'Malpaís”: México desde la nueva generación de actores

viernes, 30 de junio de 2017 · 10:08
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- El arte puede ser el mejor espejo de la época en la que es concebido, y a los jóvenes de hoy les ha tocado vivir un México violento, triste y desolador. Malpaís es el examen de titulación de la generación de actores y escenógrafos egresados este año de la Escuela Nacional de Arte Teatral (ENAT). Es un montaje en el Centro Nacional de las Artes (Cenart) bajo la tutela del profesor David Olguín con un texto formado por retazos: textos en prosa, poemas, notas periodísticas y entrevistas psicológicas a sicarios. La obra está llena de contrastes, tal como México. Pasamos de la belleza más sublime a las tragedias más atroces. Es una representación que no se toca el corazón. Pretende mostrar el México actual como es (o como los creadores lo ven). Pero no hay dramaturgia. No hay filtros ni sutilezas. La obra es una recopilación abrumadora de las peores tragedias (y de todo lo malo que se recoja en el camino) del México contemporáneo. A la literalidad de estos momentos les hace falta pasar por un proceso creativo artístico. Hay a veces juicios de valor absolutos que convierten algunas escenas en didácticas y aleccionadoras. Muestran, por ejemplo, acciones cotidianas concretas de lo que implica ser “una buena persona” o “una mala persona”, como darle a alguien el asiento en el Metro. La convivencia humana elemental no puede clasificarse en el teatro con estándares tan cerrados como un libro de civismo, y aquellas acciones cotidianas que deberían estar en el marco de “normales” pasan a ser aquí aplaudidas. Los tiempos trágicos --descabezados, desaparecidos, violaciones-- no pueden entrar en la misma cazuela que ceder el asiento en el Metro. México ha sido y es un país de alma profunda, donde la empatía y la solidaridad existen y se practican como en pocos lugares. La violencia extrema parte de otro lado, del desprecio y mal ejemplo que viene de más arriba, o bien de una sociedad lastimada y desesperada, empujada por las circunstancias a llegar a niveles de deshumanización incomprensibles. Aunque el arte muestre, el arte reconfigura, plantea de una manera singular que lo distingue de los noticieros. Sin dramaturgia que destile y profundice, mostrar el mal momento como un tambo de basura donde todo cabe, tiene el riesgo de alejar a su público, que ha creado ya una armadura emocional tras la cual refugiarse de la narración simple de tragedias que se aparecen por todos lados. La obra tiene elementos notables, que lucirían como deben si el texto tuviera su misma calidad. Para empezar, la actuación de Nick Angiuly, Tony Corrales, Sofía Gabriel, Efrén García Aguilar, Miguel Jiménez, Patricia Loranca, Jaklyn Michelle, Dano Ramírez, Alejandro Romero, Viridiana Tovar, Eduardo Treviño, Lorena Valdés, Iván Zambrano Chacón y Amelia Holguín. Durante la larga representación --dos horas y media-- y con todos los intérpretes siempre en escena, la energía nunca se pierde. La demanda física que la puesta supone es muy alta, y sus jóvenes intérpretes bailan, cantan, gritan, lloran y corren con aplaudible pasión. También la escenografía es un brillante acierto. El equipo creativo: Aline Bejarano (diseño de escenografía y utilería), Mauricio Arizona (diseño de iluminación), Sergio Mirón (diseño de vestuario) hacen al público entrar en un espacio un tanto desconcertante, hermoso y descuidado a la vez. Malpaís tiene temporada hasta el 6 de agosto, con funciones de miércoles a sábado a las 19:00 y domingos a las 18:00, en el Teatro Salvador Novo del Cenart (avenida Río Churubusco 79, Country Club, Coyoacán). La entrada es gratuita, pero hay que estar a más tardar una hora antes para el reparto de boletos.

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