"Cuando los hijos regresan", llorar a carcajadas

jueves, 21 de diciembre de 2017 · 12:01
El periodista, investigador y escritor de cine Hugo Lara tardó cinco años en concluir su ópera prima Cuando los hijos regresan, largometraje donde rinde pleitesía a la película Cuando los hijos se van (1941), de Juan Bustillo Oro. Con comicidad, Lara retrata los problemas que enfrentan las familias actuales en México y en todo el mundo, con las crisis económicas y los cambios socioculturales consecuentes, debido al retorno de aquellos vástagos “independientes” al hogar paterno que antes habían abandonado. CIUDAD DE MÉXICO (Proceso).- Cuando los hijos regresan, el nuevo filme de Hugo Lara, resultó galardonado en la 43 edición del Festival de Cine Iberoamericano en Huelva, España, efectuado del 10 al 19 de noviembre pasado, por Mejor Banda Sonora (Jordi Bachbush y David Rodríguez), y estrena el 21 de diciembre en mil pantallas de nuestro país. El investigador, escritor de cine, comunicólogo por la Universidad Iberoamericana y director del portal de cine Corre-Cámara, detalla en entrevista que su ópera prima Cuando los hijos regresan “no sólo habla de cómo han cambiado las familias, sino también de la realidad económica y las pocas oportunidades que ahora enfrenta este núcleo de parientes”. Ahonda Lara: “Es una película de añoranza, de nostalgia por la familia de aquellos años de la Época de Oro del cine mexicano, y muestra a las familias modernas, contemporáneas, heterogéneas y complicadas de hoy. Las familias mexicanas que hasta cierto grado conservan esquemas (y se perciben en la cinta), se encuentran sumergidas en nuevos desafíos, paradigmas, y el sistema económico nos afecta a todos.” No obstante, apunta, en el país la familia funciona mucho como red de apoyo, “el cual es necesario en una nación de constantes crisis económicas; entonces, necesitamos poseer ese colchoncito que nos ayuda”. Asimismo, en la cinta también se incluye el tema de la diversidad sexual “que es importante añadir”. –En todo el mundo las crisis económicas han impuesto retos a las familias, ¿verdad? –Sí. Este grupo de parientes del filme, no es una familia de ricos, es de clase media para que la mayoría de la gente en México se identifique. Se trataba de salir de esos ambientes donde todos son ricos, para que la historia fuera más real, más cercana a las personas que pueden vivir en las colonias Jardín Balbuena o Álamos o en la Santa María la Ribera. “En esos personajes también hay un poco de caos. Ese acercamiento a las personas reales fue importante para que la película y su humor funcionaran sobre la mayoría de la gente común. ¡Se exponen hijos mayores que regresan a la casa de sus padres y es un tormento para los progenitores pagar la luz, la despensa, el gas, el agua, el teléfono, en fin…!” De “ninis” y “millennials” La trama aborda la vida del matrimonio de Manuel y Adelina. Ellos han decidido disfrutar su relación, luego de que su hijo menor, Rafis, por fin dejó la casa porque encontró trabajo fuera de la ciudad. Así que su hogar es sólo para ellos y pueden disponer de su tiempo como mejor les plazca. Pero todo cambia cuando cada uno de sus tres hijos de nuevo se mudan de vuelta al hogar paterno, por diversas causas. Se le menciona a Lara (autor de Una ciudad inventada por el cine y coordinador del libro Dos amantes furtivos. El cine y el teatro mexicanos) que el tópico de los ninis se plantea en el largometraje, y relata: “Sí, el personaje que interpreta Francisco de la Reguera representa a esta generación de jóvenes millennials. Tampoco tienen la necesidad de esforzarse demasiado, aunque pudieran hacerlo… Eso le genera una serie de conflictos al chico de la historia, quien sufre las consecuencias.” –Igual es esa juventud que se encuentra cómoda en la casa de los padres. –Pues sí y cada vez es más común. En España, al final de la proyección, personas que asistieron nos contaron que ese fenómeno allá es así por el paro y las crisis, todo eso. En particular nos platicaron el caso de una familia que había decidido sacar al abuelo del asilo para poder cobrar su pensión... Cuando los hijos se van que rodó Bustillo Oro en 1941 fue un taquillazo. En ese año, el interés del gobierno por el cine lo llevó a ser la sexta industria del país, sólo debajo de la laminación, el ensamble de automóviles, el acero, la cerveza y los acabados de algodón, promoviendo medidas para que fuese ratificado el acuerdo cardenista que hizo obligatoria la exhibición de cintas nacionales en todas las salas del país. La broma de sobremesa  El guiño a aquel largometraje clásico en Cuando los hijos regresan empezó con un chascarrillo en la familia de Lara, misma que lo impulsó a dar el paso de las letras a la dirección fílmica: “Provengo de una familia grande. Somos siete hermanos, yo soy el más chico. Una vez dos de mis hermanos tuvieron sus crisis, y regresaron a la casa. En la sobremesa bromeábamos. Daba pie a imaginar una película que se llamara Cuando los hijos regresan. Era un chiste que nos causaba gracia. Decíamos: ‘Si en aquel melodrama los papás lloraban porque sus hijos se iban, ¡en Cuando los hijos regresan los padres lloran porque regresan sus hijos!’ Como que había mucha carnita por ahí que deslizar en una comedia y ese fue el punto de partida. “Después me tocó producir una serie llamada La calle, el aula y la pantalla, para el Canal Una Voz con Todos, donde captamos testimonios de gente a nivel de calle sobre las películas mexicanas de distintas épocas y de sus problemas personales. Ahí obtuve muchos apuntes, porque platicaban de la familia y de cómo se plasmaba al varón y a la mujer en la pantalla grande. Era buen material. Ya empecé a escribir el guión y después como que fueron avanzando las cosas, y de pronto ya estoy aquí.”  Fueron cinco años abarcados para crear Cuando los hijos regresan. El primer tratamiento del guión lo realizó Lara y luego se incorporó su coguionista Claudia González-Rubio. “Ya los dos laboramos en la versión que se filmó”, especifica y rememora: “Ella agregó y enriqueció personajes. Todo eso fue un proceso de cuatro años, más o menos, en lo que iba caminando la idea e íbamos integrando las alternativas. Al final para mí fueron cinco años de labor.” Narra que desde la escritura del guion tuvo en mente al actor mexicano Fernando Luján, sobrino de Fernando Soler, quien actuó en Cuando los hijos se van, “porque es muy buen actor y era perfecto para el papel”; uno de sus productores, Javier González-Rubio, que conocía a la actriz española Carmen Maura, le sugirió a esta artista, “la cual me pareció fantástica”, expresa Lara. Complementan el talento: Irene Azuela, Erick Elías, Anabel Ferreira, Nacho Méndez, Esmeralda Pimentel, Cecilia Suárez, Takato Yonemoto y Tina Romero, entre otros. Llama la atención que Cinemex es uno de los productores de la película y Cinépolis es el distribuidor. Se le pregunta cómo sucedió la mancuerna. –Fue a través de Fundación Grupo México que conseguimos el estímulo fiscal 189, y Cinemex forma parte de ese grupo. Entonces, al final fue de manera indirecta el apoyo de Cinemex, pero está ahí. Después, en relación a la distribución, la mejor oferta que nos llegó fue la de Cinépolis; platicábamos con Cinemex y se arregló el camino. Nos da mucho gusto. –¿Qué opina que Cuando los hijos regresan se verá en mil pantallas? –Muy grato, es resultado del trabajo que hemos hecho. Hemos tratado de ser rigurosos para que el público disfrute una comedia de calidad, que capte un poco el humor fácil, pero que al mismo tiempo pueda deliberar. Menciona que cada proyecto fílmico presenta su complicación a la hora de impulsarlo, “pero dentro de las dificultades no lo sufrimos tanto como en otras propuestas de cine, porque como que el guión gustaba, había preferencia por las comedias de este corte, eso ayudó para poder saltar algunos obstáculos y tratamos de ser cuidadosos en el nivel de calidad que queríamos conservar”. Del premio en el Festival de Cine Iberoamericano de Huelva despliega emoción “porque normalmente las comedias no son tomadas en cuenta para los festivales, de entrada que nos hayan seleccionado para competir ya fue satisfactorio”. –¿Cómo sintió el paso de la escritura a la práctica de dirección? –Ya cuando decidí que iba a dirigir este guión, me dije: ‘Bueno, lo voy a filmar pero lo voy a disfrutar, para qué me pongo a sufrir’. Y me preparé lo más que pude, asistí a varios talleres de ficción y actuación en México y Nueva York; a nivel práctico, creo que era lo más importante. Estuve mucho tiempo trabajando con el fotógrafo Ramón Orozco. Eso me ayudó porque llegué al 100% con la película hecha y sabía que ya era nada más ejecutarla. –¿Volvería a dirigir? –¡Encantado de la vida! Este texto se publicó el 17 de diciembre de 2017 en la edición 2146 de la revista Proceso.

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