Documentan enfermedades de la población de la Villa de Guadalupe a lo largo de 500 años

martes, 11 de diciembre de 2018 · 18:54
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Escenario de la historia de las apariciones de la virgen de Guadalupe a Juan Diego en 1531, y de la devoción que por siglos le han manifestado millones de mexicanos año con año el 12 de diciembre, la villa que lleva el nombre de la deidad en las inmediaciones del cerro del Tepeyac, fue también el lugar donde se firmó el tristemente célebre Tratado de Guadalupe-Hidalgo, mediante el cual se puso fin a la guerra entre México y Estados Unidos de 1847, con la consabida pérdida de la mitad del territorio mexicano. El histórico sitio ha sido habitado por más de 500 años y a través del libro Paleopatología. Evidencias óseas en los restos de la Capilla de Indios de la Villa de Guadalupe, la doctora Josefina Bautista Martínez da a conocer los resultados de una investigación en la cual ha podido determinar las enfermedades que padeció su población. El proyecto de investigación se inició hace más de una década, cuando entre 2006 y 2008, los antropólogos físicos ya fallecidos, Arturo Romano Pacheco y María Teresa Jaén (a quienes se atribuye la identificación de los restos de Sor Juana Inés de la Cruz en el exconvento de San Jerónimo), junto con Bautista Martínez, exhumaron los restos óseos que se encontraban en la cripta de la Capilla de Indios. Así lo informa el Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), a través de un comunicado en el cual señala que se publicó un primer libro y tras el fallecimiento de los investigadores Romano Pacheco y Jaén, Bautista Martínez continuó con el proyecto para desentrañar las evidencias que guardaban los restos de las personas que habitaron los alrededores del Tepeyac. Se trata de personas que vivieron en el sitio entre los años 1200 y 1700 d.C., es decir, antes y después de la llegada de los españoles y de la construcción del santuario guadalupano. El nuevo volumen de más de cien páginas, coeditado por el INAH y la Fundación Miguel Alemán, fue presentado de manera previa a la conmemoración de las apariciones de la virgen. Expone resultados del análisis de siete mil 738 huesos, que abarcan 300 cajas de un total de 589 en donde se conservaban, “casi la mitad aguarda a ser estudiada” aún. Durante la presentación el director de Antropología Física del INAH, José Antonio Pompa y Padilla, recordó que la iglesia católica tuvo durante siglos el control de los cementerios hasta mediados del siglo XIX, cuando se promulgo la Ley de Secularización de Cementerios. Esto permite suponer que los restos de los individuos colocados en la cripta de la Capilla de Indios fueron feligreses que vivían en esa jurisdicción y que originalmente fueron inhumados ahí, fuera de su interior, en el atrio o en otro lugar designado por la autoridad eclesiástica”. Las remodelaciones que se han hecho a los espacios en el santuario guadalupano y las proximidades de la pequeña parroquia --añade el INAH-- hicieron que los restos fueran removidos y mezclados, lo cual explica que haya algunos de antes de la llegada de los españoles y otros posteriores a la caída de Tenochtitlan. A su vez, la investigadora Bautista habló del procedimiento con el cual se estudiaron los restos, que incluye limpieza, ordenamiento, trabajo de laboratorio y consulta a médicos especialistas, entre ellos traumatólogos, ortopedistas, cirujanos maxilofaciales y radiólogos expertos en imagenología del sistema musculoesquelético. Y así se determinó que algunos de los padecimientos que dejaron rastro en los huesos: Problemas osteoarticulares, casos de displasia, alteraciones del desarrollo, enfermedades comunes en todas las poblaciones y que lo mismo afectan a hombres que a mujeres de la edad adulta, como problemas dentales, metabólicos, infecciones no graves. “…revelaron limitaciones físicas que debieron obstaculizar el desarrollo de algunos individuos, haciéndoles dependientes de otras personas o de la caridad de quienes se acercaban a orar a la Villa de Guadalupe. Destaca la presencia de anomalías congénitas: un caso de escafocefalia (alargamiento de la cabeza que se produce en bebés prematuros) y dos tipos de enanismo (hipofisiario y acondroplásico).” Otros padecimientos fueron lepra, tuberculosis vertebral, un par de casos con espina bífida completa y tres casos de enfermedades osteoarticulares graves, además de fracturas con infección postraumática y dislocaciones. La investigadora señala que se puede afirmar en términos generales que la población de ese entorno no padeció enfermedades graves que afectarán su modo de vida y subsistencia, a pesar de que se trató de “una de las zonas marginales de la Ciudad de México”. Y añadió que el volumen aborda una temática “muy poco trabajada”, por ello “debe ser de consulta obligada”.

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