Relato de un magnicidio que aún gravita sobre Colombia

jueves, 22 de agosto de 2019 · 13:01
Anoche (miércoles 21) se conmemoró con un concierto en Bogotá el 30 aniversario del asesinato del líder liberal colombiano Luis Carlos Galán. Su hijo Juan Manuel habla con Apro sobre cómo afrontó la familia esa pérdida y sobre lo que ha hecho posible que Colombia tenga en la memoria al carismático dirigente político. BOGOTÁ (apro).- Visto en retrospectiva, el asesinato del dirigente liberal Luis Carlos Galán, ocurrido durante un mitin político la noche del 18 de agosto de 1989, no fue una sorpresa para nadie. La sensación de su familia y de sus allegados era que había una generalizada indiferencia frente a las amenazas que acechaban al popular precandidato presidencial. El cerco que le tendieron sus enemigos se iba estrechando cada día más. El 5 de agosto, 13 días antes del magnicidio, Galán viajó a Medellín a dar una charla en una universidad, pero el evento tuvo que ser suspendido cuando el coronel Valdemar Franklin Quintero, jefe de la policía de la ciudad, descubrió que el Cártel de Medellín ejecutaría un atentado con rockets contra el político liberal. --A mí me van a matar –le dijo Galán esa noche a su esposa, la periodista Gloria Pachón, quien le recriminó esa expresión. La mañana del día de su muerte, Galán recibió una noticia que le causó una tristeza profunda: el Cartel de Medellín había asesinado al coronel Valdemar Franklin Quintero. Al enterarse, dictó a su secretaria, Lucy Páez, una declaración de prensa en la que condenó el crimen y reiteró que el narcotráfico era el mayor desafío que enfrentaba el país por su poder corruptor. La muerte del coronel Franklin Quintero reforzó los temores de Gloria Pachón sobre la seguridad de su esposo, quien esa noche tenía programado un acto de campaña en Soacha, un municipio ubicado en el área conurbada de Bogotá. Algunos colaboradores del precandidato –quien era el gran favorito para ganar las elecciones presidenciales de 1990-- le recomendaron que suspendiera el mitin en Soacha. [caption id="attachment_596879" align="alignnone" width="660"]El homicidio, que fue declarado crimen de lesa humanidad para evitar la prescripción del delito. Foto: Especial El homicidio, que fue declarado crimen de lesa humanidad para evitar la prescripción del delito. Foto: Especial[/caption] Su esposa Gloria prefirió no mortificarlo más y optó por guardar silencio sobre sus temores de lo que pudiera ocurrir en ese acto. Tenía la esperanza de que, a última hora, él decidiera suspender el evento, porque había escrito en su agenda: “Siete de la noche. ¿Soacha?”. Por la tarde, Galán le dijo a su esposa que dormiría una siesta y que lo despertara para ir a Soacha. Ella supo que la decisión estaba tomada y le preguntó si quería que lo acompañaba al mitin. --No vale la pena, mi amor –le dijo--, tú también has tenido mucho trabajo y puede resultar muy pesado para ti. Poco después de las cinco de la tarde, Galán salió de su departamento, en el sexto piso del edificio Berna, en la calle 87 de Bogotá, y bajó a la planta baja, donde tenía su oficina de campaña. Allí, su hijo menor, Carlos Fernando, entonces de 12 años, le ayudó a ponerse un chaleco antibalas. Era la primera vez que lo usaba. --Yo me di cuenta de que él sentía una cosa rara –recuerda Carlos Fernando—. Tenía una actitud de tristeza cuando me despedí de él. El tiroteo y la confusión El hijo mayor de Luis Carlos Galán, Juan Manuel, de 17 años, estaba por terminar su bachillerato. La tarde del 18 de agosto de 1989, al salir del colegio, le pidió al chofer-escolta que, por seguridad, lo transportaba, que lo llevara a casa de una amiga. --Recuerdo que mi mamá me llamó muy brava a regañarme y a decirme que tenía que estar ya en la casa. Y me dijo: “su papá lo va a llamar”. Pensó que lo iba a regañar y colgó el teléfono, en espera de la llamada de Luis Carlos a la casa de su amiga.   --Cuando llamó, contesté el teléfono preocupado –recuerda--, pero mi papá tenía la voz más serena del mundo. Me dijo: “viejo, vete para la casa, no debes estar por fuera porque no es conveniente”.  Me dijo que tenía un acto político y que más tarde nos veríamos en la casa. Gloria Pachón y sus tres hijos veían esa noche la telenovela “Calamar” en el canal Caracol cuando sonó el timbre del teléfono. --Ponga la radio porque hubo un tiroteo en Soacha –le dijo la secretaria de Galán a la señora Gloria. --Mi mamá se puso muy nerviosa –dice Juan Manuel--. Puso la radio y empezaron a dar información muy parcial, muy fragmentada, diciendo que había habido un tiroteo, que se había cancelado la manifestación, que había personas heridas y que habían retirado a mi papá del sitio. Pero no decían nada del estado de mi papá, ni que estaba herido ni nada. Gloria y sus tres hijos salieron hacia el hospital que les indicaron en una patrulla de la Policía que custodiaba el edificio Berna. Pidieron a los policías que pusieran la radio. Al llegar al hospital, vieron una muchedumbre en las afueras. Bajaron del auto y un camarógrafo se acercó mucho a Gloria para captar su imagen. Casi la golpea con la cámara. Juan Manuel lo empujó. La familia se dirigió al área de urgencias, donde vieron llegar a una ambulancia que traía a dos escoltas de Galán heridos en Soacha. Uno de ellos, Santiago Cuervo, que recibió varios disparos en el abdomen al intentar proteger al precandidato, había de morir 15 días después. En el área de control de ambulancias informaron a los Galán Pachón que Luis Carlos estaba herido y que lo habían trasladado a otro hospital, el Kennedy, que quedaba en el otro extremo de la ciudad. Una caravana de patrullas trasladó a la familia. --Me impresionó mucho que durante el recorrido los policías se asomaban por las ventanas con sus ametralladoras y revólveres para que el tráfico abriera campo –recuerda Juan Manuel--. Eso me pareció un reflejo de la anormalidad tan grande que estábamos viviendo en Colombia. Al llegar al Hospital de Kennedy los hijos de Galán vieron a un policía que era escolta de su papá. --¿Qué pasó? ¿Qué pasó? ¿Es grave? –le preguntó Juan Manuel. --Sí es grave –dijo el policía luego de una larga pausa y con la mirada fija en el piso. La familia llegó a una sala de espera en la que minutos después apareció el director del hospital con ropa de quirófano. --Sentémonos –le dijo a Gloria--. No hay nada que hacer. --¿Cómo así que no hay nada que hacer?  –preguntó ella con incredulidad. --No hay nada que hacer. Falleció. Galán, quien era abogado y economista y había sido senador, ministro de Educación y embajador en Italia, tenía 45 años cuando lo mataron. Dos proyectiles de sus asesinos pegaron en el chaleco antibalas que se había puesto esta noche con ayuda de su hijo Carlos Fernando. Otros dos lo hirieron en la pierna derecha. Y otro más, el mortal, perforó la arteria iliaca, en la pare inferior de la pelvis, lo que lo desangró. Duelo nacional El magnicidio del carismático político liberal, quien era considerado por la elite colombiana y los partidos tradicionales como un revolucionario de izquierda que amenazaba el estatu quo, golpeó a Colombia como una furiosa ráfaga de viento.  Miles de personas salieron a las calles a exigir justicia y el velorio, que se realizó durante dos días en el Salón Elíptico del Congreso, se convirtió en una espontánea muestra de rabia popular. El país sabía que el Cártel de Medellín y su jefe, el capo del narcotráfico Pablo Escobar, estaban detrás de ese crimen. Juan Manuel, el primogénito del asesinado líder político y quien al igual que sus dos hermanos menores solía acompañar a su padre en sus giras políticas, supo desde el primer momento la dimensión que tendría esa muerte violenta en Colombia. --Yo pensé que tenía que escribir de inmediato lo que iba a decir en el sepelio de mi papá --recuerda. Por eso, la misma noche del crimen, mientras estaba con su mamá y sus dos hermanos en la oficina del director del Hospital de Kennedy esperando la entrega del cuerpo de su padre, escribió a mano lo que sentía en ese momento. Lo hizo en unas hojas de papel calca que tomó de un escritorio. Al terminar el texto, el joven de 17 años se lo entregó a su prima, la guionista Juana Uribe, y le pidió leerlo. A ella le pareció bien y le dijo que lo pasaría a una computadora. Luego de la media noche, los muchachos se fueron a su departamento a descansar mientras su madre siguió esperando el cuerpo de Galán. --Nos despertamos en la mañana del sábado con la esperanza de que todo hubiera sido una pesadilla –relata Juan Manuel--, pero todo era verdad. Lo confirmaban los titulares de los dos principales periódicos del país. El Tiempo tituló: “Asesinado Galán”, y El Espectador: “La mafia asesinó a Galán”. El sábado 19 de agosto de 1989 fue extenuante para la familia Galán Pachón. Gloria y sus hijos recuerdan que, en medio de su devastación, debían consolar a la gente que llegaba ante el féretro del dirigente liberal en llanto vivo. La viuda no se dio cuenta cuando Juan Manuel puso una hoja doblada con el texto que escribió en el Hospital de Kennedy en un bolsillo del traje con el que vistieron el cuerpo de Galán. Gloria estaba muy preocupada por los rumores que comenzaron a correr en el velorio de que, muerto Galán, los otros precandidatos liberales a la Presidencia querían suspender la consulta popular para elegir al abanderado del partido para los comicios presidenciales de mayo de 1990. Una maniobra de ese tipo constituiría una afrenta para la memoria del líder fallecido. Galán había luchado por la democratización del Partido Liberal y, al no encontrar eco en esa organización que junto con el Partido Conservador dominó la política colombiana durante el siglo XX, decidió fundar el Nuevo Liberalismo, que pronto logró consolidarse como una fuerza desafiante para el tradicional bipartidismo. A principios de 1989, Galán y su movimiento sellaron un pacto con el Partido Liberal. Él regresaría a su antiguo partido como precandidato presidencial, con el compromiso de que el candidato sería elegido en una consulta popular. Las encuestas le daban a Galán un 70 por ciento de posibilidades de triunfo. Todo el país lo veía como el futuro presidente. En un viaje que hizo a Venezuela por esos días fue recibido como si ya fuera el gobernante de Colombia. Como parte del acuerdo entre el Nuevo Liberalismo y el Partido Liberal, Galán designó como su jefe de campaña al economista César Gaviria, quien había sido ministro de Hacienda y de Gobierno del entonces presidente, el liberal Virgilio Barco. Gaviria era, a pesar de su juventud, un dirigente tradicional del Partido Liberal, y su llegada al equipo de Galán, quien era un liberal disidente y de izquierda, sorprendió al mundo político colombiano. Pero Galán y Gaviria hicieron buena mancuerna y el exministro se ganó rápidamente la confianza de la familia Galán Pachón. Por eso, cuando en medio de las honras fúnebres a Galán comenzó a correr el rumor de que los precandidatos del Partido Liberal querían suspender la consulta popular y designar en una convención cupular al abanderado presidencial, Gloria Pachón dijo que el único que podría impedir esa artimaña era Gaviria. La traición de Gaviria Tras el acto religioso final en la catedral primada de Colombia, el féretro del líder liberal fue trasladado por una muchedumbre hasta el Cementerio Central, donde hablaron varios dirigentes políticos. El ministro de Agricultura de entonces, Gabriel Rosas Vega, amigo de Galán, cerró su intervención con la frase que utilizaba el líder político liberal al finalizar sus intervenciones en la plaza pública: “Siempre adelante, ni un paso atrás, y lo que fuere menester sea”. Era la misma frase que tenía escrita Juan Manuel para finalizar su intervención en el cementerio y, para no repetirla, la tachó con un lápiz y escribió de prisa unas líneas que se habían de convertir en la noticia del día. Y no solo en Colombia. Y es que Juan Manuel, por iniciativa propia, decidió cerrar su intervención ungiendo a César Gaviria como el sucesor político de Galán. --En sus manos encomendamos las banderas de mi padre –dijo el adolescente en el que habría de ser el primer pronunciamiento político de su vida— y cuenta con nuestro respaldo para que sea el presidente que Colombia quería y necesitaba. Salve usted a Colombia. Gloria Pachón se sorprendió de lo que estaba escuchando. --Yo no sabía que Juan Manuel iba a decir eso –recuerda--, fue una decisión que él tomó durante el sepelio y que no consultó con nadie. Juan Manuel, a quien su padre definía como un joven “atrevido” por el arrojo que mostraba desde que era un niño, dice que si él hubiera consultado esa decisión con su madre, ella le habría dicho que esperara, que la consultaran con los líderes del Nuevo Liberalismo y que, con toda calma, analizaran cuál era la mejor opción. --¿Y por qué se decidió por Gaviria? –le pregunta Proceso a Juan Manuel. --Porque Gaviria representaba la unión de mi papá con el Partido Liberal y porque mi papá lo había nombrado su director de campaña. Habían hecho buena química y se complementaban. Mi papá era un idealista que había estudiado los problemas del país y que tenía construidas propuestas para cada tema. Y Gaviria era más experto en la mecánica política. Fue así como la Presidencia de Colombia le cayó del cielo a Gaviria. Muchos años después, Gaviria había de traicionar a Juan Manuel Galán, el joven que lo hizo presidente. Eso fue lo que ocurrió en 2018, cuando Gaviria, como director del Partido Liberal, le negó a Juan Manuel la posibilidad de buscar la candidatura presidencial del partido mediante una consulta popular como la que había propuesto en su tiempo Luis Carlos Galán.     --¿Hoy se arrepiente de haber designado a César Gaviria como el sucesor político de su padre? –Cuando uno mira decisiones que tomó hace 30 años, uno se puede arrepentir. El Partido Liberal (que Gaviria dirige desde hace 14 años) se volvió un partido neoconservador, que se alió a un partido de derecha (el gobernante Centro Democrático, del expresidente Álvaro Uribe) que es la antítesis del ideario liberal y centroizquierdista del galanismo.  De Francia a la política Gloria Pachón y sus tres hijos llegaron a París el 29 de octubre del 1989. Habían pasado seis semanas desde el asesinato de Galán. Era otoño en Europa, el cielo estaba gris y ningún miembro de la familia hablaba francés. La viuda de Galán había sido designada embajadora de Colombia en la Unesco –luego lo fue ante el gobierno de Francia-- por motivos de seguridad. Pablo Escobar había dicho que iría por las familias de sus enemigos. Juan Manuel, Claudio y Carlos Fernando comenzaron por aprender el idioma y por buscar cupo en los planteles educativos, que les parecían mucho más exigentes que el Instituto Pedagógico Nacional de Colombia, donde habían estudiado en Bogotá. Enfrentar las adversidades del exilio y de la súbita orfandad fortaleció a los Galán Pachón. Juan Manuel estudió ciencias políticas y una maestría en política internacional en la Escuela de Altos Estudios Internacionales de París y ha sido tres veces senador de Colombia. Claudio es internacionalista, politólogo y tiene posgrados en administración pública y en estudios latinoamericanos. Y Carlos Fernando, quien es profesional en servicio exterior de la Universidad de Georgetown y maestro en administración pública de la Universidad de Nueva York, ha sido concejal de Bogotá, senador y hoy es candidato a la alcaldía de la capital colombiana por un movimiento ciudadano que él mismo fundó: Bogotá para la Gente. Los tres hermanos Galán Pachón tienen una relación muy cercana y defienden, como nadie, el legado político de su padre asesinado. Los derechos humanos, la paz, la lucha contra la corrupción, la defensa de las víctimas del conflicto armado, la profundización de la democracia y la inclusión social son algunos de sus temas de cabecera. Claudio, que tiene el cabello ensortijado y el rostro anguloso de su padre, es el único que ha rehuido –hasta ahora-- la política electoral, pero ha hecho toda su trayectoria profesional en el sector público. Hasta el año pasado, fue cónsul de Colombia en París. De Luis Carlos Galán, Claudio recuerda que lo llevó a una gira al empobrecido departamento del Choco, en la costa pacífica colombiana, y que en 1984, año de los Juegos Olímpicos de Los Ángeles, le celebró sus 10 años con unas “olimpiadas” en las que participaron la familia y los amigos en un parque del norte de Bogotá y en las que hubo competencias de pista y campo. Carlos Fernando tiene la impresión de que cuando su padre los regañaba, muy de vez en cuando, parecía echar discursos. Cuando sacaban bajas calificaciones en la escuela les decía con su voz estentórea que sus notas eran “mediocres”, y cuando decían groserías los conminaba a abandonar “ese lenguaje de alcantarilla”. Para Carlos Fernando, la gran frustración de lo que pasó con su papá es que dejó trunco un proyecto político de profundo contenido ético y social. Los Galán Pachón son un clan político de alta visibilidad en Colombia que está rodeado por hermanos, primos, sobrinos, amigos y aliados políticos del dirigente liberal asesinado. Millones de colombianos aún recuerdan a Luis Carlos Galán como un político honesto, de impetuosa y contundente oratoria, que murió por sus convicciones y por atreverse a alertar al país sobre el daño profundo que le estaba causando “el poder oscuro y criminal del narcotráfico”. Gloria Pachón, quien además de esposa fue la consejera política de mayor confianza de Galán, ha persistido en la misión de mantener vivo el ideario político del dirigente liberal. Ella está orgullosa de la convicción con la que sus tres hijos la han acompañado en esa tarea. [caption id="attachment_596878" align="alignnone" width="660"]Tres pantallas monumentales transmitieron fotogramas de la vida política y familiar de Galán. Foto: Especial Tres pantallas monumentales transmitieron fotogramas de la vida política y familiar de Galán. Foto: Especial[/caption] Juan Manuel es el estratega principal de la campaña de Carlos Fernando por la alcaldía de Bogotá. Claudio y Juan Manuel pasaron los últimos meses organizando un concierto gratuito para tres mil personas con el que se conmemoraron, la noche del miércoles 21, los 30 años del asesinato de Galán. Fue un sobrio espectáculo audiovisual en el que participaron la orquesta sinfónica Nueva Filarmonía, el Coro de Cámara Javeriano, el grupo de danza Cortocinesis y los cantantes Andrés Cepeda, Yuri Buenaventura, María, César López y Natalia Bedoya, así como el grupo Herencia de Timbiquí.   A lo largo del concierto, tres pantallas monumentales transmitieron fotogramas de la vida política y familiar de Galán, además de testimonios de su viuda, Gloria Pachón, de sus hijos Juan Manuel y Claudio, de varios de sus hermanos, de amigos y de seguidores políticos que destacaron su valentía para oponerse al descomunal poder del narcotráfico y de la corrupción política en una época en que muy pocos se atrevían a hacerlo.  En una perspectiva histórica, Galán triunfó en forma contundente frente a sus enemigos, que están en la cárcel, desacreditados o en el ostracismo, mientras la figura del líder liberal goza del aprecio y reconocimiento popular. Además de los múltiples homenajes por el 30 aniversario de su muerte, hay en puerta una teleserie sobre su vida.   Los tres hermanos Galán Pachón libran una batalla legal para que el Estado colombiano le devuelva el registro como partido político al Nuevo Liberalismo, que ellos conciben como una organización de centroizquierda, rebelde, que promueva el cambio social en el marco de la institucionalidad democrática.     Gloria presentó la semana pasada en un auditorio abarrotado el libro “18 de agosto”, donde cuenta por primera vez su historia con Luis Carlos Galán. Junto a ella estaban sus tres hijos. --Mi mamá –dice Juan Manuel-- es mi heroína, porque le tocó jugar el papel de mamá y papá, porque es una persona formada en la adversidad, que trabaja desde muy temprana edad. Es muy inteligente, discreta, prudente y muy liberal, progresista, de avanzada, y siempre nos inculcó esos valores, en sintonía con el pensamiento de mi papá. Meses antes de su asesinato, Luis Carlos Galán había dicho en un viaje a Venezuela que a los hombres se les puede eliminar, pero a sus ideas no. Gloria Pachón –quien es presidenta honoraria de la Fundación Luis Carlos Galán--, sus hijos y el afecto que 30 años después de muerto genera entre los colombianos el dirigente liberal se han encargado de que esa frase resultara premonitoria.  Un crimen 70% impune Los herederos de Galán han librado una ardua lucha para impedir que la investigación del magnicidio quede en el olvido.   Hoy se sabe que el asesinato del político y excongresista fue producto de complot en el que no sólo participaron Pablo Escobar y su socio en el Cártel de Medellín, Gonzalo Rodríguez Gacha, El Mexicano, sino también los hermanos Gilberto y Miguel Rodríguez Orejuela, jefes del Cártel de Cali, así como altos dirigentes políticos, paramilitares y agentes del Estado. De acuerdo con las investigaciones, que al principio fueron manipuladas por policías y funcionarios de inteligencia para encubrir a los autores materiales e intelectuales del crimen, Pablo Escobar ordenó el asesinato de Galán porque este le había cerrado las puertas del Nuevo Liberalismo años antes y porque el entonces senador Alberto Santofimio –que tenía nexos con el Cártel de Cali-- le sugirió eliminarlo. El organizador del plan fue El Mexicano, quien contó con la colaboración de los generales de la policía Miguel Maza Márquez, quien dirigía los servicios de inteligencia, y Oscar Peláez Carmona, responsable en esa época de la oficina de investigación criminal. Ellos detuvieron a personas inocentes a las que les sembraron armas de fuego y presentaron ante el país como autores del homicidio.  El químico Alberto Jubiz Hazbún, quien había viajado en esos días de Barranquilla a Bogotá para tomar un curso de cultivos hidropónicos, pasó cerca de cuatro años en la cárcel a pesar de las abrumadoras evidencias que lo exculpaban. Varios oficiales de inteligencia, jefes de la policía y hasta escoltas de Galán participaron en el complot sobornados por El Mexicano. Los asesinos materiales de Galán fueron el paramilitar Jaime Eduardo Rueda Rocha, quien disparó la ametralladora Mini Atlanta calibre 9 milímetros utilizada en el magnicidio, y su medio hermano, José Ever Rueda Silva. Ambos fueron asesinados tres años después. El homicidio, que fue declarado crimen de lesa humanidad para evitar la prescripción del delito, está muy lejos de ser aclarado a pesar de las tres décadas transcurridas desde que el hecho ocurrió. Gloria Pachón estima que el asesinato de Galán está esclarecido en un 30 por ciento pero que resta el 70 por ciento de la trama criminal por resolver. “Como familia, decidimos que teníamos que lograr verdad y justicia, y por esa razón nuestro compromiso continúa”, dice la viuda. Vivir o morir por la patria La primera vez que Galán pronunció la frase con la que cerraba todos sus discursos, “Siempre adelante, ni un paso atrás, y lo que fuere menester sea”, fue en un mitin en Pereira -una ciudad del eje cafetero colombiano- y su padre, el médico y político Mario Galán Gómez, lo estaba escuchando por la radio. --¡No puede ser! ¡Luis Carlos se acaba de comprometer hasta la muerte! –exclamó el médico, contrariado, según recuerda Antonio Galán, hermano del líder asesinado. Para su padre, esa frase significaba que Luis Carlos se había comprometido incluso a entregar su vida, si fuera necesario, para que en Colombia se hiciera la política de otra manera. --Hijo, no es la hora de morir por la patria. Es la hora de vivir por ella --le dijo después a Luis Carlos. Pero Galán ya estaba determinado desde entonces a asumir todos los riesgos “que fuere menester”.

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