CIUDAD DE MÉXICO (apro).- Aunque se esperaba que en su primer día de actividades en Panamá, a donde viajó para presidir la Jornada Mundial de la Juventud, el Papa Francisco aludiera a la crisis política por la que está pasando Venezuela, no lo hizo. Sin embargo, a través de un comunicado, el director interino de la oficina de prensa del Vaticano, Alessandro Gisotti, indicó que Francisco “reza por las víctimas y todos los venezolanos”. También Gisotti señaló que la Santa Sede apoya “todos los esfuerzos que permitan ahorrar un ulterior sufrimiento de la población”. En uno de sus recorridos de hoy ante la multitud, al vehículo del Papa se acercó --evadiendo el cordón de seguridad-- un joven que ondeaba una bandera de Venezuela. Mientras que algunos fieles que se congregaban a su paso portaban carteles que decían: “Reza por Venezuela”. El día de hoy, el pontífice se reunió con el presidente de Panamá, Juan Carlos Varela. Estará hasta el domingo en ese país centroamericano, por lo que algunos esperan que en algún momento Francisco haga mención a la crisis venezolana, que preocupa a la Santa Sede. Y aunque el Papa ha evitado tener una confrontación directa con el gobierno de Nicolás Maduro, la jerarquía católica venezolana ha sido muy crítica con el cuestionado mandatario. A fines de 2016, Francisco incluso envió un emisario a Venezuela, con el objeto de promover el diálogo entre el gobierno y la oposición, encomienda que fracasó. Aboga por jóvenes y migrantes centroamericanos En su primer día de actividades, el Papa Francisco afirmó que los jóvenes latinoamericanos están padeciendo “la plaga” de la violencia, las bandas armadas, el tráfico de droga y los feminicidios que hay en la región. “Son muchos los jóvenes que se encuentran sumergidos en situaciones altamente conflictivas y de no rápida solución: violencia doméstica, feminicidios –qué plaga vive nuestro continente en este sentido--, bandas armadas y criminales, tráfico de droga, explotación sexual”, señaló el pontífice. Ante esta situación, Francisco pidió “promover programas y centros educativos” que beneficien a los jóvenes, para que no sean educados en la calle. “Róbenselos a la calle, antes de que sea la cultura de la muerte la que –vendiéndoles humo y mágicas soluciones— se apodere y aproveche de su imaginación”, dijo. Asimismo, aludió al problema de los flujos migratorios que principalmente se dan de Centroamérica hacia México y Estados Unidos, un problema en el que, dijo, la Iglesia está dispuesta a brindar su hospitalidad. “La Iglesia, gracias a su universalidad, puede ofrecer esa hospitalidad fraterna y acogedora para que las comunidades de origen y las de destino dialoguen y contribuyan a superar los miedos y recelos”, señaló. Exhortó también a los gobernantes de la región a llevar una vida austera y de servicio: “Es una invitación a vivir con austeridad y transparencia… llevar una vida que demuestre que el servicio público es sinónimo de honestidad y justicia, y antónimo de cualquier forma de corrupción. “Las nuevas generaciones reclaman de los adultos, pero especialmente de todos aquellos que tienen una función de liderazgo en la vida pública, llevar una vida conforme a la dignidad y autoridad que revisten y que les ha sido confiada”.