Vine, ví… y mejor me fui: una despedida a Willebaldo López

miércoles, 22 de abril de 2020 · 15:32
CIUDAD DE MÉXICO (apro).- En la madrugada del miércoles 15 de abril se anunció la muerte de una de las plumas más destacadas del teatro mexicano. Excepcionales son los creadores como Willebaldo López que enarbolaron tan ágilmente los múltiples títulos de dramaturgo, director, actor, guionista y docente. El artista Willebaldo López Guzmán nació en Queréndaro, Michoacán, en 1944. A sus 17 años partió a la Ciudad de México para comenzar su formación en la Escuela de Arte Teatral (hoy ENAT) del Instituto Nacional de Bellas Artes, que ahora lamenta y notifica su partida. En su vida en el teatro, escribió obras dramáticas que retrataron la cultura mexicana desde un lente crítico que se tornaba cómico o trágico a gusto del autor, aunque siempre cercano a las circunstancias. Obras como Los arrieros con sus burros por la hermosa capital (1967), Cosas de muchachos (1968), Pilo Tamirano Luca (1975), Malinche show (1980), y Sonata en travesti ¡Siii…! (1987) fueron acompañadas por él desde su concepción hasta su primera puesta en escena. Otras obras, de distintos padres, como Altamar (1966) de S?awomir Mrozek, Corona de sangre (1990) de Luis G Basurto, La llorona (1973) de Carmen Toscano, y Los Viejos (1979) del mismísimo Rodolfo Usigli, fueron también llevadas a las tablas por el creador. Durante su carrera no fue suficiente ahondar en el terreno del teatro, del que se retiró en la década de los ochentas, no sin antes inspirar a la próxima generación con clases de actuación, pantomima y composición dramática en Casas de Cultura, en la Escuela del INBA, en la Sogem (Sociedad General de Autores de México y en el Centro de Capacitación de Televisa.
TV y radio
Willebaldo navegó en las aguas de la radio y la televisión como guionista, adaptador, director y actor, en programas de Canal 13, Radio XEW, Radio Educación, entre otras emisoras. Como becario del Centro Mexicano de Escritores se hizo acreedor de premios y reconocimientos, tal La Pluma de Oro (2017) de la Sogem, y la bien merecida y anticipada Medalla al Mérito en las Artes (2018) en el Pleno del Congreso de la Ciudad de México. Vino, vio, y antes de su partida, dejó victorioso una colección de obras de carácter excepcional. Pero resalta de toda su trayectoria el apego por la verdad y la elegante crítica a la sociedad mexicana que florece en la lectura y remembranza de su obra dramática, tan presente hoy en día. Te recomendamos: Tomás Urtusástegui, In memoriam

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