El crecimiento inmobiliario y los sismos en la Ciudad de México

viernes, 4 de enero de 2019 · 11:05
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- ¿Por qué se tiene la impresión de que en la Ciudad de México hay más sismos “locales” que antes? ¿Tiene que ver en ello el crecimiento inmobiliario? La respuesta por parte de especialistas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) es simple: siempre ha habido sismos de baja magnitud, pero la capacidad tecnológica para detectarlos es mayor. Las fallas del subsuelo del Valle de México existen desde hace miles de años, de ahí que los sismos de baja magnitud en la capital sean subsecuentes a lo largo de su historia. Según la UNAM, hace 20 o 40 años, si un sismo de baja magnitud golpeaba una zona poco habitada, pasaba inadvertido, pero en la actualidad el Valle de México está densamente poblado, así que cualquier sismo que ocurra aquí, por leve que sea, se sentirá en una parte de la población proporcionalmente mayor. “Hoy en día tiembla igual que antes, pero nuestra capacidad de detección ha aumentado en los últimos años, por eso se reportan más sismos de baja magnitud dentro del Valle de México”, subrayó Luis Quintanar Robles, investigador del Departamento de Sismología del Instituto de Geofísica (IGf) de la UNAM. El Valle de México está atravesado por una serie de fallas ya “cartografiadas” por el Instituto de Geología (IGL) de la universidad, que cuando son activadas por acumulación de esfuerzos, dan lugar a la sismicidad local, explicó al respecto el investigador. Sobre este tema Leonardo Ramírez, investigador del Instituto de Ingeniería (II), realiza un estudio para saber si la intensidad con que la gente los siente está influida por la proximidad de grandes edificios. “En esta investigación sobre lo que se llama interacción suelo-estructura, Ramírez ha observado que las estructuras de los grandes edificios pueden dar origen a una diferencia en la manera de sentir los sismos en sus inmediaciones”, refirió Quintanar Robles. Antes sólo se contaba con una estación sismológica --la de Ciudad Universitaria--, y ahora el Servicio Sismológico Nacional tiene 30 estaciones de banda ancha en el Valle de México, lo que permite detectar casi cualquier movimiento y reportarlo; esto sin contar las decenas de estaciones acelerográficas manejadas por dependencias como el Centro Nacional de Prevención de Desastres, el Centro de Instrumentación y Registro Sísmico (responsable de la alerta sísmica), y el mismo Instituto de Ingeniería. Desde un punto de vista técnico, los sismos locales o de baja magnitud obedecen a un tipo de “fallamiento normal”: fallas que existen a lo largo del Eje Neovolcánico. Los sismos ocurren sobre fallas preexistentes, y para que haya uno en un determinado punto debe haber debajo una falla activa, de ahí que los de baja magnitud o “locales” sean activos en el subsuelo del Valle de México. La mayoría son de magnitud 2, 2.1, 2.2 ó 2.3, por lo cual, fuera de su limitada área de influencia --que puede ser de unos dos o tres kilómetros a la redonda--, no son sentidos por nadie más. Desde la puesta en marcha de la Red Sísmica del Valle de México, en 1995, se ha visto que los sismos locales ocurren con más frecuencia en la zona Oriente de la Ciudad de México, sobre todo en las alcaldías de Tláhuac y Milpa Alta, y en los municipios de Texcoco e Ixtapaluca, en el Estado de México. También, aunque con menos frecuencia, en Álvaro Obregón (Poniente), específicamente en las colonias Lomas de Tarango y Lomas de Becerra. Y en Coyoacán, Benito Juárez y Miguel Hidalgo, zona Centro. Por todo lo anterior es importante que la población conozca las características del subsuelo de la zona donde vive, revise sus muros y las columnas de sus hogares, y si aparecen grietas, las repare de inmediato para evitar que en caso de un sismo mayor sufran daños.

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