La 'China” Mendoza, una loca del corazón

viernes, 6 de julio de 2018 · 23:01
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Con este título, la escritora y animadora cultural Norma Contla evocó a la narradora guanajuatense María Luisa Mendoza, a raíz de su muerte, acaecida el 29 de junio pasado. El texto fue entregado por su autora a solicitud de la agencia apro, e integrará las futuras Memorias de Norma Contla, quien compartió con “La China” experiencia de trabajo cuando ésta estuvo al frente de la Coordinación General del Bosque de Chapultepec. * * * Hoy Chinita, como tantas veces arropada entre coloridas hojas repletas de recuerdos, he servido dos caballitos de tequila y puesto la botana. Pepitas tostadas y saldas, tus predilectas limones y sal, costumbre que disfrutábamos con placer en la salita de la copa, junto a tu estudio rodeada de tus inseparables libros en esa tu cálida casa. En las mesitas y estantes las fotos de familiares y amigos entre cajitas de plata, hoja de lata o madera, pequeños y bellos objetos recuerdo de viajes o regalos. Dispuestos en armonía cuadros de reconocidos pintores varios amigos queridos. El que más me gusta, tu estás de pie vestida como monja coronada, los grandes lentes complementan tu retrato, la composición me parece refleja mucho de tu mundo onírico, a veces tradicional pero irrespetuoso. En ese tu mundo no cabe la timidez, eres fortaleza difícil de trepar, difícil de conquistar es el mundo privado de la China Mendoza. El ventanal hacia el jardín y la luz del domo matiza la plática. ¡Uf!, el ambiente apapacha hasta el tequila parece mejor. De cuando en cuando los perros se te acercan buscando compartir algo de la botana, al mismo tiempo los regañas y consientes, te gana el cariño y contentos se van saboreando lo que su ama tuvo a bien darles. Sin tropiezos, la conversación va de uno a otro tema salpicada de tu peculiar humor. Rodeadas de familiares y amigos en las fotos enmarcadas entre cajitas de plata, hoja de lata o madera, cuadros muchos ellos amigos queridos. Ese es el ritual, antesala de la comida. En el comedor sólo cuatro sillas, la intimidad con tus invitados es primero. Ornamentando las repisas la delicada cerámica de Gorki, él te dedico cariñosamente algunos platones, y en tu lavabo escribe. “Aquí se lava y se peina la China Mendoza”. Al lado tu espejo ovalado, del marco de plata cuelgan tus collares. Mirándote en él murmuras con añoranza, “Mira nada más China como has quedado”. Para la virgen de Guadalupe en todos tamaños y materiales el sitio de honor en la recamara. Abarcando el alto y ancho de la pared como prolongación de la cabecera de amarillento latón contrastando con la colcha y cojines, adornados con encajes blancos a los cuales el tiempo fue devorando su albeo color. La Guadalupana, testigo de tus sueños y pesadillas, de tus amores y ausencias, de la soledad que lastima tu sensible alma deseosa de una pareja que arrope tus sueños y te dé los buenos días. Pero hoy canija pelona te saliste con la tuya, seguro que te morías de ganas por platicar con esa maravillosa loca del corazón, como ella decía de aquellos que rebasaban los límites de la cordura asignados por las buenas maneras. Ahora sí China, desquítate de la Malora dientona, ya puedes en su mera cara reír, carcajearte, recordarle a la “mulona del cloc, cloc” cómo te burlaste de ella, faltaba más. Sí, acuérdate en tu columna “La O por redondo”, le dijiste: “Mugrosa muerte, que te me trepas, que te me atrapas, que te arrejuntas y me pelas la dentadura, me agujeras el ojal. Muerte pomulenta, bruta como un zapato te crees la gran torta porque aquí se te trata como invitada de un rato. Me has andando dando la vuelta por entre el ramaje y nomás me huesuqueas porque bien joven que soy, si no… ya me hubieras cargado, ruborosa helada, calaquienta de porquería.” Pues sí, la envidiosa huesuda sabe que se la van a pasar de lujo platique que platique, porque los temas nunca se te agotan, mi querida comadre, guardada en ese intocable lugar de mis sentimientos, ahí merito donde estás tú en primera plana, que contigo todo es siempre de primera plana. Ama y señora de las palabras que obedientes se acomodaban en el justo lugar para llegar al papel en brillante prosa con el sentido y estilo irrepetible de la China Mendoza. Salud Reinita Santa, juego muy personal entre tú y yo para borrar los desacuerdos con la vida, y evitar que se esponjara creyendo poder dominarte, pero niguas a las luchadoras, así como tú no es fácil tumbarlas, faltaba más. Salud Chinita por la vida que amaste, por el privilegio de tu amistad, amiga hermana, tu comadre de siempre Yolanda. Ya lo dijiste tú: “Ahí nos vemos”.  

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