Frida en hombros y Diego asoleado

martes, 22 de agosto de 2017 · 12:50
CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- En las últimas tres semanas se han exhibido en las redes sociales testimonios inapelables de las deficiencias que existen en el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) para proteger, promover y difundir los monumentos artísticos. En concreto, la obra de Frida Kahlo y Diego Rivera. No conformes con permitir la itinerancia durante nueve meses  de una pieza tan relevante como Las dos Fridas (1939) –única en el contexto creativo de la artista por sus dimensiones monumentales, y única como bien nacional por ser su pieza más sobresaliente en una colección gubernamental–, y con ello ponerla en riesgo e inhibir su accesibilidad en la Ciudad de México, los funcionarios del INBA malmontaron la pintura en las salas del Museo de Arte Moderno (MAM) de la Ciudad de México el pasado lunes 24 de julio: En un video transmitido por periscope se registra la incómoda e insegura maniobra de cuatro trabajadores que suben el cuadro, descubierto y sin protección alguna, por las escaleras del recinto (https://www.pscp.tv/w/1nAKEeXyNEoKL). [video width="702" height="386" align="center" mp4="https://cdn.proceso.com.mx/media/2017/08/bellas-artes-inba-frida.mp4" poster="https://cdn.proceso.com.mx/media/2017/08/bellas-artes-inba-frida.jpg"][/video] Atracción predominante de la exposición México 1900-1950. Diego Rivera,Frida Kahlo, José Clemente Orozco y las vanguardias, que se presentó en el Grand Palais de París y el Museo de Arte de Dallas entre octubre de 2016 y julio de 2017, Las dos Fridas fue manipulada de manera distinta en el primer mundo: se transportó protegidamente hasta el lugar de exhibición, y el desembalaje y colocación se realizó sin improvisaciones.

El otro testimonio de la negligencia del INBA se develó en el entorno de la reunión con dirigentes y expresidentes del PRI, que sostuvo el presidente Enrique Peña Nieto en Los Pinos el pasado 11 de agosto. En la fotografía del evento, publicada en la página de Presidencia, sorprende tanto la presencia como el emplazamiento de la pintura cubista de Diego Rivera denominada Retrato de un poeta. Realizado hace 101 años –y por lo mismo con mayores requisitos de conservación–, el óleo está colgado en un muro situado entre dos ventanales de piso a techo que permean la luz directa del sol. Colocada sin un concepto museológico que la justifique artísticamente, la pintura –revalorada en su propuesta creativa a través de la exposición Picasso & Rivera. Conversaciones a través del tiempo, que se exhibe en el Museo del Palacio de Bellas Artes–, se utiliza como un simple elemento decorativo para una comida de priístas. Iluminada no sólo por el sol sino también por las luces de un candil que se reflejan en el marco, ¿la pintura cuenta con los requisitos básicos de conservación ambiental en lo que corresponde a iluminación, humedad y control de temperatura? Perteneciente a la colección del Museo de Arte Carrillo Gil, la pieza provoca cuestionamientos sobre la existencia y operación de un protocolo para préstamos de obras de arte museísticas a la Presidencia: ¿Cuáles son las instancias responsables de aprobarlos y qué requisitos curatoriales, museográficos y administrativos se deben cumplir? Y, con base en que en el convenio de venta-donación firmado entre el Dr. Carrillo Gil y el INBA se estipula que la colección debe conservar su unidad y ser exhibida de forma permanente (La Jornada, 4 abril, 2007; Crónica, 29 mayo, 2007), ¿es legal que una de las principales obras se aísle en un salón de Los Pinos? Este texto se publicó en la edición 2129 de la revista Proceso del 20 de agosto de 2017.

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