cambió de religión, preocupación por vecinos vestidos de alguna forma y que invitan a reuniones, entre otros casos parecidos). Cuando se detectan elementos relacionados con una persona en vías de radicalizarse, un equipo multidisciplinario se reúne rápidamente para evaluar la situación y diseñar una estrategia efectiva (citas con los familiares, intervención sicológica con la persona o ayuda de parte de alguno de sus profesores). En caso de estar frente a un grado de amenaza mayor (viaje inminente a una zona en conflicto, armas descubiertas), los lineamientos del centro señalan que es necesario solicitar el apoyo de las fuerzas del orden, consultando en todo momento a la familia del individuo. Hasta enero pasado el centro había recibido 580 llamadas. De ellas, 110 requirieron la intervención del equipo y 8 fueron canalizadas a la policía. La mayoría de las llamadas tiene que ver con Siria e Irak –para enrolarse en cualquiera de los bandos-- y el resto ha respondido a casos de la extrema derecha. Las raíces Jocelyn Bélanger es profesor de sicología en la Universidad de Quebec en Montreal y estudia los motivos por los que una persona cae en la radicalización violenta. También fungió como consultor para la puesta en marcha del CPRMV. En entrevista con Apro, Bélanger señala que comúnmente se cataloga como enfermos mentales a los individuos que por medios violentos buscan imponer sus creencias. Sin embargo, en diferentes experimentos ha constatado que personas con buena salud mental pueden inclinarse por este tipo de comportamientos. “Diversos informes han dado cuenta del número considerable de occidentales que pelea en Siria e Irak. No se puede tratar de una histeria colectiva”, señala Bélanger. El CPRMV defiende la misma idea. A pesar de que ha intervenido en casos vinculados con episodios sicóticos, la inmensa mayoría corresponde a individuos cuyo proceder se explica por otros motivos. Bélanger afirma que hay dos razones profundas del proceso de radicalización violenta. La primera es el dolor social por parte de gente que se integra a un grupo buscando cobijo y sentido de pertenencia. Esto no es malo en sí, pero el problema es cuando las personas se suman a proyectos violentos. La segunda es la búsqueda de trascendencia: gloria, prestigio, heroísmo. También comenta que la ideología no ocupa en sí un lugar importante en este proceso. En muchos de los casos ha quedado de manifiesto que las personas no comprenden los fundamentos mismos de las causas que dicen defender: “Por citar un ejemplo, muchos de los occidentales detenidos en Irak reconocen un gran desconocimiento ideológico”. Benjamin Ducol, experto del CPRMV, añade que varios de los casos en que su centro ha tenido que intervenir tienen como raíz una pésima relación familiar. “Las personas pueden enrolarse en un proyecto violento, pero si los orígenes del problema no se solucionan, en unos años más podrían defender una idea completamente opuesta. Los motivos ideológicos están lejos de ser el principal motor de estos comportamientos”, señala. Internet sale a colación con frecuencia en todo este tema. Antes de laborar en el CPRMV, Ducol estudió durante años las relaciones entre la violencia ideológica y el ciberespacio. Comenta que internet debe siempre ser visto como un medio y no como una causa de estos comportamientos: “Es un instrumento que ha facilitado los contactos entre grupos e individuos y también funge como zona de propaganda, pero las razones se encuentran en otros ámbitos”. Bélanger y Ducol afirman que no existe un perfil bien delineado sobre las personas que caen dentro de la radicalización violenta. El fenómeno aparece en distintos grupos étnicos y con niveles de vida de toda índole, aunque destacan que en sus investigaciones aparece con insistencia un factor específico: la juventud de los individuos, etapa en que se viven cambios pronunciados e inestabilidad. En los próximos meses, las autoridades belgas abrirán un centro inspirado directamente en el proceder del CPRMV. Asimismo, la institución quebequense ha recibido visitas de autoridades estadunidenses y francesas, además de que hay grandes posibilidades de que su experiencia sea reproducida en otras provincias de Canadá. Un proyecto específico en el que está trabajando el CPRMV tiene que ver con las personas condenadas por su participación en hechos violentos por razones ideológicas o que retornen de zonas en conflicto. Ducol comenta que estudian algunos programas puestos en marcha en otros países para desarrollar uno que pueda satisfacer las necesidades propias de Quebec. Por su parte, Bélanger subraya que es necesario implicarse en estrategias para estas personas, a modo de alejarlas de la radicalización violenta, e integrar en este trabajo a exmiembros de grupos de esta naturaleza: “La alternativa no debería ser únicamente una larga condena; tampoco tratarlos como si fueran presos convencionales. En países con programas de reinserción las cifras exitosas son mayores que en sitios como Guantánamo, donde la gente se enfrenta a abusos que reafirman su odio”. A pesar de la buena acogida que ha tenido el CPRMV entre la población de Quebec, algunas críticas han florecido respecto del riesgo de que los musulmanes puedan ser blanco de estigmatización, además de que colectivos de la extrema izquierda no están de acuerdo con que el centro ponga a todas las ideologías en un mismo saco. Deparice-Okomba, director del CPRMV, responde: “No diferenciamos entre formas de radicalización violenta. El peligro no sólo proviene de una idea en particular. Además, trabajamos con grupos de distintos orígenes y buscamos justamente que no se vincule el uso de la violencia con una sola comunidad”. Deparice-Okomba señala en repetidas ocasiones que el principal objetivo del centro es que la acción de la policía sea la última opción, buscando detectar de forma temprana la radicalización violenta y prevenirla en la medida de lo posible. “Desde el 11 de septiembre, los gobiernos han insistido mucho sobre la seguridad y la represión, pero el terrorismo persiste. Prevención y seguridad deben ir de la mano. Debemos escuchar las preocupaciones de las personas e integrarlas en los esfuerzos para lograr una sana convivencia”, concluye.

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