En la raíz del peñismo, lanza AMLO programas antihuachicol (Video)

martes, 22 de enero de 2019 · 15:41
ACAMBAY, Edomex. (apro).- Una vez más el estilo mexiquense se impone: porras interminables que saludan, vitorean por nombre y sirven de fondo sonoro a los discursos; concentración masiva de campesinos, indígenas y habitantes de esta localidad, que hoy recibe la vista presidencial. Curiosa elección de sede: Acambay, es donde hace un siglo Severiano Peña, bisabuelo del hoy expresidente Enrique Peña Nieto, ostentó su cacicazgo, origen de la influencia política y el tejido de una red familiar que colocaría a su descendiente en la cúspide del poder. El acto transcurre en el parque, un llano que tiene al centro un gimnasio de fierros y lonas, construido por la arquitectura de lo no duradero como mucha de la obra pública mexiquense de los últimos tiempos, fue erigida con el nombre de Unidad Deportiva “Juan del Mazo López”, honor para el abuelo de Carolina Monroy del Mazo, exdirigente del PRI y prima, por lo Del Mazo, de Peña Nieto. Del Mazo como Alfredo, el gobernador que hoy es anfitrión. [video width="848" height="480" mp4="https://cdn.proceso.com.mx/media/2019/01/WhatsApp-Video-2019-01-22-at-1.39.17-PM.mp4"][/video] Video: Eduardo Miranda Las porras se dividen. ¡Del Mazo! repiten coros de cientos de voces; ¡Obrador! repiten también. “Pre-si-dente pre-si-dente”, corean… y de repente la armonía se rompe: ¡Maldito ratero! Una voz convoca: ¡Del Mazo! Un coro responde: ¡ratero!. Este lugar fue elegido oficialmente por el registro de dos hoyos huachicoleros en lo que va de enero, para lanzar los programas de Bienestar, es decir, los ocho programas sociales con los que el presidente Andrés Manuel López Obrador intenta convencer a 81 poblaciones atravesadas por ductos de que eviten robar combustible. En el presidium no hay un diputado, ni un senador; no está un secretario ni personalidad distinguida de la localidad.  Sólo hay ocho personas, beneficiarias respectivas de cada programa social, además del presidente, el gobernador y la alcaldesa, las autoridades popularmente electas, al centro. *** Los reclamos son ignorados y aunque la concentración –acarreo que le dicen—a veces se deja ir con los coros de los manifestantes, Alfredo del Mazo parece determinado a no detenerse y sólo recoger los vítores, el aplauso y los coros ya conocidos que invocan su nombre una y otra vez. De los programas habla Del Mazo, para luego “agradecerle y reconocer” a López Obrador por decidir encausar una lucha contra el robo de combustible y luego, ofrecerle su apoyo. Si las porras son mayoritarias la voz de la protesta encuentra los silencios para intervenir: “Alfredo, Alfredo, Alfredo” la mayoría; Del Mazo –la voz-- ¡ratero! el coro. El gobernador se sigue, recuerda los programas que ha iniciado López Obrador en la entidad durante el mes de enero y, comedido, termina dándole la bienvenida: “Gracias por confiar, señor presidente. Gracias porque el señor presidente está cumpliendo con su palabra de apoyar a los más necesitados. El presidente tiene un compromiso con las causas de justicia de nuestro país, y lo ha demostrado en todo el país, y en particular, en el Estado de México. Lo recibimos con los brazos abiertos, y le agradecemos su compromiso con quienes más lo necesitan y con quien menos tienen”. Cuando López Obrador corresponda al saludo, la rechifla se multiplicará en a mención del gobernado entrará al quite momentos después, diciéndole a los asistentes que la implementación de los programas es por decisión de los dos gobiernos, que ya pasó la campaña. “Este no es un asunto político electoral, es un asunto del gobierno de la República. Y yo tengo que agradecerle y reconocer la actitud responsable del gobernador del Estado de México, como todos lo estamos haciendo. Claro que no es fácil, porque siempre quedan sentimientos, pero tenemos que unirnos todos los mexicanos “¿Cuál es el partido más importante? –y cuando algunos empiezan a corear “Morena, Morena, Mor…”, el presidente responderá—el pueblo de México”. *** El acto transcurre con anuncios y participación de dos beneficiarios. La descripción de lo que se entregará y el llamado a evitar la “práctica perversa del huachicoleo”. En la tierra origen del peñismo, López Obrador acude a su tema persistente, porque dice tener un diagnóstico claro del mal que más afecta al país: la corrupción. Su promesa es que ya no habrá corrupción en el gobierno –“ya no hay” rectifica—y luego convoca a no incurrir en el robo de combustible, afirmando que no quiere estigmatizar al municipio, pues según él, la mayor parte de la gente es buena. El principio del bien, en su peculiar retórica, es parte de lo que aquí se dice: López Obrador pide que los tutores del programa “Jóvenes construyendo el futuro”, no sólo enseñan a trabajar, también valores civiles, morales y espirituales, que enseñen el bien porque “sólo siendo buenos se puede ser felices”. Sus referencias al pasado aparecen: antes había corrupción; los de antes se quedaban con el dinero y no bajaba a la gente, y entonces, al presentar las tarjetas a través de las cuales llegarán los recursos, remite a los intermediarios en un comentario que, irónico, remite al clientelismo mexiquense: “Nada de organización independiente Francisco I Madero; nada de antorcha… universal. Ya no va a haber intermediarios”. López Obrador enuncia cada programa: “el de apoyos a los adultos mayores y a los discapacitados; el de becas para jóvenes desempleados; el de agricultores y de apoyo para microempresas; el de becas para estudiantes…”. Las porras y aplausos lo interrumpen y, finalmente, convoca a una votación, que de antemano, la semana pasada había dicho haría asambleas ciudadanas: “Que levante la mano los que van a ayudar para convencer, persuadir de que no debe haber robo de combustible. Que levante la mano”. El público la levanta mayoritariamente, no así Alfredo del Mazo ni la alcaldesa. El acto concluye entre vítores y aplausos, con el estilo mexiquense de concentrar que se vuelve a imponer.

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