El Papa considera moralmente lícita la extirpación del útero en algunos casos

jueves, 3 de enero de 2019 · 18:21
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- La histerectomía o extirpación del útero es moralmente lícita cuando ese órgano ya no es idóneo para la procreación y existe la certeza médica de que el embarazo no es viable, establece una nota publicada por la Congregación para la Doctrina de la Fe y autorizada por el Papa Francisco. El texto, disponible en el sitio press.vatican.va, constituye la respuesta a una duda sobre la legitimidad de la histerectomía “en algunos casos”; está fechada el 10 de diciembre de 2018, pero que hasta hoy se hizo pública. Refiere que en julio de 1993, la Congregación para la Doctrina de la Fe contestó preguntas presentadas sobre el "aislamiento uterino (en referencia a la ligadura de trompas) y otras cuestiones”, respuestas que "conservan toda su validez", pero que ahora se completan con una nota ilustrativa que responde a casos presentados recientemente al Vaticano. En ese entonces se expuso que la extirpación del útero es moralmente lícita cuando éste constituye un grave peligro actual para la vida o la salud de la madre, y consideraba ilícitas la extirpación del útero y la ligadura de las trompas “con el fin de imposibilitar un posible embarazo que pudiera implicar algún riesgo para la madre”. La diferencia con 1993 es que los nuevos casos analizados se refieren a situaciones en las que ya no es posible la procreación. La duda dice textualmente: “Cuando el útero se halla de forma irreversible en un estado tal que ya no puede ser idóneo para la procreación, y médicos expertos han alcanzado la certeza de que un posible embarazo conducirá a un aborto espontáneo, antes de que el feto pueda alcanzar el estado de viabilidad, ¿es lícito extirparlo (histerectomía)?" La respuesta es “sí, porque no se trata de esterilización”. En el cuerpo de la nota ilustrativa se distingue este caso de aquel al que se dio respuesta negativa en julio de 1993. “El elemento que hace esencialmente diferente la pregunta actual es la certeza alcanzada por médicos expertos de que, en caso de embarazo, el mismo se detendría espontáneamente antes de que el feto alcance el estado de viabilidad. Aquí no se trata de dificultades o riesgos de mayor o menor importancia, sino de una pareja para la cual no es posible procrear” El objeto propio de la esterilización, explica, es impedir la función de los órganos reproductores, y su malicia consiste en el rechazo de la prole. “En el caso contemplado en la presente duda, se sabe con certeza que los órganos reproductivos no son capaces de custodiar a un concebido hasta su viabilidad, es decir, no son capaces de llevar a cabo su función procreativa natural. La finalidad del proceso procreativo es dar a luz a una criatura, pero aquí el nacimiento de un feto vivo no es biológicamente posible”. Por lo tanto, sostiene, “no estamos ante un funcionamiento imperfecto o arriesgado de los órganos reproductores, sino ante una situación en la que la finalidad natural de dar a luz a una prole viva es imposible”. La nota considera que la intervención médica en cuestión no puede juzgarse como antiprocre­ativa. “El problema de los criterios para evaluar si el embarazo pueda o no prolongarse hasta el estado de viabilidad es una cuestión médica. Desde el punto de vista moral, hay que pedir que se alcance todo el grado de certeza que se puede alcanzar en medicina, y en este sentido, la respuesta dada es válida para la duda tal como, en buena fe, ha sido propuesta”, establece. Se aclara al final que esta respuesta no implica que la decisión de practicar la histerectomía sea siempre la mejor, “sino sólo que, en las condiciones mencionadas anteriormente, es una decisión moralmente lícita, sin excluir por ello otras opciones” como recurrir a los períodos de infertilidad o a la abstinencia total. “El sumo pontífice Francisco, en la audiencia concedida al Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, ha aprobado la mencionada respuesta y ha ordenado su publicación”, concluye el documento fechado en Roma el 10 de diciembre de 2018 y firmado por el cardenal español  Luis Francisco Ladaria, prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

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